Reseñas HdC: Planeta azul, planeta verde.

Planeta azul, planeta verde

Ramón Margalef

Nº de páginas: 266 

Editoral: PRENSA CIENTIFICA SA

Lengua: ESPAÑOL

Encuadernación: Encuadernación en tela

ISBN: 9788475930466

Año de edición: 1992

Precio: 24 €

Sinopsis

Con Planeta azul, planeta verde, Ramón Margalef ofrece al lector una visión global de la biosfera desde la ciencia de la Ecología, llegando más allá del mero discurso didáctico e implicándose con opiniones y reflexiones muy interesantes. Se trata de un libro accesible, con abundantes ilustraciones, recomendable particularmente a aquellos que parten con una pequeña base de conocimiento científico, no necesariamente avanzada. 

Opinión:

A pesar de no ser muy conocido por el gran público, el ecólogo y limnólogo catalán Ramón Margalef (Barcelona, 1919-2004) es probablemente uno de los científicos más destacados que ha habido en nuestro país, y uno de los más importantes del mundo en su campo de estudio, conocido en todo el gremio por una gran cantidad de innovadoras ideas que introdujo en la ciencia de la Ecología. En 1992 publicó Planeta Azul, Planeta Verde, una más de sus muchas obras. Basta ojear el libro para darse cuenta de que no es un libro de texto sobre ecología general, ni una obra dirigida a especialistas en la materia. Es un libro dirigido a lectores ya interesados en el tema, y su objetivo es realizar una introducción no a la ecología en sí, sino más bien al enfoque holista de ésta (es decir, el que pretende analizar los ecosistemas como un «todo», frente al reduccionista que lo hace «parte a parte»), por el cual dice decantarse el propio autor en el prólogo.

De este modo, a lo largo del libro se comentan desde la perspectiva de esa ciencia diversos aspectos de la biosfera, tras haber dedicado un primer capítulo al medio físico en el que se halla inmersa: océanos, atmósfera, ciclo del agua, climas… En el capítulo 2, Sintesis y descomposición orgánica, Margalef explica conceptos relacionados con los flujos de materia y energía en los ecosistemas, presentándolos como sistemas compartimentados y abiertos que producen biomasa tomando energía y materia del medio, y en los cuales existe una relación de producción-respiración. Introduce también el concepto de necrosfera.

Los capítulos 3, 4 y 5 están dedicados, respectivamente, a los océanos, continentes y a las aguas epicontinentales; tratando cada uno de estos entes como una especie de compartimentos entre los que se distribuye la biosfera. A pesar de todo, el autor califica esta división de la biosfera como impropia, justificándola por cuestiones de espacio. A medida que se desarrolla el bloque, comenta relaciones y comparaciones entre cada una de las partes, mostrando de este modo finalmente el conjunto como algo único, aunque heterogéneo y dinámico.

Después de esto, dedica un capítulo a los animales. En un libro que, a estas alturas, parece ya estar dedicado enteramente a mostrar una visión global de la Biosfera, este capítulo puede dar la impresión de ser un tanto intruso, pues, al fin y al cabo, los animales no son más que parte del todo, y no hay capítulo alguno dedicado a las plantas u otras formas de vida. No obstante, desde el principio habla de los animales como una suerte de actores principales en los ecosistemas, no ya por su importancia, que por supuesto no es la mayor, sino por su dinamismo, su elevada capacidad para controlar y alterar el medio y, en ocasiones, su imprevisibilidad. Siguiendo la línea general del libro, a lo largo del capítulo habla de los animales en su conjunto y de fenómenos que se generan a partir de ello, como las migraciones, círculos sinaposemáticos, sus relaciones con las plantas y su lugar en los ecosistemas.

Si hasta el momento había mostrado a la biosfera como algo dinámico pero donde existe un relativo equilibrio, en el último capítulo del libro trata la existencia de ese dinamismo no sólo en el espacio sino también en el tiempo a gran escala. Introduce los conceptos básicos de sucesión y perturbación, según los cuales los ecosistemas tienden a crecer en complejidad mientras que sus índices de producción en relación al tamaño de estos desciende, tornándose más estables; lo que vendría a llamarse sucesión, y cómo las perturbaciones provenientes del exterior pueden devolverlos a estadíos anteriores en la sucesión, incluso al principio, reinicializándose el proceso. A lo largo de todo el libro se pueden observar referencias al papel de la civilización humana en la biosfera, así como reflexiones acerca de nuestra responsabilidad al respecto.

Tras todo eso se puede considerar que le ha sido presentada al lector la idea de biosfera y de ecosistema, la visión de la vida desde un ángulo de vista diferente al probablemente podamos decir que es el habitual entre la mayoría de la gente, una idea de tintes reduccionistas que evoca más bien al individuo o, como mucho, al conjunto de individuos, y no al sistema que este conjunto conforma.

El libro es ameno en todo momento, y la lectura es sencilla, aunque en determinados momentos requiere la reflexión del lector, lo cual no es necesariamente una cualidad negativa, más bien al contrario. En algunos puntos se muestran datos que, debido a la antigüedad del libro, pudieran estar ya caducos; sin embargo, debido a la naturaleza introductoria del libro, que incide en los aspectos conceptuales más que nada, se puede considerar un detalle de poca importancia. Presenta también multitud de ilustraciones y fotografías, las cuales lo hacen notablemente más atractivo, aunque hay que lamentar la falta de explicaciones mejores para muchos de los gráficos y esquemas presentados, algunos de los cuales son más bien difíciles de entender a partir de la información proporcionada. Por todo lo demás, es una lectura recomendable para todo aquel interesado en la ecología.

Gerardo Costea

Biólogo y profesor de secundaria.