Los mayores divulgadores de todos los tiempos
Conocemos los dinosaurios desde que éramos niños. Y también nuestros padres. Nuestros hijos y nietos seguirán jugando con dinosaurios de plástico y bañándose en la piscina a lomos de saurópodos hinchables. Y además, sabrán sus nombres, cuándo vivieron, qué comían y cómo se extinguieron. Bueno vale, lo sabrán a grandes rasgos, pero es posible que incluso con más detalle que para muchos animales actuales.
Los dinosaurios han conquistado durante décadas la imaginación de nuestra infancia y nuestro interés de adultos: esto supone el mayor éxito de todos los tiempos en materia de divulgación científica, y es la reflexión que voy a compartir con vosotros en relación al XV Carnaval de Biología alojado en esta misma página durante este veranito, y cuyo lema propuesto es «Dinosaurios y otras criaturas extintas».
A continuación, enumeraré una serie de temas y/o conceptos científicos que han sido popularizados y dados a conocer entre el gran público por medio de la fascinación que suscitan los dinosaurios. Por supuesto no creo que acierte con todos, así que los comentarios están a su disposición queridos lectores para matizar, discutir, añadir o eliminar lo que se considere. Vamos allá.
1) Disciplinas científicas
Ya desde bien crío sorprendí a muchos familiares respondiendo a la pregunta de «¿Y tú qué quieres ser de mayor, bonico?» (sí, con aquellas edades incluso un ser como yo se podía considerar «bonico») con la pedante pero llena de convicción respuesta: «Paleontólogo» (aunque por mucha convicción que tuviese nunca llegué a ser pelontólogo, pero esa es otra historia). Esto provocó muchas caras de sorpresa, y pronto fui consciente de que mucha gente ni siquiera sabía lo que era eso. El colmo fueron los que respondían «Ah, claro, ¡como Indiana Jones!» lo cual provocaba una fervorosa indignación en mi persona y la aún más pedante respuesta de «No, ¡Indiana Jones es ARQUEÓLOGO!». Muchas relaciones familiares se rompieron con esta escena. Y no es porque no fuese fan del Dr. Jones (jamás iba al monte sin mi sombrero de plástico y mi cuerda a modo de látigo), pero precisamente el primer efecto de la dinosauriomanía fue el descubrimiento de que había gente especializada en desenterrar y estudiar los fósiles, para luego averiguar cómo eran estos seres alucinantes. Porque lo que hacía Indy molaba mucho, pero ya en esa tierna infancia uno se da cuenta de que los tesoros con poderes mágicos, templos malditos y santos griales no existen. Pero los dinosaurios, sí. Y para estudiarlos, existe algo llamado «paleontología». Porque cada ámbito de la naturaleza tiene su correspondiente rama de estudio. Primera lección.
Nuestro compañero Francesc Gascó sí es un auténtico paleontólogo: ¡no me digan que no tiene pinta de ser un trabajo emocionante! (en este enlace, la fuente de la foto y alguna información adicional)
2) Taxonomía y nomenclatura binomial
Otra de las cosas que descubre uno cuando empieza a interesarse por estos «lagartos terribles» es que tienen nombre y apellidos. En realidad, esto no es algo tan obvio y hay que ser un poco más fanático para descubrirlo; pero no se me negará que absolutamente todo el mundo sabe que el gigantesco carnívoro que aterrorizó a medio mundo en Parque Jurásico se llamaba Tyrannosaurus rex. Bien es cierto que este nombre se ha popularizado a menudo de manera poco rigurosa – como T-Rex, por ejemplo – pero repito, a poco que uno demostrase interés suficiente como para indagar en la abundante literatura popular acerca de dinosaurios (un punto que trataremos al final), se daba cuenta de que estos seres se clasificaban en grupos bien diferenciados y que además de los «nombres propios» (tiranosaurio, diplodocus, estegosaurio….) existían nombres genéricos. Así aprendí que diplodocus y brontosaurios eran parte del grupo de los saurópodos, y que el tiranosaurio era un terópodo. Incluso términos más específicos de sistemática biológica, como saurisquios y ornitisquios para diferenciar los dinosaurios en función de características de su esqueleto (concretamente, si los huesos de la pelvis son más parecidos a los de las aves o a los de los reptiles actuales), llegan a trascender. Conceptos y herramientas de la ciencia biológica clásica llegan a mucha gente por medio de estos seres, pese a que se utilizan para el estudio de todos los seres que pueblan nuestro planeta. Es el primer contacto con la taxonomía (clasificación de organismos según sus características comunes) y la nomenclatura binomial que estandarizó el señor Linneo hace más de trescientos años, y que todavía sigue siendo una herramienta importantísima para la ordenación del conocimiento biológico.
