#pint15dss: funciona, y muy bien

Colaborador invitado

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Javier Aizpurua en el Ni Neu.

Pint of Science es un festival internacional que se ha celebrado por primera vez en 8 ciudades de España, y desde Hablando de Ciencia queríamos hacer una panorámica tipo mosaico de las impresiones de los que asistieron. Aquí os dejamos la crónica de Gaspar Sánchez, coordinador nacional de Pint of Science y divulgador en Desayuno con fotones:

18 de Mayo de 2015, a media tarde. Allí estaba yo, en el Koh Tao, en la calle Bengoetxea en el centro de San Sebastián, haciendo equilibrios en lo alto de una escalera de dos metros, tratando de hacer un nudo para sujetar la pantalla del proyector a una guía en la pared. Si nunca antes han hecho algo así les recomiendo que ni lo intenten. Lo único en lo que podía pensar era en no caerme, en lo duro que había trabajado durante todos estos meses y en que me daría mucha pena descalabrarme en el último momento y perderme el Pint of Science. Quedaban un par de horas escasas para que empezase todo y la ilusión se mezclaba con la incertidumbre mientras alargaba el brazo para alcanzar la guía y cerrar el nudo. Afortunadamente conseguí no caerme y el nudo aguantó los tres días con lo que pude disfrutar del festival que resultó ser un éxito ante el que palidecieron nuestros mejores pronósticos.

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Manuel Carreira en el Koh Tao.

En el Koh Tao se respiraba ya el ambiente de expectación que iba a ser la constante durante los tres días del festival. Es un bar pequeño, pero tiene un gran ventanal que da a la calle. Todo el que pasaba por allí se paraba a mirar qué era lo que congregaba a tanta gente en su interior, y no pocos se animaban a entrar. Este fue el bar dedicado a “Mente maravillosa”, y durante los tres días vinieron a hablar los investigadores del BCBL. Allí, el martes, vi a Nicola Molinaro explicar cómo la poesía pone en marcha resortes en nuestra cabeza que no se activan ante una combinación arbitraria de palabras, y a Manuel Carreira, director científico del BCBL, hablar sobre cómo tomamos decisiones y de cómo estas pueden depender del idioma en que se nos plantee el dilema.

Pero donde yo me estrené fue en el Nineu, un espacio de lujo en el Kursaal y con vistas al mar en el que Luis M. Liz-Marzán, director científico de CIC Biomagune, y Javier Aizpurua, profesor de la Universidad del País Vasco, inauguraron  el tema «De los átomos a las galaxias» hablando sobre nanofotónica. Nos plantearon preguntas interesantes cómo: ¿de qué color son las cosas?, por ejemplo, ¿es el oro dorado? Pues resulta que no siempre: el color de los objetos que observamos es una propiedad que está relacionada con el modo en que la luz interacciona con el objeto, y esta interacción depende de la forma del objeto en cuestión. En el caso particular del oro, dependiendo de la forma de los agregados de átomos (en la escala nanoscópica) tendremos oro de distintos colores. Nos lo cuenta y nos lo enseña, ya que entre el público circulan unos pequeños recipientes con estas estructuras nanoscópicas de oro suspendidas en agua y se puede ver cómo, efectivamente, presentan colores diferentes.

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Álvaro Morales, ganador de Famelab.

En el café Victoria, dedicado a “Nuestro cuerpo”, el miércoles y último día del festival, asistimos a una conversación a tres manos entre Adolfo López de Munain, David Otaegui y Ander Izeta, investigadores del Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia. El objetivo de la sesión era reflexionar acerca del envejecimiento. Se habló sobre la investigación con células madre, la clonación y lo catastrófico que podría resultar vivir para siempre. ¿Cómo podría nuestra sociedad soportar algo así? Nos contaron que, al parecer, la clave para una vida longeva es una vida sin pasiones, sin demasiados altibajos. También que tener una mente inquieta puede ayudarnos a vivir más tiempo conservando la cabeza en su sitio. Allí cerramos el festival de Donosti con broche de oro: Álvaro Morales, el ganador nacional del certamen Famelab de este año, hizo reír al público y a los ponentes con una adaptación de su monólogo “Amor de célula madre”.

Pero lo más llamativo de todo el festival fue el público y su curiosidad inagotable. En todos los bares vimos lo mismo: un montón de gente y muchas, muchas preguntas. Pudimos comprobar que la ciencia interesa a la sociedad y que, además, a los investigadores les gusta compartir lo que hacen con la gente. Comprobamos que el planteamiento de Pint of Science, establecer un lugar de encuentro entre los investigadores y la sociedad, funciona, y muy bien.

Gaspar Sánchez

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