El mundo de la astronomía tiene, en general, cierta facilidad para sorprendernos, sobre todo en los casos en los que los instrumentos y el procesado de datos dan como resultado imágenes espectaculares del universo. Sin embargo, no en todos los campos de la astronomía tenemos esa suerte. En concreto, la astroquímica, que habla de moléculas y de cosas diminutas, lo tiene más difícil, sencillamente porque los objetos de estudio son muy pequeños… y no tenemos buenas “fotos”, sino espectros y “bosques de líneas” que se entrecruzan. Así que las veces que nos hemos planteado usar el audiovisual para contar cosas, hemos tirado de animaciones o de imaginación.
Es el caso de “Nanocosmos. Polvo de estrellas en el laboratorio”, un vídeo producido por Filmociencia y cofinanciado por la Fundación Española de Ciencia y Tecnología. Se trata de un vídeo corto, de unos diez minutos, que resume varios de los avances tanto científicos como tecnológicos del proyecto europeo “Nanocosmos”, financiado a su vez por el Consejo Europeo de Investigación.
Decir que venimos del polvo que nace de la muerte de las estrellas queda muy poético, pero a ver quién es la lista (me refiero a mí misma, que me encargo de la comunicación de los resultados científicos del proyecto) que se lanza al barro y hace un audiovisual para contar toda esta historia de superación, trabajo en equipo y retos tecnológicos.
Asumiendo el riesgo, no lo hemos hecho una, sino dos veces. Primero con “Nancosmos. Un viaje a lo pequeño”, un documental de 40 minutos producido por LuzLux (también financiado por Fecyt en 2018), y ahora con “Nanocosmos. Polvo de estrellas en el laboratorio”. En el primero no era excesivamente complicado, ya que la idea era dar a conocer los laboratorios e instrumentos que había tras el proyecto. Hicimos un viaje (físico y literario) y quedó una película de carretera que enlazaba ciencia e ideas “saganianas” (como bien ha dicho Francis R. Villatoro al verlo).
En el segundo queríamos hablar de ciencia y de lo que ocurre en el interior de algunas de esas máquinas de laboratorio. Usamos algunas animaciones hechas por Scixel (Enrique Sahagún) y dejé en manos de Filmociencia la parte creativa. ¿Cómo lo contamos? ¿Cómo rellenamos de imágenes las partes más complejas? Por supuesto, había que grabar planos en algunas localizaciones, pero, ¿y el resto?
La magia llegó cuando se encerraron en un despacho y, usando tintas de colores en un tanque de agua e iluminación, jugaron con nuestra percepción. ¡Yo veo mares en ebullición y atmósferas primitivas! Siento haberos revelado el secreto, pero la verdad es que no importa: lo que sí importa es haber logrado contar cosas de astroquímica con tanta belleza visual.
Para mí, eso es arte. Y no puedo estar más contenta con el resultado.
Responsable de comunicación del proyecto europeo Nanocosmos en el IFF-CSIC. A ratos, divulgando #Astrocopla y mezclando ciencia y cabaret. Inseparable de Manuel González. Prima de la gran Agustina Ruiz Dupont. Sin ciencia no hay futuro ni ná de ná.
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