Grabados rupestres y la arqueología del paisaje celeste

Emilio Castro

Paisaje celeste de los grabados rupestres de Tourón en Pontecaldelas (Pontevedra).

Paisaje celeste de los grabados rupestres de Tourón en Pontecaldelas (Pontevedra).

¡Venid conmigo a conocer uno de los complejos de arte rupestre al aire libre más singulares de Galicia!. El pasado 27 de agosto, gracias al ciclo de actividades de difusión del patrimonio restaurado denominado “Monumenta” de la Consellería de Cultura, Educación e Ordenación Universitaria de la Xunta de Galicia, tuve la posibilidad de asistir a una visita guiada al área arqueológica de Tourón. La visita nos permitió la visión al atardecer de los petroglifos y terminó con un concierto del grupo folk Leilía (26 años llevan ya sobre el escenario –yo las recuerdo en alguno de sus primeros conciertos en Santiago de Compostela cuando estudiaba la carrera- este grupo de seis mujeres que nos pusieron a todo el público a bailar una muñeira como broche del concierto y que se animaron a tocar durante el concierto incluso una sartén. ¡Muy grandes!). La noche termino de tertulia sobre arqueoastronomía con el arqueólogo y aficionado a la astronomía Pablo Martínez Alemparte, que estableció algunas conexiones entre los yacimientos arqueológicos y el paisaje celeste de la época. Llegamos a hablar de petroglifos, pero también de dólmenes (y de los interesantes estudios del investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias, Juan Antonio Belmonte – en estos momentos estudiando arqueoastronómicamente Petra en Jordania) y, como no, de Stonehenge o las pirámides de la meseta de Giza. ¡Un remate estelar!

Grabados rupestres o petroglifos

Llamamos petroglifo a un grabado realizado sobre una roca. Los petroglifos más conocidos son los de época prehistórica, pero también aparecen en distintas épocas históricas. Se encuentran en toda Galicia, pero sobre todo en las Rías Bajas y en el valle del Río Lérez, donde se concentra la mayor cantidad y variedad de grabados prehistóricos. Los petroglifos fueron grabados por percusión de una piedra sobre la roca, pero el efecto de la erosión durante cientos de años ha suavizado y pulido los surcos que definen los motivos.

Dentro de los petroglifos galaicos se puede establecer dos estilos: uno geométrico o abstracto y otro figurativo o naturalista. El estilo figurativo lo forman representaciones de ciervos, caballos, serpientes, figuras humanas y armas, mientras que el estilo geométrico está constituido por combinaciones circulares, espirales, laberintos, esvásticas, cuadrados y cazoletas.

La mayoría de los petroglifos prehistóricos datan entre el 2500 y el 1500 a.C., y pertenecen a los inicios de la Edad de Bronce. Las combinaciones circulares representadas en los petroglifos son vistas por algunos estudiosos como representaciones solares o calendarios. Pero la verdad es que hay ciertos motivos de los grabados rupestres que se nos escapan, abriendo las puertas de par en par a todo tipo de hipótesis sin verificar y especulaciones disparatadas y sin base científica alguna. “Nunca sabremos con absoluta certeza lo que significaban”, sentenciaba lacónico el arqueólogo Santiago Vázquez Collazo en la visita nocturna guiada a las estaciones del “Nabal de Martiño” y la “Laxe das Cruces”.

Paisaje terrestre diurno en torno a los grabados rupestres del área arqueológica de Tourón en Pontecaldelas (Pontevedra) y visita nocturna al yacimiento.

Y es que los canteros que esculpieron los petrogliflos, al igual que los arquitectos que construyeron y diseñaron los dólmenes, no han dejado ningún registro escrito que permita conocer, a través de sus propias palabras, lo que pensaban, cómo construían o esculpían sus monumentos pétreos o lo que les pasaba por la cabeza cuando se ponían manos a la obra. Sin embargo si contamos, por el contrario, con miles de yacimientos y monumentos en los que los que trabajar midiendo orientaciones, estudiando su distribución o analizando el paisaje tanto terrestre como celeste que los rodea hoy y cuando fueron construidos.

¿Sabéis cuanto se tarda en grabar un petroglifo con una forma sencilla de ciervo? Pues a eso se dedican los arqueólogos experimentales y los que estuvieron en Ponte Caldelas invirtieron casi una hora. No os creáis, ¡No es nada fácil! La guía del centro de interpretación nos contaba que más de la mitad de los alumnos de la asignatura de “tecnología prehistórica” no consiguen hacer un percutor para grabar en los afloramientos graníticos durante la carrera de Historia.