3) La escala de tiempo geológica
Una de las primeras cosas que se dice acerca de los dinosaurios: «dominaron la Tierra hace millones de años». Creo que en pocas ocasiones una persona no versada en ciencias se enfrenta tan drásticamente a la escala de tiempo geológica y sus implicaciones: los dinosaurios se extinguieron hace 65 millones de años, nada menos… ¡pero es que vivieron durante otros tanto millones de años! Poco a poco el dinocurioso se percatará de que en ese tiempo la Tierra no era como la conocíamos… no sólo a nivel de fauna, sino también de flora, y lo más increíble aún… ¡de continentes! Efectivamente, nuestros amigosaurios nos llevarán a descubrir conceptos como la deriva de los continentes, Pangea, las glaciaciones… otra de las grandes revelaciones es que no todos los dinosaurios vivieron en la misma época, por mucho que a menudo los veamos juntos luchando por sobrevivir en películas u otras representaciones populares. Y por supuesto, todo esto nos lleva a uno de mis temas favoritos…
Los dinosaurios vivieron en la era Mesozoica, que comprende el periodo Triásico, el famoso Jurásico y el Cretácico (si queréis saber algo más de este periodo concreto, no os perdáis este relato científico-lúdico) (fuente de la imagen)
4) La evolución
Reconozcamos que la evolución es una de las ideas menos intuitivas y más difíciles de asimilar para las personas. Al igual que la escala de tiempo mencionada en el apartado anterior, no estamos preparados para asumir los millones de años de sutiles cambios en la habilidad reproductiva de las especies y su efecto final sobre la generación de especies nuevas. No lo estamos, y si lo estuviésemos no habría tantas personas que no se creen que esto exista, hasta el punto de ser una teoría científica prohibida en algunos centros educativos (a pesar de estar científica y sobradamente demostrado que la evolución de las especies es un hecho, no una creencia). Llevo años estudiando y leyendo acerca de evolución, y todavía me sigo sorprendiendo ante fenómenos de especiación y estrategias de comportamiento para las que parece imposible entender su historia evolutiva. Es algo increíble.
Pues bien, asumiendo esto, los dinosaurios son los primeros que sugieren al advenedizo que la vida sobre la Tierra no ha sido siempre igual, y que es capaz de cambiar hasta el punto de haber dado lugar a miles de especies de seres gigantescos que ya no existen. Esto para empezar: a continuación, vendrá el famoso tema de la extinción, los restos fósiles, la ocupación de nichos ecológicos por especies supervivientes, y finalmente el largo y lento desarrollo de una línea evolutiva de mamíferos que terminará con la aparición del ser humano actual, representada sin ir más lejos por la persona que escribe estas líneas y que cuando por fin echa la vista atrás y recapacita sobre la duración del periodo de los dinosaurios en comparación a la de los humanos actuales, no puede sino pensar «¡Atiza!», como poco y siendo educados.
El colmo de cómo los dinosaurios pueden llegar a transmitir ideas evolutivas es descubrir que los descendientes más directos de estos seres fabulosos no son los lagartos y demás reptiles, sino… ¡las aves! Seguir el trazado del linaje de las aves hacia atrás en el tiempo es toda una experiencia, si bien es algo más reciente y que nos lleva al siguiente y último (en principio) punto.
