Jacques Cousteau: La ciencia y los valores humanos
No es necesario haber visto sus documentales para saber quién es, su gorrito de lana rojo es mundialmente conocido. Jacques-Yves Cousteau nos abandonó el 25 de Junio de 1997 dejando tras él un enriquecedor legado del cual se puede destacar su gran labor divulgativa, sus innovaciones técnicas y su incansable lucha por el respeto de la biosfera.
Hoy traigo una especie de 2×1 presentado como una mezcla de artículo y «reseña» (Sección recientemente estrenada en nuestra página, de la que podréis disfrutar todos los domingos). Quiero ofreceros un breve resumen de lo que Cousteau opinaba cuando hablaba sobre la ciencia y sus valores. En su conmovedor libro «Los humanos, las orquídeas y los pulpos», que escribió a lo largo de los últimos años de su vida, Cousteau dedica un extenso y meditado capítulo a mostrarnos, entre otras cosas, el espíritu de la ciencia, la distinción entre ciencia pura y ciencia aplicada, los riesgos que suponen los descubrimientos científicos y como todos nosotros tenemos el deber de participar de una manera responsable en esta empresa que, hoy por hoy, para bien o para mal, mueve el mundo.
A Jacques Cousteau, como explorador, le preocupaba como a muchos científicos, las consecuencias de los descubrimientos que pudiera realizar. Cousteau cuenta como en una ocasión el doctor Harold Edgerton del MIT y él, descubrieron la prueba física de que el Mediterráneo había sido tiempo atrás un mar interior, y que sin el flujo de agua del Atlántico, el Mediterráneo se había secado. Esto había producido una capa de sal de unos 75 metros de espesor formando domos. Sin dudarlo enviaron su descubrimiento a la Academia de las Ciencias Francesas, la que se encargó de comunicar el hallazgo. Pero después de esto Cousteau empezó a preocuparse, sabía que bajo los domos salinos en muchas ocasiones se podía encontrar petróleo. Cousteau se lamentaba:
«¿Qué había hecho al dar publicidad al hallazgo? Sentí una punzada de remordimiento al darme cuenta de que la información de nuestro artículo podía tentar a algún burócrata hambriento de beneficios a hacer caso omiso de todos los peligros y perforar pese a todos los costes ambientales.»
Pero Cousteau sabía claramente cuál era la responsabilidad y la finalidad de la ciencia, y continuaba:
«Pero también me di cuenta de que en tanto que participante en un estudio científico, en tanto que ciudadano de la Tierra, estaba obligado a buscar nuevos conocimientos sobre el planeta, al alegrarme con el descubrimiento de cualquiera de sus innumerables complejidades, y no me correspondía a mi decretar si la sociedad tenía derecho a conocerlas o no.»
Decisiones de esta índole habían torturado a científicos a lo largo de toda la historia. La ciencia es una espada de doble filo que blandimos en todas direcciones, y por esto reivindicaba que no podíamos renunciar…
«… dejando las elecciones más urgentes para nuestro propio destino en manos de una pequeña élite de dirigentes militares y políticos. […] Les hemos permitido que estrechen los objetivos de la ciencia, que han pasado de ser una búsqueda de progreso global a ser una búsqueda de poder nacional y provecho personal. […] Nosotros mismos hemos permitido que en la comunidad humana la ciencia quede disociada de la ética de la comunidad humana. Y somos nosotros, y sólo nosotros, quienes podemos y debemos ponerla de nuevo en su sitio.»
Era consciente de que una de las causas que nos había llevado a esta situación era la ignorancia general que existía en torno a lo que era y significaba la ciencia. Como muchos otros habían dicho, nos habíamos dejado intimidar por los expertos y la supuesta dificultad de la ciencia. Era mucho más fácil alegar ignorancia sobre los temas científicos, que aprender sobre ellos y tomar partida con «nuestras opiniones, nuestras necesidades, nuestros deseos y nuestras exigencias».
Para esto había que diferenciar entre la ciencia “pura” y la ciencia “aplicada”. En este punto, Cousteau nos recuerda la famosa respuesta de Michael Faraday cuando el primer ministro británico le preguntó para qué podían servir las ondas electromagnéticas que acababa de descubrir, a lo que Faraday contestó «¿Para qué sirve un niño?». El científico puro nos muestra como es el universo, mientras que el científico aplicado utiliza los descubrimientos para un uso práctico.
«El científico puro no busca nada. O busca cualquier cosa. O busca todo. El científico aplicado es un prospector. El científico puro es un explorador.»
Y añade:
«Innumerables veces he tenido que explicarles a los periodistas que nuestro equipo no tenía ningún objetivo, ninguna idea de qué íbamos a encontrar en una misión; si como explorador hubiera sabido lo que iba a encontrar, no hubiera ido. Del mismo modo, el científico se aventura en la célula, el átomo o el cosmos sin saber lo que le espera.»
Respecto a los resultados de la ciencia aplicada, no podemos echar la culpa a los científicos por lo que se hicieron con sus descubrimientos, porque en la mayoría de los casos, ni siquiera ellos alcanzaban a imaginar las aplicaciones que podrían tener sus hallazgos. Pero además, ¿de qué serviría la censura sobre la ciencia?:
“…mientras que la censura en sí misma es opresora y totalitaria, la censura del universo es simplemente imposible. Cuando se han quemado libros, sólo las páginas se convertirán en cenizas, no las ideas. Lo mismo puede decirse del universo. Lo que una persona no descubra, otra lo hará […]. Nadie logrará nunca censurar el conocimiento porque nadie puede negar la existencia. Cerrar los ojos a la naturaleza sólo nos hace ciegos en un paraíso de tontos.”
