CSIC: pasado, presente y… ¿futuro?
En 1876 un grupo de catedráticos que compartían ideas de origen krausista (Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón entre otros) fundaron la Institución de Libre Enseñanza, para defender la libertad de cátedra al margen de ideologías políticas y dogmas oficiales en política, religión y moral. En su comienzo se trata de un establecimiento privado, al margen de la Universidad. Los hermanos Machado asistieron a la Institución de Libre Enseñanza, probablemente gracias a su abuelo que mantenía relación con los círculos institucionistas.
Una idea tan extraordinariamente buena no podía quedarse solo en un pequeño grupo de intelectuales ni en una institución privada: el 11 de enero de 1907 se crea la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE). La nueva institución heredaba los principios de la Institución Libre de Enseñanza, y sumar conectándolo a la cultura general y científica de Europa, y así acabar con el aislamiento y atraso españoles. Sus objetivos eran altísimos, nada menos que formar al personal que llevaría a cabo las reformas necesarias en ciencia, cultura y educación de España. Todos los esfuerzos de reforma y regeneración del país se convertieron en una ‘empresa nacional’ pública que quedaba al margen de los políticos en el gobierno: los intelectuales y científicos del JAE tenían distintas ideologías, pero estarían unidos por una meta común: el JAE, precursor del CSIC.
Se crearon laboratorios, centros de investigación, se concedieron becas para estudiar en el extranjero; y mucho más importante se logró que España estuviera en contacto con científicos de todo el mundo, haciendo posible un acercamiento global por medio de la cultura y de la ciencia hispanas.
Los comienzos nunca son fáciles, y una empresa de semejante envergadura se encontraría con dificultades enormes en el período de 1907 a 1939. El presidente Santiago Ramón y Cajal junto con José Castillejo de secretario, marcaron los siguientes objetivos: ampliar los estudios dentro y fuera del país, las delegaciones en Congresos Científicos, relaciones internacionales en enseñanza, fomentar la investigación científica y asesorar a las instituciones educativas en la enseñanza secundaria y superior. Hacía falta financiación para poner en marcha una política de pensiones en ayuda de estudiantes, profesores e investigadores para que ejercieran en España, Europa y América. Otro de sus frentes fue apoyar en la creación de centros de investigación y laboratorios por toda la geografía española. Los primeros fueron el Centro de Estudios Históricos de Madrid (1910) con la dirección de Ramón Menéndez Pidal, la Residencia de Estudiantes, el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales (1910) cuyo presidente fue el propio Cajal asistido por Blas Cabrera que unía el Museo Nacional de Ciencias Naturales, el Museo Antropológico, el Jardín Botánico junto con la Estación Biológica de Santander y que tenía distintas comisiones y laboratorios.
Durante la Guerra Civil española, el gobierno franquista decretó el cese de actividades, pero la JAE siguió vigente en Valencia apoyada por el gobierno de la República. Incluso en Madrid en plena Guerra se intentaron mantener las actividades e inventariar los laboratorios existentes. Al acabar la guerra, muchos científicos de la JAE tuvieron que exiliarse.
Por la ley del 24 de noviembre de 1939, la JAE pasó a ser el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, siendo presidente del mismo el entonces ministro franquista de Educación José Ibáñez Martín, y el científico José María Albareda secretario general: «todos los Centros dependientes de la disuelta Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, de la Fundación de Investigaciones Científicas y Ensayos de Reformas y los creados por el Instituto de España, pasarán a depender del Consejo Superior de Investigaciones Científicas«.
Si bien comenzaba una época de dictadura en la que se pretendía que el recién creado CSIC apoyara el discurso ideológico del franquismo con la conciencia nacional (“la voluntad de renovar su gloriosa tradición científica” asentándola sobre la “restauración de la clásica y cristiana unidad de las ciencias destruida en el siglo XVIII”), el decreto del 26.04.1939 había previamente inaugurado centros de «carácter científico, filosófico y aún técnico», bajo una especie de patronato laico que recibió el nombre de Santiago Ramón y Cajal. Pero a pesar de esto, se demonizaba la JAE y se pretendía que el CSIC fuera una institución totalmente opuesta. Como consecuencia, se retrasó y en algunos casos se congeló del todo la actividad científica. Claro que esto ocurrió en general en cualquier institución de la época y no solo en el CSIC, que comparado con el resto resultaba mucho más favorecida, quedando incluso por encima de la Universidad. El CSIC contaba con el apoyo de las Reales Academias, de profesores universitarios, y algunos colaboradores de la ya desaparecida JAE. En el proyecto de ley que da nacimiento al CSIC se habla del árbol de la ciencia que necesita «promover su armonioso incremento y su evolución homogénea, evitando el monstruoso desarrollo de algunas de sus ramas, con anquilosamiento de otras», y que al margen de interpretaciones ideológicas ha dado lugar al logotipo actual del CSIC.
