Denisovanos: Nuevo grupo de Homínidos pero aún quedan preguntas por resolver

En 2010, las noticias de unos restos de un molar y de un fragmento de una falange, de un grupo de homínidos arcaicos, revolucionaron el mundo de la antropología en un artículo en Nature en el que se dejaba caer la idea de la existencia de una posible nueva especie diferente a Neandertales y Homínidos modernos. Ahora en un nuevo artículo en Science, se logra describir la secuencia completa del genoma del dedo gracias a un nuevo método de secuenciación, confirmando casi definitivamente que los denisovanos son un grupo de homínidos diferentes y que los actuales melanesios llevan genes denisovanos (4-6%) aunque aún quedan cuestiones por resolver.

La región de las Montañas de Altai (Sur de Siberia – Rusia) ha proporcionado en los últimos años importantísimos avances paleoantropológicos. La Cueva de Okladnikov, proporcionó pruebas de que los neandertales se habían expandido hasta Siberia, pero la que más noticias ha dado, ha sido la Cueva de Denisova, donde la aparición de diferentes restos óseos entre 2000, 2008 y 2011 hizo que se comenzara a hablar sobre la existencia de una posible nueva especie al no coincidir a priori con nada conocido, a pesar de que en la misma cueva y en cuevas cercanas se encontraron huesos de neandertales y homínidos modernos.

En 2008 se encuentra un fragmento de una falange de la mano derecha (Reich et al., 2010), de la que se extrajeron 30 mg de hueso secuenciándose DNA mitocontrial (mtDNA) para compararlo con el de 54 homínidos modernos, de un homínido moderno datado hace unos 30.000 años hallado en Kostenki (Rusia), seis neandertales (Homo neanderthalensis), un bonobo (Pan paniscus) y el de un chimpancé (P. troglodytes).

Mientras los neandertales difieren de H. sapiens en unas 202 posiciones nucleotídicas, el de Denisova difiere en unas 385 y el de 1.462 posiciones con respecto al del de chimpancé por lo que los investigadores llegan a la conclusión de que no hay relación ni con neandertales ni con homínidos que vivieran en un tiempo similar (Krause et al., 2010) llegando a considerar la posibilidad de la existencia de una nueva especie del género Homo hasta ahora desconocido.

Previamente en el año 2000, se había descubierto un molar (Reich et al., 2010), probablemente de un individuo joven y de un individuo diferente al de la falange encontrada años después, con unos resultados similares a la hora de realizar las comparaciones de DNA mitocondrial. Además, este molar tenía una morfología diferente a la de H. neanderthalensis u H. sapiens, pero de un tamaño similar al de H. erectus y H. habilis.

Posteriormente, en 2011, se encontró un nuevo hueso de una falange del pie (Mednikova, 2011) con una morfología intermedia entre los homínidos modernos y los neandertales, aunque de momento no hay análisis genéticos que podrían aportar más datos.

Confirmación de un nuevo grupo humano

El estudio de 2010 en el que se daba a conocer el hallazgo del hueso de la mano y las comparaciones con los diferentes grupos de homínidos, uno de los problemas que presentaba, era que las muestras eran de DNA mitocondrial; heredado exclusivamente de forma materna (de ahí que durante años se conocieran los hallazgos de Denisova como los de la «X-Woman«) y que no se podía comprobar que era realmente una especie diferente, ya que el DNA mitocondrial podría venir de intercambios genéticos entre H. erectus, H. neanderthalensis u otra especie de Homo desconocida (Dalton, 2010).

Ya en su momento, para solventar las dudas existentes, el equipo liderado por el Svante Pääbo, uno de los autores principal del reciente estudio de Science, comienza a desarrollar un nuevo tratamiento para el estudio de estos huesos que ahora da sus resultados. La nueva técnica, desarrollada por Matthias Meyer y Marie-Theres Gansauge, por explicarlo de forma sencilla, «descomprime» el ADN para que cada una de las dos hebras pueda ser utilizada para generar moléculas para la secuenciación, con una precisión en la que se logra secuenciar cada posición hasta 30 veces a partir de una muestra de sólo 10 mg. Tal y como explica Ann Gibbons en Science (PDF), «los resultados son tan precisos que Meyer y sus colegas han podido determinar que la chica tenía 23 pares de cromosomas, como nosotros». 

Algunos datos más que se han obtenido con este nuevo análisis, son que el dedo encontrado era de una chica con pelo y ojos marrones, con piel oscura, por lo que eran más parecidos a los Neandertales que a los humanos modernos, de ahí que se actualmente se esté hablando de los Denisovanos como los «primos» del del oeste de Eurasia de los neandertales.

