Didac Carmona: «La experiencia en Famelab me ha hecho mejor comunicador científico»

Ayer os hablábamos de cómo participar en la nueva edición de Famelab, ya que este año España se estrena en el concurso. El ganador de 2012 fue Didac Carmona, nacido en Barcelona hace 32 años, pero que emigró para estudiar Bioquímica en la Universidad de Tübingen (Alemania) y en la Universidad de Washington (Seattle, EEUU). Posteriormente realizó su tesis doctoral sobre apoptosis (muerte celular) en la Universidad de Graz (Austria), donde prosigue actualmente realizando un post doc. Se presentó por su actual país al concurso y lo ganó, así que esperamos que nuestros representantes españoles tenga también mucha suerte este año y acaben en una muy buena posición. 

Nos ha concedido una entrevista a Hablando de Ciencia y aquí la tenéis:

– ¿Cómo explicarías el Famelab a un niño de 10 años?

Es una función teatral, en la que cada personaje te explica algo diferente de cómo funcionáis tú y tu entorno. Todo ello en sólo tres minutos y de una forma tan sencilla y entretenida que te permite entender todo sin esfuerzo y pasándotelo bien. Eso es Famelab.

En general Famelab es una mezcla de concurso y show científico, en el que -como dice el subtítulo del evento- se «habla ciencia». Es decir, cada participante presenta su propia investigación sobre temas técnicos y científicos en sólo tres minutos, valorándose el contenido y la claridad de la presentación.

– ¿Cómo lo conociste y qué te motivó a presentarte?

Desde hace varios años compagino la investigación con la comunicación científica, esto último gracias a mi amigo y gran divulgador Helmut Jungwirth. Dentro del mundo de la comunicación científica, Famelab es un acontecimiento conocido, así que antes de participar ya tenía una idea de lo que es.

La motivación que me impulsó a participar en Famelab fue el reto de presentar mi propia investigación de forma asequible a un público variado en sólo tres minutos. Como investigador, presentar de una forma clara sus propios resultados a otros científicos es algo relativamente cotidiano, sin embargo explicárselo a un grupo de gente no especializada, es decir generar un código de comprensión común es difícil… hacerlo en en sólo tres minutos, muy difícil. En esos tres minutos hay que presentar de forma (i) corta, (ii) entretenida y (iii) comprensible – eso supone tener que (i) sintetizar el contenido de su propia investigación, reducirlo a lo esencial; al mismo tiempo hay que (ii) ser creativo para darle a la presentación el tono ameno y de entretenimiento que despierte el interés del público; finalmente uno debe (iii) salir de su propia especialización y observar su propio campo desde un punto de vista más general

 – A parte de la fama y el dinero: ¿Qué te ha aportado el Famelab?

Famelab no da dinero. Pero la experiencia que se adquiere en populizar la ciencia es altamente gratificante. Desde las presentaciones regionales (en mi caso Estiria), pasando por la master class (que recibe cada finalista nacional), la final nacional (en mi caso Austria), las semifinales internacionales y la gran final internacional en Cheltenham (UK), uno aprende, mejora, y va ganando experiencia sobre el escenario (cosa que es esencial cuando se transmite un contenido a un público variado). Sin duda, la experiencia de Famelab me ha hecho mejor comunicador científico y me ha reafirmado en mis ganas de seguir transmitiendo ciencia. Además, he conocido y sigo conociendo a científicos de todo el mundo con las mismas ganas de divulgar ciencia e investigación, abriendo paso a cooperaciones internacionales en el ámbito de la comunicación científica.

 – ¿Animarías a la gente a presentarse? ¿Cómo la motivarías?

Sin duda. Famelab es una invitación a la creatividad y una invitación a vivir una experiencia dentro del mundo de la comunicación científica. Creo que cualquier científico quiere presentar su trabajo: la presentación y explicación de sus resultados es parte de la investigación. Así que no creo que haga falta motivar a nadie que investigue, a presentar su campo. Sin embargo, hay que atreverse. Es decir, hay que aceptar el reto de intentar transmitir esa investigación de forma corta, comprensible y clara. Y es difícil… Eso sí: cuando uno se da cuenta que ha plantado una semilla de interés por la ciencia y la investigación en un público general de varios cientos de personas, esa experiencia es única y motiva a seguir haciéndolo.

