El arbusto evolutivo (V). Homininos de transición
Este grupo contiene los miembros más antiguos del género Homo. En la época del descubrimiento de los fósiles de Homo habilis (1960-1964), la doctrina aceptada era que entre los Australopithecus africanus y Homo erectus no había suficientes diferencias como para permitir colocar ningún otro taxón intermedio —ningún otro ejemplar «grácil»—. Además, el género Homo se consideraba propio del Pleistoceno medio y con una capacidad craneal mayor que la de los ejemplares de H. habilis recién descubiertos. En los meses que siguieron a la descripción de la nueva especie, los ejemplares de H. habilis fueron clasificados entre los australopitecos o como una subespecie de H. erectus. El problema con la nueva especie es que los fósiles poseen una morfología intermedia por lo que su colocación en uno u otro linaje depende de la importancia que cada investigador dé a las semejanzas y a las diferencias.
Por otro lado, Homo rudolfensis es el taxón que suele proponerse para incluir a los ejemplares con mayor capacidad craneal dentro de la gran muestra de Homo habilis.
Algunos especialistas han sugerido que estos taxones, Homo habilis y Homo rudolfensis, no deben clasificarse separadamente (prefieren hablar de Homo habilis s.s. (sensu stricto, sentido estricto) y Homo habilis s.l. (sensu lato, sentido amplio), pero hasta que podamos generar unas hipótesis filogenéticas más fiables acerca de este taxón y del de los homininos arcaicos, no está clara cuál debe ser su clasificación. Por ese motivo los analizamos de forma separada a los «humanos premodernos» que veremos a continuación.
Homo habilis
Nombre taxonómico
Homo habilis ―Leakey, et al. (1964)―. Nombrado por Leakey y colaboradores tras encontrar varios fósiles en la garganta de Olduvai, Tanzania. Otros restos se han recuperado en Omo Shungura y Hadar (Etiopía), y en Koobi Fora y Chemeron (Kenia). Algunos investigadores han señalado que también hay pruebas de la presencia de Homo habilis en Sudáfrica (Swartkrans, Drimolen y Sterkfontein) aunque esta afirmación genera no pocas discrepancias. Antigüedad: entre 2,4 y 1,4 Ma.
Espécimen tipo
OH 7. El hueso parietal del cráneo, una mandíbula, una clavícula y varios huesos de la mano descritos inicialmente en tres artículos distintos: Leakey (1961a), Leakey (1961b) y Napier (1962).
Características y comportamiento
El hipodigma de H. habilis se compone fundamentalmente de fósiles de cráneos y dientes ya que solo algunos restos postcraneales pueden asignarse con seguridad a este taxón. Podemos resumir sus características morfológicas en que posee unos huesos más gráciles en comparación con los australopitecos. El volumen craneal de H. habilis oscila entre los 500 y los 700 cm3, pero la mayoría de especialistas aceptan un límite superior de 600 cm3. Todos los cráneos son más anchos en su base que en la bóveda, pero la cara es más ancha en la parte superior.
Los únicos restos postcraneales que se pueden asignar con seguridad a este espécimen son los huesos de la mano del espécimen tipo y el esqueleto OH 62 (un conjunto de alrededor de 300 fragmentos de la cara, paladar, cráneo y mandíbula; junto con un húmero completo y fragmentos del radio, peroné, tibia y fémur). Si OH 62 es representativo de Homo habilis, los fósiles sugieren que las proporciones de sus extremidades, su locomoción y los huesos de la mano (carpos) se parecen a los de los homininos arcaicos. Por otro lado, la curvatura y las marcas bien desarrolladas de la inserción de los músculos en las falanges de OH 7 indican que era capaz de agarrar con fuerza.
Referencias
- Leakey, L. S. B. (1961a), «New finds at Olduvai gorge«. Nature, vol. 189, núm. 4765, p. 649-650.
- ─── (1961b), «The juvenile mandible from Olduvai«. Nature, vol. 191, núm. 4786, p. 417-418.
- Napier, J. (1962), «Fossil hand bones from Olduvai gorge«. Nature, vol. 196, núm. 4853, p. 409-411.
- Leakey, L. S. B.; Tobias, P. V. y Napier, J. R. (1964), «A new species of the genus Homo from Olduvai gorge«. Nature, vol. 202, núm. 4927, p. 7-9.
Homo rudolfensis
Nombre taxonómico
Homo rudolfensis ―Alekseev (1986)―. La descripción de este taxón la realizó este antropólogo ruso de forma bastante incompleta para ser la propuesta de una nueva especie. Además, la bautizó como Pithecanthropus rudolfensis. El hipodigma incluye especímenes de Koobi Fora y tal vez de Chemeron en Kenia; así como de Uraha (Malawi). Antigüedad: entre 2,4 y 1,6 Ma.
Espécimen tipo
KNM-ER 1470. Se trata de un cráneo reconstruido (a partir de más de 150 fragmentos) al que le falta la mayor parte de la base, las coronas dentales y parte de la cara.
Características y comportamiento
El hipodigma se compone de muchos cráneos incompletos, dos mandíbulas bien conservadas y varios dientes aislados. Varios rasgos del cráneo KNM-ER 1470 son avanzados en relación a los australopitecinos gráciles e incluso H. habilis: una capacidad craneal alta (entre 770 y 775 cm3), unos arcos superciliares poco sobresalientes y una cara larga y plana sin apenas prognatismo. H. rudolfensis y H. habilis muestran diferentes mezclas de rasgos primitivos y derivados. A pesar del tamaño absoluto del cerebro de H. rudolfensis (alrededor de 725 cm3), cuando se pone en relación con la estimación de su masa corporal, su tamaño no es sustancialmente mayor que el resto de homininos arcaicos. La cara más primitiva de H. rudolfensis se combina con un cuerpo mandibular robusto y unos caninos e incisivos más anchos que los de Australopithecus e incluso que los de H. habilis –el tamaño de la mandíbula y de los dientes sugieren que las exigencias de su dieta eran similares a la de los homininos arcaicos–. En la actualidad no se pueden atribuir con seguridad restos postcraneales a este taxón.
No todos los investigadores están de acuerdo acerca de la naturaleza de la variación dentro de H. habilis como para justificar el reconocimiento de dos especies. Además, este reconocimiento tropieza con la llamada «hipótesis de la especie única» que rechaza la presencia de dos especies coetáneas ocupando una misma localidad ya que se supone que una de ellas expulsaría a la otra. Reconocer la presencia de dos especies haría necesario demostrar que no competían por los mismos recursos.
Referencias
- Alekseev, V. P. (1986), The origin of the human race. Moscow: Progress Publishers, 355 p.
- Leakey, R. (1973), «Evidence for an advanced Plio-Pleistocene hominid from East Rudolf, Kenya«. Nature, vol. 242, p. 447-450.
Licenciado en derecho. Máster en Bioderecho. Doctorando en Ciencias Jurídicas
No soy científico. Mi trabajo diario no está relacionado con la ciencia ni con el periodismo. Por lo tanto, una buena pregunta sería ―y es cierto que me la han planteado alguna vez― por qué dedico tanto tiempo a leer y a escribir sobre temas científicos. Y mi respuesta es que es una necesidad.
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