Los niños también se deprimen
Hoy queremos sumarnos desde aquí a la campaña de la OMS y dedicar el día 7 de abril, Día Mundial de la Salud, a la visibilización de la depresión una enfermedad mental que, al igual que el resto, está estigmatizada.
En este artículo queremos poner el foco sobre la depresión infantil, ya que cuando se habla de esta enfermedad parece que se encuadra en la edad adulta o adolescente y, sin embargo, la prevalencia de la depresión en población infantil (menores de 13 años) puede llegar a alcanzar cerca del 8%.
Responsabilidad de los adultos
Quien más y quien menos ha conocido a alguien que ha sufrido las burlas de compañeros de colegio por alguna razón, ya sea peso, gafas, ser buen estudiante, tartamudez, etc. En definitiva, cualquier rasgo que le hiciera ser diferente. Para un adulto (sobre todo si no lo sufrió en su momento), estas cosas son tonterías de niños que no tienen más importancia.
Sin embargo, para un niño esta situación puede llegar a ser difícil de gestionar, más ahora que comienzan antes con las redes sociales y los ataques pueden seguir sin necesidad de estar en el colegio. Así que los adultos tenemos la obligación de aprender a ayudar a esos niños en lugar de decir «no pasa nada», «ya se cansarán» o «no les hagas caso» que al final no son útiles a la hora de reforzar la confianza del niño. Sin embargo, uno no nace sabiendo y para que los adultos, tanto padres como profesores, tengan herramientas eficaces hacen falta más campañas y recursos del Estado, de ahí la necesidad de visibilizar este tipo de problemas.
No solo los niños que sufren bullying tienen mayor probabilidad de sufrir depresión, también lo son los que han sufrido algún tipo de abuso o maltrato, tienen baja autoestima o una imagen negativa de sí mismos, situación de pobreza, inestabilidad familiar o incluso si alguno de los progenitores sufre depresión. Es muy importante la vigilancia porque está comprobado que cuanto antes se atajen los episodios depresivos, menor será la probabilidad de sufrir episodios posteriores en la edad adulta.
Las consecuencias de sufrir una depresión en un organismo en pleno desarrollo son mucho mayores, no solo a nivel emocional y social, sino también a nivel cognitivo y fisiológico porque hay cambios en las conexiones cerebrales que sabemos por ejemplo que son responsables de la dificultad en el control de las emociones. Así que, si ponemos foco en la depresión, pongamos a los niños como prioridad.
¿Se está haciendo suficiente?
Llama la atención que en la literatura científica haya tan pocos estudios al respecto y los que hay se han realizado con tan pocos pacientes que los resultados no permiten dar respuestas por la falta de validez estadística. Lo que sí alertan es de las limitaciones por las que es imprescindible la prevención, como que el tratamiento habitual no siempre funciona o son personas que no tienen fácil acceso a tratamiento o que pueden pero no se plantean recurrir a un profesional por el estigma asociado.
De manera que hacemos un llamamiento para que se aumente el número de estudios e iniciativas relacionadas con la depresión infantil, que se aumente el número de profesionales en salud mental y la calidad de tratamiento en la sanidad pública, y por último, mandar un mensaje de apoyo a todas las personas que lo sufren. El estigma perjudica gravemente al enfermo y debemos eliminarlo.
Esta entrada está motivada por el impulso a la campaña por parte de nuestra querida presidenta, Dolores Bueno, desde el blog de la editorial Next Door Publishers.
Referencias:
Lima NN, do Nascimento VB, de Carvalho SM, de Abreu LC, Neto ML, Brasil AQ, Junior FT, de Oliveira GF, Reis AO. «Childhood stress and depression.» Neuropsychiatr Dis Treat. 2013;9:1417-25. doi: 10.2147/NDT.S42402.
Mendelson T, Tandon SD. «Prevention of Depression in Childhood and Adolescence.» Child Adolesc Psychiatr Clin N Am. 2016 Apr;25(2):201-18. doi: 10.1016/j.chc.2015.11.005.
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