Una representación bien sencilla de la evolución de distintos linajes de dinosaurios, incluyendo los únicos supervivientes actuales: las aves. Nótese que algunos reptiles supervivientes de aquellas épocas, como los cocodrilos, no tienen un parentesco cercano a los dinosaurios más allá de un antepasado en común bien antiguo (sacado de aquí)
5) Difusión y desarrollo de los descubrimientos científicos
Cuando yo era un infante, recuerdo ver un documental en la televisión donde se sugerían algunas ideas acerca de los dinosaurios que parecían revolucionarias: por un lado, se hablaba de la concepción de estos seres como animales de sangre caliente, capaces de regular su temperatura corporal y no dependientes de la radiación solar como los reptiles actuales. A raíz de esto, se pintaba a los dinosaurios como seres rápidos y activos, en contraposición a la concepción más antigua de gigantescos saurios de lentos y torpes movimientos que vagaban por ahí intentando gastar el mínimo de energía posible. Por supuesto, ambas visiones son demasiado extremas, y si bien la última está totalmente descartada, la idea de la homeotermia está todavía en constante debate y se matiza en función de tipos de dinosaurios, etapas del desarrollo, y otras cuestiones (podéis leer al respecto aquí).
Pero volviendo al mencionado documental, otra de las ideas transgresoras era que los dinosaurios se parecen más a las aves actuales, que resultarían ser descendientes directos del linaje de dinosaurios terópodos, compartiendo así parentesco con seres tan impresionantes como el Tyrannosaurus rex. Jamás olvidaré la sensación que tuve cuando en el documental enfocaban a un avestruz corriendo, para centrarse después en sus patas: no me cupo duda, era un dinosaurio, sólo que con plumas. Para rematar la faena, lo que en mis primeros libros de dinosaurios era una especie de «eslabón perdido» entre dinosaurios y aves (ya sabemos que este término no es adecuado, no hay «cadenas evolutivas» sino ramificaciones de linajes), el Archaeopteryx, una de las aves más primitivas, se ha convertido en una más de tantas especies de aquella época que presentaban plumas o protoplumas, hasta el punto de que hoy en día se tiene evidencias de presencia de estas estructuras en dinosaurios de muchos tipos, incluso el famoso tiranosaurio.
Uno de los fósiles más famosos (y bellos), mostrando un ejemplar de Archaeopteryx con todo su plumaje clarísimamente marcado (fuente)
Un terópodo de reciente descubrimiento, muy emparentado con el famoso T. rex: Yutirannus huali, con un aspecto emplumado entrañable. En realidad no son plumas como las de las aves actuales, pero son estructuras muy parecidas y se postula que funcionalmente equivalentes (fuente)
Esto es una manifestación de la evolución del pensamiento científico: se hipotetiza sobre los seres extintos en función de las pruebas que se tiene en el momento. Según avanzan los descubrimientos, se hallan evidencias fósiles, y las técnicas de estudio se desarrollan, estas hipótesis cambian a su vez, enriqueciéndose en detalles o sustituyéndose por otras más plausibles. No conozco muchas disciplinas científicas en las que esto se refleje en la cultura popular: los libros de dinosaurios no profesionales, además de ser de los más prolíficos y variados, incluyen multitud de términos y conceptos científicos como los que hemos enumerado; pero lo interesante es observar las diferencias que se suceden en apenas unos años. Desde aquellos libros que crecí devorando, hasta algunos más recientes que han caído en mis manos (unos más profesionales que otros), he podido observar cómo la representación de los dinosaurios con plumas, la descripción de sus comportamientos o las teorías acerca de su extinción han sufrido una constante evolución.
