RESEÑA

Año 1969. En plena Guerra Fría, el gobierno de los Estados Unidos pone en marcha el proyecto Wildfire, un proyecto espacial y tecnológico para recoger y estudiar formas de vida extraterrestre en la atmósfera de nuestro planeta con el fin de usarlas como armas biológicas. Uno de los numerosos satélites artificiales enviados para dicha misión se precipita sobre un pequeño pueblo de la desértica Arizona, diezmando a su población en unas condiciones inusuales: no hay rastro alguno de sangre y los pueblerinos muestran signos de demencia, suicidio y coagulación sanguínea completa. Tras la llegada de varios científicos y militares a la zona, se encuentran dos supervivientes: un bebé de pocos meses y un anciano enfermo.

A partir de este momento, la novela relata la ardua búsqueda de la causa del problema, un agente biológico extraterrestre bautizado como Andrómeda, a manos de un equipo multidisciplinar de científicos (biólogos moleculares, médicos o bioquímicos). El satélite y ambos supervivientes son llevados a las instalaciones ocultas de Wildfire, un complejo subterráneo de cinco pisos con distintos niveles de bioseguridad (de menos estéril en el piso más superficial, al más aséptico en el más profundo). Durante el transcurso de la investigación para conocer a Andrómeda, Michael Crichton hace gala de un rigor científico impecable. Desde la toma inicial de muestras hasta la experimentación en animales infectados con Andrómeda, las técnicas y el método científico descritos son intachables y totalmente correspondidos con la realidad. Algunas de las técnicas mencionadas en la novela son la observación de Andrómeda al microscopio óptico y electrónico, el uso de la espectrometría para conocer su composición química, la cristalografía de rayos X para averiguar su estructura tridimensional o el mantenimiento de Andrómeda en cultivos controlados. Con todo, Andrómeda resulta ser un organismo totalmente diferente a cualquiera que conozcamos en nuestro planeta: no posee ADN, ni ARN, ni proteínas; su cuerpo es producto de la aglomeración de hexágonos de carbono, su eficiencia transformando energía es máxima y es altamente mutagénico, es decir, es capaz de mutar con mucha facilidad. En el aspecto más médico, la novela también hace alusión a varios procedimientos como la autopsia de animales infectados o el análisis de varios parámetros sanguíneos. El lector también podrá conocer, además de la metodología que se sigue en ciencia, varias hipótesis y teorías de la psicología o el protocolo de actuación militar ante un evento a escala global de tan altas dimensiones como lo son Andrómeda y su posible propagación.

Andrómeda se ha convertido en una de las colisiones más robustas y bien argumentadas contra nuestra idea de ser vivo, un organismo que rompe con todas las barreras bioquímicas y metabólicas que nos empeñamos en imponer al concepto de vida. Su impacto en la ciencia ficción (y no ficción) fue extraordinario. Tanto fue así, que a los dos años de publicarse la novela La amenaza de Andrómeda, Robert Wise decidió hacerle una película, la cual ya reseñamos hace un tiempo. Andrómeda es un organismo tan diferente que, en efecto, tiene su propio mecanismo de reproducción y nutrición y su propia patogenicidad, capaz de matar a un ser humano en menos de 10 segundos coagulando los seis litros de su sangre. Los mecanismos por los cuales Andrómeda no pudo prosperar en un bebé de pocos meses y en un anciano adicto a la aspirina y sterno se hallan en la inquietud del lector, así que dejo que sea él quien dé con la respuesta.

Jorge Garrido