La Vida en el Universo
La Ciencia está completamente revolucionada. El pasado 4 de julio nos anunciaban desde el CERN que habían encontrado, con una posibilidad de menos de un 0,00005% de error, el bosón de Higgs. Esa misma semana, anunciaban que habían detectado el primer filamento de materia oscura entre dos galaxias. Este año, gracias a la misión Kepler, se han descubierto miles de exoplanetas, entre los que hay varios que se encuentran en la zona de habitabilidad de su estrella, y poseen un tamaño similar a la Tierra.
Las noticias sobre la posibilidad de que Marte, o alguno de sus satélites, albergue vida microscópica, parecen ser el pan de cada día. Sin ir más lejos este verano, la misión de la NASA Curiosity pondrá sobre la superficie de Marte un nuevo rover que, entre otras labores, puede ofrecer datos favorables sobre la capacidad de alojar vida del planeta rojo. Si realmente esto fuera así y nos llegará la noticia este año, podríamos decir con bastante seguridad que el 2012 pasará a ser, si no es el año del fin del mundo, el año de la Ciencia (aunque no para la ciencia española). No hay duda de que algunos de estos descubrimientos proporcionan nuevos alicientes para motivar la búsqueda de vida inteligente en el Universo. Y sobre esta controvertida búsqueda quería hablaros.
En la década de los 60, el astrónomo Frank Drake elaboró una fórmula con la que poder estimar cuántas civilizaciones tecnológicas podrían ser detectables en nuestra galaxia. La fórmula definía una serie de factores que indicaban el ritmo de formación estelar, la fracción de estrellas que poseen un sistema planetario, la fracción de esos planetas que orbitan en la zona de habitabilidad de su estrella (o zona «ricitos de oro»), la fracción de esos planetas que a su vez poseen vida, vida inteligente… y así sucesivamente hasta un último factor que estimaba la duración media de una civilización tecnológica que sobrevive a la autodestrucción. Tras realizar unos cálculos personales, Drake llegó a la estimación de que la galaxia albergaba unas 10 civilizaciones detectables.
Aquella fue una época en la que parecía que los científicos empezaban a tomarse en serio esta búsqueda. En 1959 comenzaba lo que hoy conocemos como SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence) gracias a un artículo presentado por Giuseppe Cocconi y Phillip Morrison, en el que sugerían que se iniciara la búsqueda de señales dentro de un determinado rango de frecuencias. Ellos concretamente aconsejaban la búsqueda en 1.420 gigaherzios, por ser la frecuencia de emisión del elemento más abundante del Universo, el hidrógeno.
Un año después, Drake comenzaba a trabajar en el proyecto Ozma, el primer proyecto científico que se centraba en la búsqueda de señales de origen extraterrestre. Con un radiotelescopio de 26 metros de diámetro se examinaron las estrellas Tau Ceti y Epsilon Eridani sin encontrar ninguna señal prometedora.
Tanto en EEUU como en la URSS se celebraban congresos científicos para debatir la mejor manera de enfocar la búsqueda de inteligencias extraterrestres. En septiembre de 1971, en plena Guerra Fría, científicos de todo el mundo y muy diversas especializaciones, se juntaron en Armenia para realizar la primera conferencia internacional sobre la comunicación con inteligencias extraterrestres. La conferencia tenía por objetivo analizar y debatir, exhaustivamente, cada uno de los factores contemplados en la ecuación de Drake, junto con posibles técnicas de contacto, y las implicaciones sociológicas y filosóficas que podría tener un descubrimiento de tal calibre. Estas conferencias quedaron recogidas por Carl Sagan en el libro “Comunicación con Inteligencias Extraterrestres”, en las que él mismo participó como presidente de la organización norteamericana.
Pero la comunidad científica se planteaba una cuestión: puede que existan multitud de civilizaciones ahí fuera, pero ¿y si todas nos dedicamos a escuchar y ninguna a emitir? Por ello, en 1974, desde el radiotelescopio de Arecibo, se enviaba un mensaje codificado hacia el cúmulo globular M13, o cúmulo de Hércules. Situándose aproximadamente a 25.000 años luz de nosotros, deberemos esperar mínimo unos 50.000 años hasta poder recibir respuesta.
Actualmente, gracias a la computación distribuida, desde el año 1999, todos podemos colaborar en la búsqueda de inteligencia extraterrestre desde casa y sin mover un sólo dedo. La universidad de Berkeley desarrolló el proyecto SETI@Home, en el que descargando e instalando un pequeño programa, podíamos ofrecer parte de los recursos de nuestro ordenador, configurados a nuestro gusto, para analizar, a través de pequeñas tareas y de forma automática, datos que recibía la aplicación y posteriormente enviaba de vuelta al SETI. Actualmente esta herramienta se llama BOINC, y permite colaborar, además de con el SETI, con otros proyectos científicos que requieren un elevado nivel de cálculo computacional, y que gracias a la computación distribuida se logra un alto rendimiento.
Muchos expertos opinan que la recepción de un mensaje de estas características lleva implícito un mensaje positivo para el planeta y la raza humana, ya que indicaría que existen otras civilizaciones tecnológicas que parecen haber sobrevivido a una época crítica susceptible de provocar su autodestrucción.
¿Detectaremos algún día un mensaje de origen extraterrestre? Son muchas las dificultades que se encuentra bajo esta búsqueda, ya que, entre otras cosas, a la hora de establecer las reglas necesarias para el desarrollo de la vida, sólo podemos basarnos en el caso de nuestro planeta, lo que habitualmente nos lleva a buscar sólo lugares con características similares. Es lógico que empecemos buscando en esa dirección, y aprovechando la ayuda de los recientes descubrimientos, como los del satélite Kepler, poder aumentar la posibilidad de dar en la diana. Aun así, no podemos descartar que la vida y la inteligencia nos sorprendan desde el lugar menos esperado.
Santiago Carmona
Bibliografía
– Comunicación con inteligencias extraterrestres, Carl Sagan
– Física de lo imposible, Michio Kaku
– Wikipedia
Imágenes
– Vehículo Rover, http://marsrovers.jpl.nasa.gov
– Salvapantallas SETI@Home, setiathome.berkeley.edu
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