Cousteau también nos habla del daño que producen las políticas de secretismo que existen alrededor de la ciencia pura:
“Del mismo modo que un hombre se guarda sus descubrimientos, otros le ocultarán los suyos. Su propio progreso queda obstruido, junto con el progreso científico en general.”
Sin duda Jaques Cousteau era un gran amante de la naturaleza, que dedicó toda su vida a estudiar los mares y sus innumerables formas de vida.
“La razón de que haya hecho películas sobre el mundo submarino reside simplemente en mi creencia de que la gente protege aquello que ama. Pero sólo amamos aquello que conocemos. Aprender sobre ciencia, aprender sobre la cabeza, es algo más que un simple derecho de los contribuyentes, más que una simple responsabilidad de los votantes. Es el privilegio de los seres humanos.”
A través de sus largas expediciones fue testigo de lo delicada que podía llegar a ser la vida, y como ínfimas variaciones en pequeños ecosistemas podían producir terribles consecuencias a lo largo de todo el globo. Por eso quiso transmitirnos a través de sus palabras, su entusiasmo, su pasión y el respeto por la belleza de toda la flora y fauna.
“No es necesario civilizar la ciencia; necesitamos utilizar la ciencia para civilizar a la civilización” – Jacques Cousteau
Santiago Carmona
Referencias
– Cousteau, Jacques. Los humanos, las orquídeas y los pulpos (Capítulo 8: la ciencia y los valores humanos)
alvaro
Publicado el 11:26h, 22 febreroOtro libro para apuntarme a mi agenda de futuribles, me estáis dejando sin dinero en el bolsillo con las entradas vuestras eh :p.
Qué grande este hombre, pienso que pocas cosas pueden ser más tristes que ver cómo un descubrimiento tuyo es usado para algo maléfico, yo no he descubierto nada pero a veces lo he pensado.
alvaro
Publicado el 14:32h, 22 febreroMira si confío en vuestras recomendaciones que me lo acabo de comprar por fnac online, para cuando vuelva a España ahora en semana santa tenerlo en casa esperándome :p
No quería esperar a que desaparezca de las librerías como me ha pasado en otras ocasiones.
santiagocarmona
Publicado el 22:10h, 22 febreroJajajaj, me alegro que te haya llegado como para hacerte comprar el libro. A mi me encantó, trata un montón de temas y además…. estaba tirado de precio!.
Un saludo!
Pingback:Jacques Cousteau: La ciencia y los valores humanos
Publicado el 22:37h, 22 febrero[…] Jacques Cousteau: La ciencia y los valores humanos http://www.hablandodeciencia.com/articulos/2012/02/22/jacques-yv… por FrankSimposio hace nada […]
Bitacoras.com
Publicado el 22:40h, 22 febreroInformación Bitacoras.com…
Valora en Bitacoras.com: No es necesario haber visto sus documentales para saber quién es, su gorrito de lana rojo es mundialmente conocido. Jacques-Yves Cousteau nos abandonó el 25 de Junio de 1997 dejando tras él un enriquecedor legado del cual se …..
Zaida Ortega
Publicado el 19:36h, 02 mayoEnhorabuena por la reseña, no la había visto, creo que también me compraré el libro 🙂
De todas formas, y que conste que admiro mucho a Cousteau, es curioso ver lo que hacía en sus comienzos (http://www.youtube.com/watch?v=69ghWIsSpa0 El Mundo del Silencio), como mataban a palos y arponazos a muchos animales. Claro que la peli es de 1956, todo hay que verlo en perspectiva, luego cambió radicalmente.
Esperemos que en un futuro muchas de las cosas que hacemos nosotros también resulten igual de brutales a nuestros descendientes, porque se haya avanzado en el respeto a los animales.
Saludos!
alvaroluna
Publicado el 20:14h, 02 mayoYo ya me lo he leído y no decepciona, me ha inspirado muchisimo. Una cosa que si me ha resultado extraña es la cantidad de faltas de ortografía que tiene el libro, no entiendo la razón, eso debería estar más controlado, algo raro habrá pasado con la traducción.
Sobre esas escenas del documental El mundo del silencio solo decir que yo también me quedé muy disgustado( quizás porque no lo esperaba) cuando visioné el documental y vi esas escenas. Hay que entender que los métodos empleados por naturalistas, científicos o quien sea no siempre han sido apropiados, ahora se puede juzgar fácil pero en su momento no había otras opciones, dudo que de haberlas Cousteau lo hiciera como se ve en ese vídeo. Otro ejemplo eran los estudios con mamíferos tipo zorro o lince que se hacían capturando ejemplares con cepos acolchados que hicieron daño a bastantes ejemplares( esto hasta comienzos de los 90 creo recordar). Si nos remontamos en el tiempo recordad el mero coleccionismo científico, la cantidad de miles de ejemplares de diversas especies disecados( y huevos y pollos) que hay en museos de ciencias naturales. Por suerte todo evoluciona y los métodos de estudio se han ido refinando.
santiagocarmona
Publicado el 22:47h, 02 mayoGracias Zaida!
Como ha dicho Alvaro, para nada decepciona, además trata muchos temas: partes de su vida, historias de exploraciones, pensamientos sobre muchos temas. Es un libro muy profundo. Destacaré que sorprende la cantidad de berenjenales en lso que estuvo metido el hombre y apunto de morir día tras día!