Para terminar, pensemos simplemente en lo más popular que podamos imaginar: los dinosaurios en las películas. Incluso asumiendo una falta de rigor inherente a la representación fílmica (licencias artísticas, podríamos llamarlas), la imagen de los dinosaurios ha cambiado desde las primeras e ingenuas representaciones de lagartos que arrastraban la cola y se movían torpemente, hasta las criaturas de aspecto tremendamente real confeccionadas por el equipo de Spielberg en Parque Jurásico. Cierto es que el rey Midas de Hollywood se columpió ampliamente (sin ir más lejos dando al diminuto Velociraptor el aspecto más propio de otros parientes más grandes), pero fíjense si las corrientes científicas están presentes en el mundo dinosaurio que en la tercera entrega de la saga se muestra a los velociraptores con llamativos colores, plumas y una gran inteligencia. Siguen siendo erróneamente representados, pero es un intento de ponerse al día con la visión científica más actual (sobre este tema podrán leer en profundidad próximamente en esta misma página, pues nuestros compañeros expertos en la materia están trabajando en una serie de «reseñas jurásicas» bien jugosas de la que ya tenemos la primera).
Tal vez a los más puristas esto último les puede resultar contraproducente; pero en mi opinión, es más que favorable que estas popularizaciones de temas científicos puedan provocar que el espectador interesado o el niño curioso puedan empezar a comprender un ámbito del conocimiento humano que de otra manera quedaría oculto tras un halo de misterio, aburrimiento y jerga científica incomprensible. Ojalá muchas otras disciplinas gozasen de esta popularidad, y por más que piense, sólo se me ocurre un cierto paralelismo en la exploración espacial y la ciencia ficción. Sería interesante saber quién ganaría un concurso de popularidad. Algo me dice que estos seres gigantescos y draconianos tendrían todas las papeletas, pues nos recuerdan que por mucho que soñemos con seres mitológicos y fantásticos, sobre nuestro planeta podemos encontrar muestras vivientes o extintas aún más asombrosas de lo que nadie haya podido imaginar jamás.
Esta entrada participa en el XV Carnaval de Biología alojado este mes aquí, en Hablando de Ciencia.
Dani
Publicado el 09:31h, 20 agostoEstoy totalmente de acuerdo con tu párrafo final, doc.
Excelente artículo.
Salud!
Dr. Litos
Publicado el 15:00h, 20 agostoHombre, qué bueno encontrarle por aquí caballero!
Salut i força al canut, que dicen en mi tierra! XD
alvaro
Publicado el 09:56h, 20 agostoNunca me había parado a pensarl desde este punto de vista, interesante artículo sin duda. Yo también he aprendido mucho gracias a los dinosaurios.
Dr. Litos
Publicado el 14:58h, 20 agostoMe alegra haber dado en el clavo, no soy experto en el tema así que tenía que escribir sobre lo que sé: cómo los dinosaurios despiertan el interés científico.
Gracias y un saludo.
Sofocracia
Publicado el 11:15h, 20 agostoUn artículo muy interesante. Sin embargo, respecto al último párrafo, creo que ganaría la ciencia ficción, sin duda. El número de incógnitas presentes en la exploración espacial, al menos a mi juicio, lo puede hacer más interesante.
Dr. Litos
Publicado el 14:57h, 20 agostoBueno, a nivel de incógnitas es cierto, pero algo tienen estos bichos que fascinan de una manera especial, no? Y aún queda mucho por descubrir y entender…
Gracias por le comentario, un saludo!
icvav
Publicado el 12:55h, 20 agostoLos velociraptores de Jurasic Park no son velociraptores, son Deinonychus. Es un conocido problema de nomenclatura. Cuando Chrichton escribió la novela se basó en los libros de un paleontólogo que clasificaba los Deinonychus como velociraptores. Esa misma clasificación se usó en la película pero poco después cayó en desuso. Vamos, que es más un anacronismo que un error científico. Aunque luego sí que hay algún otro error en la película.