 – ¿Por qué crees que es necesaria la divulgación científica?

Es necesaria, entre otras cosas, porque hay que subrayar la importancia fundamental de la investigación básica y aplicada. Para ello, la gente tiene que saber y entender la investigación que se lleva a cabo es además su derecho. Es decir, la investigación no puede ser algo lejano e incomprensible, todo lo contrario: hay que despertar el interés por conocer y transmitir el sentido de que la ciencia es una actividad normal. Es decir, parte de la divulgación científica es ayudar a desmitificar al científico, hacer la ciencia y la investigación más palpable, más asequible y más digerible a todos para poder volver a apasionar a la gente.

 – Has sido de los que salieron de España cuando la cosa «iba» bien, ¿qué te impulso a irte fuera? ¿Crees que algún día volverás?

Circunstancias personales hicieron que mi formación científica fuese fuera de España. Desde siempre he vivido la internacionalidad como un elemento vital tanto para mi desarrollo personal como profesional. En ese sentido, no me planteo pronosticar donde estaré en cinco o diez años. Pero sin duda, donde voy, siempre hay un trocito de donde vengo.

 – Tus investigaciones van desde apoptosis en levaduras, pasando por bacterias hasta cáncer de pulmón, ¿cómo pueden compaginarse líneas científicas tan diferentes?

De hecho el principal campo científico en el que trabajo es el suicidio celular, es decir un proceso de autodestrucción que llevan incorporado todas nuestras células como un mecanismo para proteger al cuerpo (organismo) entero de células dañadas, peligrosas o superfluas. Es decir, uno de mis intereses es el estudio de los mecanismos y proteínas que determinan y ejecutan esa autodestrucción (muerte) celular. Porque -como uno se puede imaginar- si una célula pierde su capacidad para regular su propia muerte, las consecuencias pueden ser fatales: si las que se tienen que suicidar (como por ejemplo células cancerígenas) no se suicidan… mal (tumores). Si las que no se deberían suicidar (como por ejemplo las neuronas) se suicidan, mal (enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer o Parkinson). Además el suicidio celular está íntimamente conectado al proceso del envejecimiento. Así que en realidad la investigación de un proceso tan vital como la muerte -una irónica paradoja de la biología- conlleva la intercalación con otras líneas científicas.

Llevo varios años trabajando en el laboratorio de mi amigo y descubridor de la apoptosis en levaduras Frank Madeo. Nosotros utilizamos la levadura como modelo eucariota por sus grandes ventajas técnicas y su asombroso parecido molecular a nuestras células. Una vez hemos descubierto algo, intentamos trasladar esos resultados a modelos eucariotas «más altos» (como moscas, gusanos, ratones o cultivos celulares humanos). Esto lo llevamos a cabo en parte en nuestro laboratorio pero también gracias a varias cooperaciones con grupos especializados en el extranjero. Al revés estos grupos también cooperan con nosotros. De esta manera y gracias a una intensa colaboración nacional e internacional se crea un trabajo más efectivo y multidisciplinario.

– El fin último de la investigación científica: ¿Es siempre la aplicación clínica? ¿Y en tu caso?

Sin duda, no se hace ciencia porque sí, por el mero hecho de hacerla, se hace para que se aproveche el mundo. Aparte de contribuir al conocimiento (filosófico y biológico) de quienes somos, la investigación dentro de la biología molecular tiene como elemento inherente su aplicación médica. También en mi caso, aparte de conocer quiero ayudar, quiero que se beneficie el mundo directamente.

 – Aparte de a la ciencia sabemos que te dedicas a la música con Silent Deviation.  ¿Te consideras un hombre del Renacimiento?

Me considero una persona interesada. El proceso creativo (que está presente y es tan necesario en la ciencia como en la música, la literatura o el arte… y en todas las actividades que el hombre realiza) ha sido siempre y es un elemento definitorio del ser humano y como tal me interesa. Es por ello que intento canalizar diferentes vertientes creativas en proyectos concretos.

Os dejamos con su vídeo en el Famelab 2012.

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