¿Qué tienen en común el ojo y un espejo retrovisor? El punto ciego.
Descartes ya dudaba de la veracidad de los sentidos hace cinco siglos; lo que vemos y oímos, no siempre es lo que realmente hay.
Puede parecer muy filosófico, pero para nada. El cuerpo humano no es una máquina perfecta como solemos decir. Tiene sus excesos, como algunas partes del cuerpo que ya no cumplen ninguna función (las muelas del juicio o el decimotercer par de costillas que tiene alguna gente), pero también peca de defectos. El ojo humano, bastante desarrollado, tiene una pega: un punto ciego. Sí, como le ocurre al espejo retrovisor del coche, el ojo humano tiene un punto, un área pequeña de la visión que no puede detectar. En primer lugar empezaré mostrando un experimento que, creo, no os dejará indiferentes y más tarde explicaré por qué ocurre esto y cómo suple el cerebro esa decadencia visual. ¿Te apetece descubrirlo?
Vamos a hacer que desaparezca el logotipo de HdC.
Para ello, lo que debes hacer es cerrar el ojo izquierdo, y sin dejar de mirar la estrella roja, colocarte a unos 30 cm de la pantalla del ordenador. El logotipo desaparecerá, y podrás ver ambas estrellas, roja y lila solas, sin problema alguno, ¿Verdad? Y si te separas más de la pantalla, será la estrella lila la que desaparece de tu campo de visión.
¿Por qué ocurre esto?
Es debido al punto ciego del que hablábamos. Las imágenes que entran por nuestra pupila lo hacen en forma de luz que llega a unas células sensibles de la retina conocidas como conos y bastones, que captan esa luz y la transforman en impulsos nerviosos que viajarán hasta el cerebro para interpretarlos en forma de imágenes, las que estamos viendo. Si observamos la anatomía interna del ojo en la foto, veremos que la retina no cubre por completo el interior del ojo, sino que hay una zona donde no hay células sensibles a la luz, sino que está ocupada por la entrada del nervio óptico, zona que se conoce como disco óptico y que es la que causa el punto ciego del que estamos hablando.
¿Por qué no nos damos cuenta?
Sería lógico pensar que si hay una zona del ojo que no es capaz de captar imágenes, deberíamos ver dos manchas en nuestra visión constantemente, estar en el cine y que en ambos lados de la pantalla hubiera dos huecos vacíos que no vemos. Sin embargo, esto no ocurre. ¿Por qué?
Vamos con otro experimento. Hay que repetir el proceso anterior. Cierra el ojo izquierdo y de nuevo colócate a unos 20-30 cm de la pantalla mirando la estrella.
Habrá un momento en el que el ratón desaparezca de la jaula. Sin embargo, lo que vemos, no es un hueco blanco en la jaula, no, da la impresión de que la jaula tiene todos sus barrotes intactos, pero el ratón no está dentro.
Esto ocurre porque el cerebro “rellena” el hueco que el ojo deja vacío. Al cerebro no le llega la información visual de la zona donde se encuentra el ratón, entonces lo que hace es rellenar el hueco siguiendo el patrón de la imagen que lo rodea que, en este caso, son los barrotes de la jaula.
Lo curioso es que hay animales que tienen una estructura ocular muy parecida a nosotros, como los calamares o sepias, pero que por evolución convergente (dos estructuras similares han evolucionado independientemente a partir de estructuras ancestrales distintas y por procesos de desarrollo muy diferentes) ellos han evitado ese punto ciego.
Juanjo Jara
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Publicado el 09:45h, 05 agosto[…] Descartes ya dudaba de la veracidad de los sentidos hace cinco siglos; lo que vemos y oímos, no siempre es lo que realmente hay. […]
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Ununcuadio
Publicado el 21:30h, 17 agostoYo no consigo verlo 😛