Margarita, del verbo investigar

Ha muerto la Gran Dama de la bioquímica patria. La que la introdujo en España, la que la desarrolló, la que le dedicó hasta su última sinapsis . Ayer la ciencia perdió una de sus luces más brillantes. Esa discípula de Severo Ochoa, que transcribió sus palabras en su ADN: «Un país sin investigación es un país sin desarrollo.»

Hoy Margarita Salas no acudirá a su laboratorio. Llegó la hora de abandonar la ciencia y descansar. Y, como su admirada Rita Levi-Montalcini, no será porque así lo establezcan las leyes de los hombres, que no entienden su pasión por investigar; serán las de la naturaleza las que lo habrán decidido. Su corazón ha dado el último latido, su cerebro ha echado el cierre. 

Margarita no sólo nació con una sesera bien pertrechada y una pasión sin límites, además lo hizo en la familia adecuada. Era 1938, pero sus padres tenían muy claro que tanto sus hijas como su hijo tendrían una formación completa. Más tarde tuvo la suerte de contar con la recomendación de Severo Ochoa, lo que le abrió las puertas de su director de tesis, Alberto Sols, nada convencido del genio femenino: «Bah, una chica. Le daré un tema de trabajo sin demasiado interés, pues si no lo saca adelante, no importa». 

Pese a los prejuicios y al machismo imperante, Margarita abrió a empujones todas las puertas que pudo, dejándolas abiertas para las que llegaron después. Aunque no lo hizo sin ayuda. Su marido tuvo que dejar de trabajar con ella porque todos los méritos se los achacaban a él (gracias, Eladio). Pero su esfuerzo y su pasión han sido reconocidos. Fue la primera mujer en desembarcar en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (1988) y es una de las siete académicas de la RAE. Además ha sido la primera española en ganar el Premio al Inventor Europeo 2019 en la categoría Logro de Toda una Vida y ¿por qué? Por tener la patente más rentable del CSIC.

Sí, la ciencia básica hace dinero, y como decía Severo Ochoa y ella misma repetía: «Hay que hacer investigación básica de calidad. Hay que dejar al investigador libertad para hacer su trabajo. Y así, saldrán resultados que no son previsibles a priori y que redundarán en beneficio de la sociedad.»

Gracias, Margarita. Por ser una pionera, por defender la ciencia básica, por promover la divulgación científica, por hacer dinero para la ciencia. Gracias por todo. Descansa ahora, nosotros mantendremos la llama de la ciencia encendida.

Patricia Libertad

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Margarita Salas. Investigadora en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa.

 

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