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Skincare científico: un buen propósito para 2024

El skincare está de moda, ¿pero conoces toda la ciencia que hay detrás de una rutina básica de solo unos pocos pasos?

Cuando cumplí 30 años me propuse tomarme en serio el skincare. Vamos, lo que la gente moderna llama a lavarse la cara con algo más que agüilla y ponerse aunque sea una crema que la hidrate. Al principio empecé comprando productos al tuntun, sin mirar ingredientes ni nada. Sin embargo, con el tiempo decidí que, ya que soy curiosa de la ciencia y que algo de formación tengo, no estaría mal empaparme un poco sobre el tema.

Desde entonces gasto menos y me veo la cara mucho mejor. Además, le he ido cogiendo el gusto a aprender más sobre el tema, porque la verdad es que hay mucha ciencia detrás del cuidado de la piel. 

Por eso, en este artículo os voy a hablar de una rutina de cuidado de skincare muy básica, con todo su fundamento científico.

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Antes de empezar, quiero dejar clara una cosa y es que no soy dermatóloga. Yo no voy a decirle a nadie cómo se tiene que cuidar la piel, mucho menos para casos concretos. 

Ante la duda, lo mejor es consultar a un profesional. Yo solo voy a hablar un poquito de la ciencia que hay detrás de una rutina general.

Con el skincare, menos es más

Lo primero que he aprendido al leer sobre este tema es que menos es más. Es verdad que las coreanas tienen una piel envidiable y que se supone que la consiguen con una rutina ni más ni menos que de 10 pasos. Pero vamos a otorgarle también a la genética su parte de mérito, que no es poca.

Desde luego, una rutina de 10 pasos es la mar de placentera y seguro que le va muy bien a la piel. Pero también es cara y la verdad es que no es necesaria. Además, lleva tanto tiempo que al final la acabamos dejando por aburrimiento. Es mucho más efectivo llevar a cabo una rutina que nos enganche, que la disfrutemos, pero no suponga perder mucho tiempo al día. Así, la adhesión es más fácil. 

Paso 1. La limpieza

Si la piel no está bien limpia, de poco sirve que le pongamos mil potingues encima. Por eso, tanto en la rutina de día como en la de noche, es esencial limpiar bien la cara.

Aquí me remito otra vez a las coreanas, porque su rutina ha puesto de moda algo conocido como doble limpieza. Esta consiste en usar primero un limpiador con base de aceite y luego otro con base acuosa. 

Los limpiadores con base aceite se basan en grasas, que son hidrofóbicas. Esto significa que no se disuelven bien con agua, pero sí que se unen bien a otras grasas, lo cual incluye la suciedad y los restos de maquillaje. Por eso, puede ser una buena forma de retirar, dicho un poco bestia, lo más gordo. Aunque no lleves maquillaje, ayuda a retirar los restos de protector solar, de suciedad del ambiente o de otras cremas que se hayan utilizado antes.

Después ya viene el limpiador con base de agua, que es un jabón que retira el resto de suciedad y los propios restos del aceite que puedan quedar. Funciona como cualquier otro jabón. Es decir, contiene tensioactivos, que son compuestos que actúan sobre la tensión superficial entre dos sustancias no solubles, facilitando que se mezclen. En este caso, ayudan a que el agua retire los restos de suciedad y de aceite que puedan quedar, dejando ya la cara totalmente limpia. 

El fenómeno de la piel tirante

De hecho, la piel se queda tan limpia que podemos llegar a sentirla tirante. Esto es algo curioso, porque en realidad nadie nos tira de la piel. Está todo en nuestro cerebro. Y no, no estoy loca, esto tiene una explicación.

Ya hemos visto que cuando limpiamos la cara nos interesa retirar la grasa del maquillaje o la suciedad. Esto se hace con el limpiador en base aceite y también con los tensioactivos que llevan los jabones. El problema es que todo esto afecta al estrato córneo, que es una capa protectora que hay en la superficie de la piel. Esta está compuesta por células, llamadas corneocitos, que se encuentran cohesionadas entre sí gracias a una serie de aceites, como las ceramidas. ¿Qué pasa? Que si nos ponemos a quitar grasas a mansalva, también quitamos los aceites del estrato córneo, provocando que las células se contraigan.

Resulta que cuando esas células se contraen impulsan la liberación de una señal que actúa sobre los mecanorreceptores. Estos son los receptores de la piel que se activan cuando algo la presiona. Por lo tanto, lo que nosotros percibimos es que nos están estirando la piel, aunque no haya ningún estímulo físico sobre ella.

De todos modos, no pasa nada, porque al hidratar la piel el estrato córneo vuelve a su ser. Que no cunda el pánico. 

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Crédito: Scientific Animations (Wikimedia Commons)

Paso 2: Tratamiento.

En una rutina de skincare se pueden usar tónicos, mascarillas, esencias y mil cosas más. Pero no hay problema por pasar directamente al serum. Lo ideal es que este tenga algún ingrediente dirigido a tratar alguna peculiaridad de la piel. Aquí podría pasarme 200 hilos hablando de ingredientes, pero me voy a centrar en tres: vitamina C, ácido hialurónico y retinol.