El CSIC quedó prácticamente estaba en las manos de Albareda, ya que el Ministro tenía más ocupaciones. El CSIC no tenía plantilla de trabajadores ya que estaba constituido por científicos de distintas instituciones, según lo recogía la Ley vigente, que aportaban el personal y estaban representadas en el Pleno. Posteriormente, el Reglamento de 10 de febrero de 1940 posibilitó la creación de distintos patronatos: Raimundo Lulio (Ciencias filosóficas, teológicas, jurídicas y económicas), Marcelino Menéndez Pelayo (Humanidades), Alfonso el Sabio (Ciencias físicas, químicas y matemáticas), Santiago Ramón y Cajal (Ciencias biológicas y naturales), Alonso de Herrera (Ciencias agrícolas, forestales y pecuarias), Juan de la Cierva Codorniú (investigación técnico-industrial). Existían además dos órganos con competencias transversales: la Junta Bibliográfica y de Intercambio Científico; y la Comisión Hispanoamericana encargada del intercambio científico con el mundo hispánico. En cualquier caso, seguía fuertemente marcado por la ideología franquista, así como estaba sometido a sustentar la economía del “imperio español”. También quedaba por escrito la conexión con las Universidades y Escuelas Superiores.
En 1942 se desdobla la figura de Presidente para que pudiera seguir siendo el Ministro de Educación, mientras que se creaba un presidente efectivo para que ejerciera las funciones requeridas en la dirección de un organismo como el CSIC. Además, se aumentaban las instituciones con representación en el Pleno, y se agruparon los patronatos entre secciones (Humanidades y Ciencias Sociales; Ciencia y Tecnologías; y Biología y Recursos Naturales). Para entender las motivaciones detrás de la creación del CSIC durante el franquismo, recomiendo este artículo.
Ya ha pasado bastante tiempo y se puede decir que el CSIC, tras el final de la dictadura, ha contribuido positivamente en el espíritu de la Transición española. Y esto lo ha traído de vuelta a los ideales de la JAE más que al CSIC franquista. Entre ambas, se mantuvo la sede material, y algunos institutos de la desaparecida JAE (Museo de Ciencias Naturales y Centro de Estudios Históricos) que quedaron bajo la dirección del CSIC.
A partir de 2007, el CSIC queda constituido como Agencia estatal, lo que le dota de autonomía en gestión de presupuestos, oferta de empleo y retribución de salarios, que están ligadas al cumplimiento de objetivos y contrato programa cada cuatro años.
Según dice la propia página del CSIC a modo de presentación: “La Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) es la mayor institución pública dedicada a la investigación en España y la tercera de Europa. Adscrita al Ministerio de Economía y Competitividad, a través de la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, su objetivo fundamental es desarrollar y promover investigaciones en beneficio del progreso científico y tecnológico, para lo cual está abierta a la colaboración con entidades españolas y extranjeras. Según su Estatuto (artículo 4), tiene como misión el fomento, coordinación, desarrollo y difusión de la investigación científica y tecnológica, de carácter pluridisciplinar, con el fin de contribuir al avance del conocimiento y al desarrollo económico, social y cultural, así como a la formación de personal y al asesoramiento de entidades públicas y privadas en esta materia.
El CSIC desempeña un papel central en la política científica y tecnológica, ya que abarca desde la investigación básica a la transferencia del conocimiento al sector productivo. El motor de la investigación lo forman sus centros e institutos, distribuidos por todas las comunidades autónomas, y sus más de 15.000 trabajadores, de los cuales más de 3.000 son investigadores en plantilla y otros tantos doctores y científicos en formación. El CSIC cuenta con el 6 por ciento del personal dedicado a la Investigación y el Desarrollo en España, que genera aproximadamente el 20 por ciento de la producción científica nacional. Además, gestiona un conjunto de importantes infraestructuras, la red más completa y extensa de bibliotecas especializadas y cuenta con unidades mixtas de investigación. “
Para mí el CSIC es la realización del sueño investigador a nivel personal y del país. Cuando me sentí atraída a seguir con mi formación en un doctorado, la Universidad resultaba muy buena opción, pero al conocer la existencia del CSIC (¡todo investigación!), esa multidisciplinariedad que lo caracteriza y la excelencia de sus centros de investigación, se convirtió en admiración y ganas de colaborar dentro. Ahora trabajo en un centro del CSIC, pero no sé hasta cuándo porque aún no hay convocatorias de becas por parte del Ministerio o del CSIC. Mi sueño (y el de tantos otros jóvenes españoles y extranjeros) es formarnos y con esa formación colaborar en la investigación básica y aplicada de este país, tal como lo quisieron Ramón y Cajal, y tantos grandes que hicieron posible el sueño de la JAE/CSIC.
¿Nos vamos a cargar, o vamos a permitir que se carguen una tradición que da nombre a las becas que este año no se concederán? La situación de la ciencia en España a día de hoy es alarmante y lamentable, y en concreto la del CSIC clama al cielo (lo dejan claro aquí y aquí). También puedes escuchar a Bernardo Herradón hablando al respecto en El Nanoscopio. Ten en cuenta que bastaría relativamente poco para apoyar la ciencia y el CSIC, ¿vamos a quedarnos de brazos cruzados? Arturo Quirantes lo tiene muy claro, ¿y nosotros nos vamos a conformar con una petición en Change? Al menos el franquismo nos ha dejado claro que puede pasar si traicionamos el espíritu de la JAE…, no retrocedamos otra vez, aprendamos la lección en cabeza ajena.
