¡Amor sí, hijos no!
Tal y como lo hacen muchas especies en el planeta, con el fin de preservar la especie, los seres humanos nos vemos abocados a la reproducción sexual. En tal proceso los 23 cromosomas de cada uno de los individuos involucrados se mezclan para crear un nuevo ser único e irrepetible. De hecho, y si lo meditamos solo un momento, sin el microsegundo en el cual las células sexuales de tus padres se unieron (o si se hubiese llevado a cabo en otro momento), tú, mi estimado lector no estarías leyendo estas líneas, y por supuesto yo tampoco las habría escrito. No obstante, siendo lo humanos que somos, este mecanismo, más que natural, ha tenido un sin número de puntos de vista para nuestra especie, algunos religiosos, otros sociales, incluso políticos o demográficos. En este contexto, si una pareja no desea que la asociación de sus genes dé fruto (los motivos para aquello no son parte de este post, ni pretenden serlo), existen muchas opciones, y entre ellas una buena idea es el uso de contraceptivos, también conocidos como anticonceptivos.
La historia de la anticoncepción es muy antigua. Ya en Egipto (hace 4000 años) se trituraban semillas de granada para formar unos pequeños apósitos con ayuda de cera de abeja, que eran introducidos en la vagina. Hoy se sabe que la fruta contiene un estrógeno natural, y es probable que la mezcla evitara la ovulación. También se conoce, asegúrate a tu asiento, de un preparado compuesto de estiércol de cocodrilo mezclado con hierbas y tela de araña, que la mujer tenía que introducir en su vagina antes del acto sexual. Más tarde Aristóteles cita un «tampón» a partir de aceite de cedro, o de olivo, mezclado con incienso y un ungüento con plomo. El legendario Giacomo Casanova recomendaba colocar medio limón exprimido en el interior de la vagina para que el jugo actuara como espermicida; a este respecto también se conoce que la hermosa reina Cleopatra usaba una esfera de 18 mm que insertaba en su vagina para impedir el paso de los espermatozoides. De la eficacia de estos métodos no existe ninguna prueba palpable. Los hombres también lo han intentado, ya en la edad media se utilizaban preservativos hechos de intestino de animales o de piel de pescado. En 1870 aparece el primer preservativo de caucho con dudosa plasticidad y calidad (el problema se solucionaría definitivamente con la introducción del látex a partir de 1930). De todas maneras ninguno de estos métodos puede ser considerado efectivo para la anticoncepción, tal y como se usaron en la época, por lo cual los embarazos no deseados eran frecuentes con seguridad.
Los primeros avances realmente científicos al respecto se deben al Fisiólogo austriaco Ludwig Haberlandt, quien fue la primera persona en demostrar que la menstruación está regulada por la producción de hormonas por parte del cerebro y los ovarios. En 1923 produjo el primer experimento contraceptivo inyectando extractos de placenta en animales fértiles y logrando hacerlos temporalmente estériles. Luego, en 1929, el bioquímico y premio Nobel Adolf Butenandt aisló la estrona, la primera hormona sexual femenina. Posteriormente se sintetizó el estradiol, molécula base en varios de los productos de terapia hormonal actual, y se obtuvo progesterona de ovarios de cerdo.
Pero situemos esta historia en Estados Unidos, país en donde se dio el verdadero impulso hacia la anticoncepción. Aquí encontramos a Margaret Sanger, una feminista radical y muy activa, fundadora de la Federación Americana para la Planificación Familiar, quien promovió eficientemente la contracepción femenina. Sanger era partidaria del control de la natalidad como medio para prevenir los efectos no deseados del acto sexual; todo con el fin de aliviar la pobreza generada por embarazos no deseados. Sin embargo diez años más tarde esas ideas darían lugar a la contracepción como un medio para que las mujeres se liberen sexualmente y disfruten del sexo. Es así que en la primera revolución sexual, en los años 60, se dio cumplimiento a la demanda: ¡Amor sí, hijos no!, materializando la diferenciación entre sexualidad y reproducción.
El año crucial hacia la invención de la píldora fue 1950, cuando Sanger convenció a la filántropa Katherine McCormick acerca de “la liberación de la mujeres de la tiranía de los embarazos no deseados”, la asociación logró obtener 50.000 dólares y financió la investigación del médico bioquímico Gregory Pincus y su equipo con el fin de obtener un anticonceptivo hormonal eficaz y de fácil uso.
En este contexto, el desarrollo de la píldora para el control de la natalidad se asocia a los nombres del Gregory Pincus, el fisiólogo John Rock y el químico orgánico Carl Djerassi. El primer éxito del equipo ocupa los anales de la historia de la química y la medicina de 1955, cuando Rock puso a prueba el efecto de la progestina en un valiente grupo de cincuenta mujeres que prestaron voluntariamente su proceso de ovulación para la investigación científica. De esta manera dio inicio el llamado Proyecto Progesterona Pincus, familiarmente conocido como PPP, que luego cambio maliciosamente su significado a pi,pi,pi, en alusión a los cientos de muestras de orina que debieron analizarse en las cincuenta mujeres voluntarias para el estudio.
Los resultados del trabajo fueron perfectos porque ninguna de las cincuenta mujeres ovuló. Aunque Pincus era consciente que habría quien solicitaría demostraciones adicionales a su único ensayo, el equipo estaba seguro que el estudio demostraba la realidad acerca de la píldora oral del control de la natalidad. Era el triunfo de la química sobre la biología. Desde ese momento, y con el paso de los años, con las mejoras sustanciales en cuanto a dosis y disminución de efectos secundarios, se logró engañar a la bioquímica femenina, de tal manera que fue posible suprimir el proceso ovulatorio e impedir la concepción de un nuevo ser.