Vitamina C: el antioxidante por excelencia

La vitamina C es un antioxidante. Como su propio nombre indica, combate la oxidación. Esta se da cuando las moléculas de oxígeno, que normalmente tienen todos sus electrones emparejados en su capa más externa, pierden alguno y se desaparean. Como los átomos buscan siempre la estabilidad, el átomo desparejado, conocido como radical libre, buscará otro átomo cercano al que arrancarle un electrón. Este proceso de arrancar el electrón se llama oxidación y está asociado al envejecimiento celular.

En el caso de la piel envejecida, se ve apagada, cansada y menos flexible. Esto último se debe a que las células dañadas por la oxidación fabrican menos colágeno, una proteína que, entre otras funciones, ayuda a mantener la piel tersa. La vitamina C es esencial para solucionar todo esto. Por eso, es muy útil en la rutina de día.

Ácido hialurónico: el Aquaman del skincare

El ácido hialurónico es un polisacárido que tiene muchas funciones, basadas en su mayoría en su capacidad de retener agua. Una cantidad de agua equivalente a mil veces su peso molecular, ahí es ná. Esto es muy necesario para la piel, porque una piel hidratada es una piel feliz. Se ve menos apagada y más elástica, con lo cual se retrasa la aparición de arrugas. 

Existe ácido hialurónico de alto y bajo peso molecular. Lógicamente, el grandote retiene más agua. A bote pronto nos interesa más. El problema es que no puede cruzar a capas profundas de la piel, por ser tan grande.

Por eso, en las cremas nos interesa una mezcla de ácido hialurónico de alto y bajo peso molecular. El grande, cargadito de agua, hidrata las capas más externas. Y el pequeñito hidrata el interior. Son todo ventajas.

Se puede usar tanto de día como de noche. De hecho, es un humectante que se añade en muchos sérums con otros compuestos. Sin embargo, yo lo uso por las mañanas, alternándolo con la vitamina C. No me gusta mezclar compuestos que no se hayan formulado juntos en una misma rutina, aunque esa ya es una manóa personal. 

Retinol: la estrella del rock del cuidado de la piel

El retinol es la estrella del rock del skincare. Está de moda, pero con razón, porque es un ingrediente todoterreno. Tanto, que si la madrastra de Blancanieves lo hubiese tenido nos habría ahorrado la primera normalización de un beso sin consentimiento de nuestras vidas.

Forma parte del grupo de los derivados de la vitamina A conocidos como retinoides. Hay más, pero es el que más se usa. Tiene un bajo peso molecular, por lo que penetra en las capas más profundas de la piel, pero también actúa a nivel superficial, y sus funciones son muchísimas. Por ejemplo, promueve la renovación celular, por lo que favorece que se elimine la piel muerta y aparezca piel nueva, más luminosa. 

Además, mejora la textura de la piel y su elasticidad, despigmenta y previene y reduce las arrugas. Por si fuese poco también es seborregulador. Esto último lo convierte en un ingrediente estupendo para mejorar el acné. Vamos, que lo tiene todo, papi. El único problemilla es que esa descamación que produce puede ser muy fuerte si la piel no está acostumbrada, así que hay que introducirlo poco a poco en la rutina. Por ejemplo, se puede usar dos noches en semana durante un mes. Después un día sí y un día no, más o menos durante el mismo tiempo, y ya luego todas las noches. 

Por otro lado, otro contra es que no lo pueden usar las embarazadas por precaución ante la posibilidad de malformaciones en el feto. Existe una sustancia de origen vegetal, llamada bakuchiol, que produce efectos parecidos a los del retinol y sí se puede usar en el embarazo. No obstante, como dije al principio, no soy dermatóloga y tampoco ginecóloga. Mi consejo es, si estás embarazada, consultar con ambos especialistas todos tus productos de skincare. 

Finalmente, es importante recordar que el retinol se debe usar por la noche, porque sensibiliza mucho la piel. Y, por supuesto, al día siguiente utilizar protección solar.

Paso 3: ¿Hidratación? 

Uno de los datos que más me han llamado la atención al aprender sobre skincare es que la crema hidratante no es indispensable

En realidad, la hidratación es necesaria para reponer un poco los aceites del estrato córneo que se pierden con la limpieza o con las agresiones naturales de la piel. Por ejemplo, cuando hace mucho frío o nos hemos hecho una exfoliación.

Lo que pasa es que los productos que se usan en tratamiento ya suelen incluir ingredientes que ayudan a reponer esa pérdida de aceites. Ingredientes como la glicerina o el ácido hialurónico, por ejemplo, se pueden encontrar en sérums e incluso protecciones solares. Por eso, salvo si la piel está sana y no se ve demasiado deshidratada, quizás la crema hidratante sea un paso que se pueda saltar. 

Paso 4: Protección solar. 

En la rutina de mañana de skincare hay un paso que no se debe saltar jamás: la protección. Para empezar, esta es necesaria para prevenir el cáncer de piel. No creo que hagan falta más motivos. Pero, además, la radiación solar también promueve el envejecimiento celular.

Debemos usar cada día la cantidad que cubre las yemas de dos dedos y, con ella, cubrir la cara y el cuello. No nos olvidemos del cuello, si no queremos quedar así

protección solar
Crédito: C. Poch

Y eso es todo, amigos. Por supuesto, hay muchas más cosas que se pueden puntualizar en una rutina de la piel, pero esto sería lo básico. Cuidar el skincare un poco más podría ser un buen propósito para 2024, ¿no?

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