El dinosaurio que no llegó a ser un dinosaurio
En marzo de 2020 se publicó en Nature el hallazgo del dinosaurio más pequeño del mundo encontrado hasta la fecha. Los restos fósiles del ejemplar, un diminuto cráneo de 1,4 centímetros de longitud, quedó atrapado en un ámbar hace millones de años. El nuevo dinosaurio fue bautizado como Oculudentavis khaungraae. Sin embargo, varios meses después de su descubrimiento, el rumbo de la historia de Oculudentavis dio un giro inesperado: el diminuto dinosaurio ya no era un dinosaurio.
Oculudentavis khaungraae fue hallado en el interior de un ámbar que se encontró en el yacimiento de Kachín, en Birmania. El ámbar tenía una antigüedad de unos 100 millones de años, por lo que Oculudentavis vivió durante el Mesozoico, conviviendo con grandes dinosaurios. Este diminuto reptil tenía el tamaño de un zunzuncito actual (Mellisuga helenae), el ave más pequeña del planeta con tan solo 5 centímetros de longitud y 1,8 gramos de peso. Los investigadores estimaron que Oculudentavis tenía una masa corporal de tan solo 2 gramos. Gracias a las características de su cráneo, la única parte de su cuerpo que nos ha llegado preservada dentro del ámbar, esta especie fue ubicada en el clado de las aves (que, recordemos, son dinosaurios; de hecho, son los únicos supervivientes del grupo de los dinosaurios). Su pico contenía alrededor de 60 dientes, contando mandíbula superior e inferior, y sus enormes cuencas oculares indican que Oculudentavis era probablemente diurno. Debido a su diminuto tamaño y hábitos diurnos, los investigadores especularon con que Oculudentavis cazaba pequeños insectos voladores u otros invertebrados. Además, como sus ojos se situaban en ambos laterales del cráneo, Oculudentavis no poseía visión binocular. En el siguiente vídeo podéis ver la descripción más detallada que hace Jingmai O’Connor, coautora del estudio, de este diminuto animal:
Esta nueva especie demostró, además, que la miniaturización de las aves ocurrió antes de lo que se pensaba. Según los análisis filogenéticos, Oculudentavis sería una especie basal dentro de las aves pero más próxima a las aves modernas que Archeopteryx. Sin embargo, muchos paleontólogos dudaron de este hallazgo cuando se publicó en marzo alegando que se trataba de un reptil no aviano. Según el resto de científicos, Oculudentavis no sería un ave sino un escamoso, el linaje que agrupa a los lagartos, camaleones, iguanas y serpientes actuales. De hecho, algunas de sus características craneales se asemejan más a los escamosos que a los terópodos, y su mandíbula en forma de pico podría ser una convergencia evolutiva con las aves, algo que no es raro en los reptiles debido a que en algunos géneros ya surgió el “pico”: Avicranium, Teraterpeton, Anolis, etc. En base a esto, varios paleontólogos prepublicaron sus resultados en el repositorio online BioRxiv, reanalizando la morfología y filogenia de Oculudentavis. Todos estos científicos sostienen que, efectivamente, esta especie no sería un ave (dinosaurio) sino un escamoso.
De hecho, y gracias a la labor de los científicos, el artículo original se retractó de la revista Nature en julio. A día de hoy, por lo tanto, todavía se debate la posición filogenética de Oculudentavis, pero algo está claro: de momento no podemos asegurar nada, se necesitan más estudios para confirmar que este ejemplar sea o no un dinosaurio. Esta historia es un excelente ejemplo de cómo funciona la ciencia. Cuando un hallazgo es publicado se expone al juicio de los expertos, quienes, tras contrastar los datos y reanalizarlos si hace falta, se refuta o no la hipótesis inicial.
Referencias:
1. Xing et al. (2020). Hummingbird-sized dinosaur from the Cretaceous period of Myanmar. Nature, artículo retractado.
2. This miniature skull belonged to a 2-gram dinosaur. Nature (11/03/2020).
3. World’s smallest dinosaur is probably a lizard (23/07/2020).
4. Li et al. (2020). Is Oculudentavis a bird or even archosaur? BioRxiv: 10.1101/2020.03.16.993949
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Investigador predoctoral en el grupo Evolutionary Ecology of Mediterranean Fauna, realizando la tesis doctoral en el campo de la ecología evolutiva. Creador y administrador de El Pulgar del Panda. Socio y colaborador en Hablando de Ciencia, Mustela CEM y Hidden Nature.
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