Se puede leer la explicación detallada aquí:
http://en.wikipedia.org/wiki/Biological_issues_in_Jurassic_Park#Velociraptor
Curiosamente yo tengo un libro de divulgación para niños que creo que debe de ser de finales de los ochenta que presenta a un Deinonychus con plumas, es solo un recuadro en una esquinita, y lo menciona como una simple especulación pero resulta curioso que en un libro tan antiguo se hable de algo que en ese momento era tan reciente.
Dr. Litos
Publicado el 14:56h, 20 agostoMuy buen apunte, iba a entrar en detalle con lo del Deinonychus (era uno de mis favoritos cuando era crío, y al ver la peli pensé que se habían columpiado sobremanera) pero como los compañeros en su reseña de la peli lo han explicado muy bien, no me mojé. Se puede leer acerca de esa «confusión» en este enlace: https://www.hablandodeciencia.com/articulos/2012/08/18/resenas-hdc-parque-jurasico/
Y efectivamente, algunos de esos libros «populares» eran bastante visionarios! Gracias por comentar!
Banchsinger
Publicado el 13:28h, 20 agostoJefe, parece que hayas descrito mi infancia. Solo que la idea de ser paleontólogo la cambié ipso facto cuando me enteré de lo del meteorito, después del acojone inicial con 5 años, No, no quería ser Bruce Willis, quería ser Astrofísico para mandar al próximo asteroide al infierno de los asteroides si es que osaba acercarse al planeta… ahora no soy ni lo uno ni lo otro pero sin duda, estos titanes tienen la culpa de que sea científico…
Dr. Litos
Publicado el 14:54h, 20 agostoAmigo, yo sentí lo mismo al leer el principio de tu entrada sobre los titanes en Jindetrés… ¡almas blogueras gemelas, sin duda!
Y porque no he querido entrar en más detalle autobiográfico, si llego a contar las repelentes charlas sobre dinosaurios que di en primaria, cuando todo el mundo hablaba de animalitos y salí yo hablando de saurópodos, ornitisquios y cosas de esas… ciertamente, no era un niño muy popular.
Victor Tagua
Publicado el 20:30h, 20 agostoCreo que por esa etapa hemos pasado todos, Litos
Yo también era el niño repelente de los dinosaurios, pero luego se estrenó Parque Jurásico y ya era de los guays porque tenía un montón de libros y muñecos de dinosaurios que aun conservo.
Lo que más me jode aun es que la mayoría de libros de dinosaurios serios y para adultos sigan estando en las tiendas en la sección de niños, pero oye, que ellos se los compran se lo leen y lo entienden todo
Muy buen post y muy bien explicado todo. Vivan los dinosaurios!!!
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albertomgandara
Publicado el 15:35h, 21 agostoSaurisquio y ornitisquio fueron mis primeras palabras, compañero.
alexis
Publicado el 19:13h, 21 agostoEstimado Dr: He estado algo alejado durante un tiempo, pero me alegra entrar a HdC y encontrar algo tan fantastico como los dinosaurios y la divulgacion. Con respecto al final creo que Star Trek, en ciencia ficcion, tambien ha hecho su parte importante por acercar al comun de los mortales hacia la exploracion espacial, vida extraterrestre y el modo de vida futurista (sin ser estrictamente correcta pòr supuesto). Un gran saludo.
Dr. Litos
Publicado el 19:20h, 21 agostoPero he ahí la cuestión compañero, Star Trek es una obra de ficción, pero los dinosaurios son un campo de estudio científico que ha traspasado las barreras de su disciplina para convertirse en fenómeno de masas… esa es su grandeza, nunca mejor dicho. Nunca una disciplina o hito científico, en sí mismo, había desatado tanta pasión fuera de la comunidad científica…
Desde luego, eso no lo niego, que Star Trek es de esas obras que han espoleado vocaciones, porque a diferencia de Star Wars (por más que me pese) siempre ha habido algo más de ciencia detrás de sus fantasías. Saludos!
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