Yacimiento arqueológico de Tourón
Los restos prehistóricos más significativos del ayuntamiento de Ponte Caldelas (a 12 km de Pontevedra) se encuentran en la parroquia de Tourón. Con más de 15 hectáreas de extensión, ofrece la posibilidad de visitar cinco estaciones rupestres con grabados. Además, dispone de un pequeño centro de interpretación.
El acceso es libre, gratuito y no está sometido a horarios. Eso si, conviene ir provisto de ropa de abrigo y calzado cómodo para la visita. Es aconsejable visitar el yacimiento al amanecer o al atardecer, ya que la luz del Sol, en este momento, refuerza la percepción de los surcos. El recorrido está totalmente señalizado.
Entre las simpáticas representaciones que nos podemos encontrar entre los grabados rupestres de Tourón está el “banderillero”, una figura humana con los brazos en alto y armas arrojadizas en las manos frente a un animal con una larga cola, la figura de un gran ciervo macho, una gran escena de caza, con un hombre con las piernas flexionadas y manos alzadas con armas en medio de una gran manada de ciervos, o el “Orante de Siribela”, una figura de apariencia humana con los brazos abiertos y amplias manos, que está ubicado bajo una pareja de ciervos, uno de ellos con una enorme cornamenta.

Motivos animales, humanos y geométricos en los petroglifos de Tourón.

Entre los grabados rupestres del yacimiento de Tourón de tipo geométrico llaman poderosamente nuestra atención las cazoletas y su posible explicación despierta toda nuestra imaginación. Una cazoleta es un rebaje artificial de la roca con forma más o menos semiesférica. Las hay de varios tamaños, desde unos pocos a varios centímetros. Las encontramos en todo el mundo, desde Pontevedra a Jordania, pasando por las Islas Canarias. En opinión de Juan Antonio Belmonte (recogida en su libro “Las Leyes del Cielo” – el mejor libro de divulgación sobre arqueoastronomía que he leído) , hay casos en que las cazoletas aparentan ser mapas estelares, en particular, grupos de estrellas como las Pléyades o el Carro de la Osa Mayor. De hecho, en el Sahara se han encontrado pruebas etnográficas de ello. Sin embargo, intentar reconocer siempre constelaciones en este tipo de representaciones no deja de ser fantasioso.

La astronomía en las civilizaciones antiguas

Tendemos a creer que las primeras civilizaciones ignoraban la ciencia. En efecto, en muchos aspectos eran muy primitivas, pero también resultan muy notables sus profundos conocimientos en astronomía.

Hacia el año 3000 a.C., los egipcios tallaron sus enormes pirámides en la llanura de Giza, que fueron construidas en perfecta alineación con ciertas estrellas del cielo. En la cara norte de las pirámides, hay un pasadizo que apunta casi exactamente a la estrella Thuban, en la constelación del Dragón, que era la estrella Polar en aquella época debido a la precesión de los equinoccios. Y no podemos olvidarnos del que probablemente sea el monumento megalítico más conocido: Stonehenge. Su peculiar alineación hace que, en el solsticio de verano, el Sol salga por encima de una de sus piedras principales, la llamada Piedra Talón.

Paisaje celeste de Stonehenge en la campiña britanica (1) y de Chichén Itźa en Méjico (2)

Paisaje celeste de Stonehenge en la campiña britanica (1) y de Chichén Itźa en Méjico (2)

Dos milenios después, los mayas hacían lo mismo en Méjico. Como los antiguos griegos, los mayas sentían una inclinación científica por el cielo inducida por su religión. Las pruebas de su fascinación por los cielos son evidentes en el diseño de sus ciudades. Algunas están alineadas con los equinoccios de primavera y otoño o con la salida y el ocaso del planeta Venus. Un buen ejemplo es la pirámide de Chichén Itzá. En los equinoccios, los rayos del Sol crean la ilusión de una serpiente sobre la escalera y la parte superior de la pirámide: el dios serpiente maya Quetzalcóatl, que personifica al planeta Venus.

Son solo un par de ejemplos de civilizaciones separadas por océanos y distanciadas en el tiempo que, aun ignorándose mutuamente, desarrollaron de forma independiente su arquitectura para adecuarse al movimiento de los astros (y dioses) del cielo. La observación in situ de un fenómeno como el “descenso de la serpiente” en Chichén Itzá es un espectáculo. ¡No te lo pierdas si tienes la oportunidad de verlo y disfrutar con la astronomía de estas antiguas civilizaciones!

Bibliografía

• Xulio Carballo Arceo. Arqueoloxía de Galicia. Itinerarios polo pasado. Nigra Trea. Vigo. 2006.
• Juan Antonio Belmonte y Michael Hoskin. Reflejo del cosmos. Atlas de arqueoastronomía del mediterráneo antiguo. Equipo Sirius. Madrid. 2002.
• Mark A. Garlick. Astronomía. Círculo de Lectores. Barcelona. 2004.
• Juan Antonio Belmonte. Las leyes del cielo. Astronomía y civilizaciones antiguas. Ediciones Temas de hoy. Madrid. 1999.

Fuentes de las imágenes
Chichén Itzá: http://apod.nasa.gov/apod/ap121221.html
Stonehenge: http://apod.nasa.gov/apod/ap060621.html

Emilio Castro

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