Referencias
http://www.fundacionginer.org/historia.htm
http://www.csic.es/web/guest/historia (curiosamente termina con el franquismo, ¿por qué no se habla de la transición, etc.?
http://es.wikipedia.org/wiki/C.S.I.C.
http://www.csic.es/web/guest/presentacion;jsessionid=2FCB58F6F4CF2CC0CA6ED4375C1B6EEB
Escogí al elemento 114 para ser blogger porque tengo energías radiactivas 🙂 Actualmente soy redactora científica, antes química y doctora en Ciencia de Materiales (aplicada a la nanomedicina). También soy una superviviente supercrítica. Colaboro en Naukas y organizo el evento BCNspiracy
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Publicado el 08:48h, 15 julio[…] CSIC: pasado, presente y… ¿futuro? […]
Dr. Litos (@DrLitos)
Publicado el 09:05h, 15 julioFantástico repaso, compañera. Conciso pero exhaustivo y con el alegato final que merece el caso tratado. No escribo más porque la verdad, estoy tan triste como indignado con el tema…
conchivgr
Publicado el 09:31h, 15 julioHola.
Completamente de acuerdo con el post.
22 largos anios de gobierno socialista, es lo que tiene.
Por cierto, por el post de hace un tiempo, como adivinos no nos ganariamos el sueldo, eh?. Carmen Vela, hija mimada de Zapatero, que esperabamos?.
https://www.hablandodeciencia.com/articulos/2012/01/12/la-nueva-organizacion-de-la-ciencia-en-espana/
José Luis Moreno
Publicado el 09:54h, 15 julioMuy buen artículo, había leído estos días mucho acerca de los problemas del CSIC pero me faltaba conocer el trasfondo. Tengo la esperanza, como tantos, de que todo esto se solucione lo más pronto posible ya que sería un auténtico cataclismo que perdiéramos esta institución…
A luchar!!!
José Manuel Ojeda (@JosemaBio)
Publicado el 12:18h, 15 julioDesconocía la historia del CSIC y ahora que se encuentra en una situación difícil, que nos afecta a practicamente todos, es buen momento para ver todo lo que ha aportado hasta ahora. Genial post.
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Publicado el 14:00h, 15 julio[…] Barzanallana: Cosmología Biología Escepticismo Física Cuántica Sort Share http://www.hablandodeciencia.com 1 minute […]
ununcuadio
Publicado el 09:19h, 16 julioGracias a todos por vuestros comentarios. Yo he aprendido mucho documentándome acerca del CSIC. Quizá con lo que más me quedo de todo esto es en la idea de una enseñanza independiente de la ideología, religión, etc. Y por algo así vale la pena luchar 🙂
Dr. indignado
Publicado el 15:06h, 16 julioExcelente articulo. Pero ademas de los recortes el CSIC se lo están cargando también los «jefes» que lo están utilizando como medio para asentar amigos y familiares, en fin……………………………………….
Meritxell Castells
Publicado el 11:11h, 18 julioLa historia valorada en el contexto general tiene en cuenta la prescindibilidad de un asunto. ¿Por qué no se recorta del ejército, por ejemplo?… El desarrollo científico es muy necesario, refleja una parte de nuestro avance como sociedad. Si buscamos analogías, siempre podemos ver la acción visible y la no visible. El poder corrompido busca tener un as en la manga para mantenerse en su estatus. Hay mucho que no sabemos, y aportaría un componente más para entender lo que está pasando. SI se prescinde de algo es porque lo que se busca de ese algo ya se tiene por otro lado. En nuestra acción para recuperar la ciencia, hemos de tenerlo en cuenta.
Daniel Moreno (@banchsinger)
Publicado el 11:20h, 20 julioGenial toque, buena lección de Historia Compañera. En ese párrafo, en este que empiezas con: «Para mí el CSIC…» eso mismo, palabra por palabra es lo que yo sentí ya hace muchos años cuando en el libro de ciencias naturales de la escuela vi una foto de unas células cedida por una investigadora del CSIC. Me enteré de que era, de donde venía y adonde iba, mi profesora me lo explicó. Jamás pensé que llegaría a respirar entre sus muros, pero tuve suerte, conseguí no solo respirar sino trabajar, aprender, doctorarme, hacerme el científico que soy. Eso fue cuando las vacas gordas, que ni fueron tan vacas ni tan gordas comparadas con el vacuno de otras tierras. A mi no me entristece, me da rabia que se marchite por la conjura de los necios. Bien es cierto que problemas internos tenía, que en todas las casas cuecen habas Pero todo y con eso y con la mierda de gasto que se destinaba a cocina lo que no me explico es como, no solo no nos morimos de hambre, sino que además fuimos capaces de correr con los de cabeza por unos cuantos kilómetros.
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Publicado el 18:09h, 01 agosto[…] CSIC: pasado, presente y… ¿futuro? […]