Un virus que te controla el cerebro: la rabia
Seguramente, lo primero que nos venga a la mente al hablar de la enfermedad de la rabia será un perro que, de forma totalmente descontrolada, intenta morder furioso a todo aquel que se le acerca, echando abundante saliva espumosa por la boca. No andamos muy mal encaminados…
La rabia es una enfermedad infecciosa y muy aguda de animales mamíferos, causada por un virus de la familia Rhabdoviridae. Este virus ataca al sistema nervioso, provocando el desarrollo de una encefalitis, que con casi total seguridad derivará en la muerte del individuo contagiado.
En la transmisión de la enfermedad encontramos como vectores todos los mamíferos aéreos (murciélagos) y terrestres. Para que ocurra, debe producirse el contacto de las mucosas del vector (generalmente la saliva) con una herida del individuo sano (generalmente producida por el propio vector al morderle). Una vez dentro del cuerpo, el virus se va a dirigir hacia el sistema nervioso central, viajando por los axones de las neuronas (prolongaciones alargadas) de forma muy lenta y constante, hasta alcanzar el encéfalo, por ello, el sistema inmune es incapaz de reconocerlo.
Podemos encontrar la enfermedad afectando a mamíferos por todo el mundo, excepto Australia. En países en vías de desarrollo son los animales domésticos, como perros y gatos, los principales vectores de la rabia a humanos, mientras que en los países desarrollados la transmiten principalmente animales silvestres. En zonas de Asia y África esta enfermedad representa un grave problema de salud pública en niños menores de 15 años, con hasta 55 mil muertes al año.
La enfermedad avanza por diferentes fases. En primer lugar, una fase de incubación asintomática de hasta 3 meses de duración. Posteriormente, la denominada fase prodrómica (de hasta 10 días), en la cual el virus se desplaza hacia el cerebro, encontrando síntomas inespecíficos de cansancio, vómitos, fiebre, dolor de cabeza, etc. Le sigue a ésta, la fase neurológica (de hasta 7 días), en la cual el virus ataca violentamente al cerebro, provocando delirios y alucinaciones, miedo al agua, a la luz y al aire, hiperactividad, ansiedad, depresión y una incontrolable necesidad de atacar. Por último, el paciente entra en coma durante unos pocos días y muere, generalmente, por paro cardiaco.
La primera vacuna frente a esta enfermedad fue desarrollada en 1885 por el científico francés Louis Pasteur. Para su primera prueba en humanos utilizó a un niño (Joseph Meister) que acababa de ser mordido por un perro rabioso de camino al colegio. Para ello, utilizó virus de la rabia que había estudiado y atenuado en conejos, con los que había conseguido inmunizar a perros años antes. Tras 10 días de inyecciones diarias con los virus atenuados, el niño jamás mostró los síntomas de la enfermedad, apareciendo la primera vacuna contra la rabia. Como curiosidad, durante la ocupación alemana de Francia en 1940, Joseph Meister intentó que los soldados alemanes no penetraran en la cripta de Pasteur. Se dice que al no conseguir evitar su profanamiento se suicidó ese mismo día.
Pero, ¿cómo logró Pasteur esa vacuna? En primer lugar, infectó conejos con la saliva de perros rabiosos, provocándoles la peligrosa enfermedad. Posteriormente, utilizó la propia masa cerebral llena del virus de la rabia de los conejos muertos para infectar de nuevo a diferentes perros directamente en el cerebro, mediante un taladro en el cráneo. Observó como en alguno de los casos los perros no se infectaban y, por lo tanto, se estaban atenuando. Cogió varios cerebros infectados de conejos y los dejó secar durante varios días. Cuando utilizó esas masas de virus debilitados para infectar de nuevo a los perros, ninguno manifestó la enfermedad y todos presentaron inmunidad total frente a la enfermedad cuando eran mordidos con posterioridad por perros rabiosos.
Por lo tanto, la rabia es una peligrosa enfermedad provocada por un virus que coloniza nuestro cerebro y termina por destruirlo. Gracias a investigaciones como las de Pasteur millones de vidas se han salvado de esta terrible enfermedad, aunque es muy difícil erradicar por completo a la rabia, pues la cantidad de reservorios silvestres que puede llegar a tener es totalmente incontrolable.
“La ciencia que no es divulgada hacia la sociedad es como si no existiera”
Jorge Poveda
Referencias bibliográficas y más información:
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Tordo, N., Ceccaldi, P. E., Gaudin, Y., & Wandeler, A. I. (2010). Rhabdoviruses: rabies. Topley & Wilson’s Microbiology and Microbial Infections.
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