Hoy por hoy se reparten millones de píldoras en el mundo y el mercado contraceptivo va en aumento. Según datos del director ejecutivo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) solamente entre los países en desarrollo existen potencialmente 230 millones de nuevas consumidoras.
Pero este no es el fin de la historia. Hace unos pocos años en el pasado, específicamente en 1998, surgió otra revolución sexual, ahora para los varones ya maduritos o con problemas de erección. Tal como seguramente ya lo adivinaste, estimado lector, se trata de la famosa pastilla azul, que resultó ser la solución efectiva a la muy difundida, pero poco aceptada, disfunción eréctil masculina.
El compuesto estrella del “diamante azul” (este apelativo seguramente se debe al enorme valor que tiene para quienes lo usan) es una molécula llamada sildenafil, comercialmente conocido como Viagra®. Viagra actúa permitiendo la dilatación de los cuerpos cavernosos, incrementando el flujo de sangre hacia el pene y, por consiguiente, la erección. El paso clave de la bioquímica del sindenafil en el proceso de erección es iniciado mediante la liberación del óxido de nitrógeno (NO), un efímero (pero muy importante) neurotransmisor que activa todo el proceso. Según la Pfizer, empresa que sacó al mercado el producto, el efecto se mantiene por un período de cinco a seis horas, lo que quiere decir que ante un estímulo sexual se puede desencadenar la erección en un periodo de hasta seis horas, lo cual en ningún caso indica que el medicamento provoque erecciones por varias horas (¡que la ventura nos libre!).
Escribiendo estas líneas recordé a unos de mis autores Colombianos favoritos, el genial Daniel Samper Pizano quien en su «entrevista a Don Pene» (incluida en el libro «La mica del Titanic«) cita:» – ¿Algún consejo a los penes que lean esta entrevista? – En caso de dificultades, queridos colegas, fe y dignidad. Como en los viejos tiempos. – ¿Considera al viagra un amigo? – Como dijo el filósofo: Agradece toda mano que ayude a levantarte».
Bromas aparte, las nuevas investigaciones sugieren que el Sildenafil tendría una nueva función, esta vez en el sexo femenino. Los investigadores consideran que, probablemente, Sildenafil ayude a que las mujeres recuperen su reloj biológico y, por ende, puedan conciliar el sueño y en consecuencia lograr un descanso reparador. Si esto se llega a comprobar, viagra realmente sería el diamante en capsula para la cama: él puede lograr erecciones firmes, y ella puede conciliar el sueño. Esto en conjunto, según la sabiduría popular, garantiza 23 horas al día de absoluta felicidad. ¡Muy buenas noches!
Nota: Si fuiste observador notarías que este post tiene una ligera fijación con el numero 23. Esto no es gratuito, ya que este articulo participa en la XXIII Edición del Carnaval de Química, que organiza el divulgador Luis Reig en su blog Moles y bits; en donde el reto a más de químico también es numérico.
Para Saber más:
- Corey, E.J. Czakó, Barbara and Kurti László. Molecules and medicine. John Wiley and sons, Inc. USA. 2007.
- Gratzer, Walter. Eurekas y Euforias. Editorial Critica. Barcelona. España. 2004.
- Magnani, Esteban. Ciencia para leer en bicicleta (II). Colección Claves para Todos. Editorial Capital Intelectual. Buenos Aires. 2009.
- Daniel Samer Pizano. La mica del Titanic y otros artículos para naufragar de la risa. Aguilar Ediciones. Colombia. 2009.
Invierto mi tiempo en la enseñanza de Química en la Universidad San Francisco de Quito. Además me apasiona la divulgación científica y la ciencia ficción.
Jose David
Publicado el 11:17h, 01 abrilHola.
Historia, quimica, actualidad……en fin, como siempre digo de Alexis, lo peor de sus articulos es que «son finitos».
Increible que hace 4 milenios los egipcios «intuyeran» que con semillas de granada se podia evitar la concepcion.
Gran post.
Un saludo.
Jose David.
alexis
Publicado el 20:24h, 01 abrilAsí es, las culturas antiguas ya «conocían» mucho de lo que ahora hemos redescubierto, y realmente entendido gracias a la ciencia. Gracias por leerme. Un saludo.
Alexis.
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Publicado el 20:33h, 01 abril[…] !Amor sí, hijos no! […]
Bitacoras.com
Publicado el 20:45h, 01 abrilInformación Bitacoras.com…
Valora en Bitacoras.com: Amanecer (Salvador Dalí) Tal y como lo hacen muchas especies en el planeta, con el fin de preservar la especie, los seres humanos nos vemos abocados a la reproducción sexual. En tal proceso los 23 cromosomas de cada uno de lo…..
Luis
Publicado el 00:09h, 02 abrilJajajaja, magnífico. Las continuas referencias al número 23 me han parecido muy divertidas. 😀
Te mereces moles de aplausos, crack.
Gracias por participar en el XXIII (¡23!) Carnaval de la Química.
alexis
Publicado el 19:19h, 02 abrilMuchas gracias. Sí me desgrane un poco el cerebro para poder calzar con el numero. Un placer y un honor participar en el carnaval. Un saludo.
Alexis.
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