La contaminación por metales pesados se amplifica con los desastres naturales
Hoy en día se tiene más información sobre la composición química de la naturaleza. Y al mismo tiempo, se tienen más datos acerca del efecto que producen en la salud de los seres vivos determinados elementos y compuestos químicos presentes en el medio ambiente. Esto se debe a que cada vez tenemos más capacidad tecnológica para poder apreciar su presencia y concentración, y poder discernir cuando existe o no, un incremento anormal en las concentraciones naturales y si estas provienen de fuentes antropogénicas, es decir, de la actividad humana. Esto motiva que cada vez seamos más conscientes de nuestro efecto en el medio natural que nos rodea, que en muchas ocasiones es negativo. Todo este conocimiento deriva del importante esfuerzo científico para comprender no sólo de dónde vienen las fuentes de contaminación y su efecto a corto y medio plazo, sino también para planificar medidas efectivas con el fin de remediarlo.
Uno de los numerosos ejemplos que existen en torno la contaminación química la encontramos en la producida por algunos elementos químicos conocidos como “metales pesados”. Se denominan así a todos los elementos químicos que poseen un peso específico superior a 5 g cm-3 cuando se encuentran en su estado elemental. Algunos ejemplos de estos son el plomo (Pb), el mercurio (Hg), el Níquel, (Ni), el Cromo (Cr) o el Cadmio (Cd), algunos de ellos muy presentes muchas cosas importantes como la gasolina, el acero o las pilas. Los efectos tóxicos de estos elementos en los seres vivos se deben en muchos casos al desplazamiento químico que producen de otros metales que están presentes en determinadas biomoléculas dando lugar a una inhibición de sus funciones y llegando a inactivar algunas enzimas importantes, alterando la respiración celular o incluso alternado el material genético. De hecho, algunos autores han hecho una clasificación de toxicidad tanto para la flora como para los microorganismos presentes en el suelo (Hg>Cd>Cu=Ni=Zn). Estos elementos suelen ser fácilmente bioacumulables, es decir, que son difícilmente eliminados por los seres vivos una vez que los asimilan. Por lo tanto, un incremento de la concentración de metales pesados motivado por determinadas actividades industriales, como el uso de combustibles (gasolina, gasoil, etc. ), actividad minera, los equipos electrónicos o incluso en la fabricación de pinturas para nuestras casas, pueden motivar una acumulación anormal en nuestro entorno de estos elementos y en los organismos que nos rodean, muchos de los cuales forman parte de nuestra cadena alimenticia. Un caso claro del efecto nocivo de algunos metales pesados como el Hg, lo tenemos en el artículo de Santiago Campillo «Una gota de dimetilmercurio» en el que narra la triste historia de la investigadora Karen Wetterhahn.
Y como dicta el sentido común, cuando ocurre un fenómeno adverso o un desastre natural grave todo el efecto nocivo se amplifica, y los casos de contaminación pueden ser bastante graves. Si recordamos, hace algunos años en Nueva Orleans hubo varios huracanes con efectos bastante devastadores, como el Katrina. Pues un reciente estudio ha puesto de manifiesto que el ya de por sí elevado contenido en algunos metales pesados como el Pb en suelos (por lo visto motivado por el tipo de pinturas que se han utilizado desde hace muchos años y por la gasolina), se ha incrementado notablemente en los suelos de la zona después de los huracanes, llegando incluso a aumentar su contenido en sangre de los habitantes de dicha ciudad. Este estudio se centró en el análisis de numerosos elementos químicos, muchos de ellos pesados, en determinadas zonas importantes y sensibles, como son las zonas de recreo y jardines que están próximos a colegios, donde los niños juegan. Es importante resaltar que son el grupo de población más sensible a este tipo de contaminación y han registrado un incremento de varios elementos pesados en los suelos y también, en la sangre de un gran número de niños. Si bien los autores avisan de que el estudio puede no ser todo lo representativo como para afirmar que “toda” Nueva Orleans está seriamente contaminada, pero aún así, los datos confirman que una parte muy importante si lo está. ¿Y cuál es el motivo? Muy sencillo. Esta apreciación es completamente lógica ya que el muestreo de las zonas de estudio dependió de los análisis que se tenían antes del Katrina, sobre todo en cuanto a la identificación de los lugares exactos de muestreo, y el acceso a dichos lugares para poder compara «el antes y el después». Aún así, tuvieron bastante ayuda y predisposición por parte de los vecinos de la zona, que los llevaron en sus propios coches interesados en saber si sus hogares eran “más pesados” que antes.
Como es lógico, en España también tuvimos nuestro particular desastre relacionado con los metales pesados, que casi contamina una de nuestras joyas ecológicas, el Parque Nacional de Doñana.
Germán Tortosa
Para profundizar:
– Sobre la contaminación en zonas urbanas.
– Uso de técnicas de fitoremediación en suelos contaminados por metales pesados.
– Metales pesados y reciclaje de telefonía móvil.
-Bacterias que «comen» arsénico.
La fuente:
Presley, S., Abel, M., Austin, G., Rainwater, T., Brown, R., McDaniel, L., Marsland, E., Fornerette, A., Dillard, M., Rigdon, R., Kendall, R., & Cobb, G. (2010). Metal concentrations in schoolyard soils from New Orleans, Louisiana before and after Hurricanes Katrina and Rita Chemosphere, 80 (1), 67-73 DOI: 10.1016/j.chemosphere.2010.03.031
Investigador (@germantortosa), divulgador (www.compostandociencia.com) y dibujante de cómics (www.cienciaencomic.com)
Bitacoras.com
Publicado el 19:56h, 26 eneroInformación Bitacoras.com…
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