Por otra parte, también se ha logrado generar un listado con unos 100.000 cambios recientes en el genoma humano tras la separación de los denisovanos. siendo cambios que afectan a genes asociados al desarrollo de la función cerebral y el sistema nervioso tal y como explica en SINC, Fernando Racimo, uno de los autores del estudio e investigador en el departamento de Genética Evolutiva del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva.

Denisovanos y la Historia de Oceanía.

Otra de las confirmaciones que ha aportado el nuevo estudio, es que los melanesios actuales (habitantes de Papúa Nueva Guinea, Polinesia y Micronesia), llevan en su genoma entre un 4% y un 6% del material genético de los denisovanos, que probablemente vivieron hace unos 80.000 años BP (Before Present), un descubrimiento novedoso, ya que hasta ahora se pensaba que la ocupación más temprana de Papúa Nueva Guinea, se habría producido hace unos 45.000 años BP (O’Connell & Allen, 2004; Summerhayes et al., 2010) por lo que la posible relación entre denisovanos y los primeros habitantes de Oceanía, se habría tenido que producir entre los 60.000 y 45.000 años BP en algún lugar del Sudeste asiático.

Esta teoría de que los primeros habitantes de Oceanía pudieron haber tenido flujo genético con la población de Denisova, ya había sido apoyada por trabajos posteriores al artículo de la falange de Reich en 2010, que validaban la idea del flujo genético entre los denisovanos y los primeros pobladores por medio de análisis genéticos entre los diferentes grupos poblacionales.

Rasmussen et al., (2011) secuenciaron DNA mitocondrial de diferentes aborígenes australianos así como de individuos HAN de China y concluyeron que los antecesores de los primeros pobladores de Oceanía, procederían de individuos que vivieron en el este de Asia entre 62 y 75.000 años BP, que habrían intercambiado genes con los denisovanos y “explorado” Australia hace unos 50.000 años BP.

Reich et al. (2011) observan que tanto las poblaciones del este y sudeste asiático como las de Oceanía (australianos, Nueva Guinea, Polinesia, polinesios, fidjianos, indonesios orientales y los Mamanwa; un grupo indígena de Filipinas) comparten material genético con el de Denisova y que ahora se confirma con el nuevo estudio.

Preguntas por resolver y cambios a la idea de la Salida de África

La confirmación actual a estos estudios en los que los denisovanos habrían sido los antepasados de los primeros pobladores de Oceanía, aún deja preguntas por resolver en parte debido a los pocos restos fósiles encontrados (apenas 3 huesos y una restos de lo que vendrían siendo joyas de la época así artefactos de piedra y hueso asociados a una industria musteriense y de Levallois, dos estilos de lascado atribuidos a los neandertales).

Para la existencia de este flujo genético que llega hasta nuestros días a través de los melanesios, los denisovanos tuvieron que ocupar un área de distribución enorme, que cubriría desde Siberia hasta el Sudeste Asiático (una distancia de 3.500 km) tal y como sugería Reich en 2010 y que Currat & Excoffier (2011) también apoyaron la teoría, aunque proponían un posible paso de los humanos actuales hasta Siberia a través del Himalaya y su vuelta hasta el Sudeste Asiático.

Por tanto, si eran un grupo poblacional que se extendió tan rápidamente por el sudeste asiático y presumiblemente con una población lo suficientemente grande para producir el contacto con los primeros pobladores de Oceanía procedentes de una de las migraciones de África hace unos 100.000 años, ¿por qué desaparecieron sin dejar rastro fósil en todo el sudeste asiático salvo en una minúscula cueva del Sur de Siberia? ¿Hubo algún evento climático o a nivel interno como una enfermedad que hizo «desaparecer» a los denisovanos?

Otras grandes preguntas y quizás más importante por lo que pueda suponer para el conocimiento actual de la Antropología y sobre las que se ha especulado en los últimos años (véase Barras, 2011 o Gibbons, 2011 en PDF), son: ¿Cuándo salieron de África? ¿Cuándo se produce la separación entre Denisovanos, Neandertales y Homínidos modernos? ¿Se produce antes o después de salir de África los primeros denisovanos? ¿Estamos ante un nuevo modelo a la salida de África?

La verdad que por la complejidad que estas preguntas suponen, creo que lo dejaremos para un nuevo artículo porque como bien decían los investigadores a Science: «aquí está el genoma, ahora buscad el esqueleto». 

Andrés Rodríguez Seijo

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