Mary la Tifoidea, la cocinera envenenada
El otro día os hablé de un personaje histórico que consiguió la complicada tarea de poblar y despoblar la Tierra, con desproporcionados resultados. Hoy, os hablo de una con la que no se puede hablar de despoblación como tal, pero sí que estuvo detrás de la pérdida de varias vidas. Eso sí, poquito a poco y sin darse cuenta (al principio). Hoy, os hablo de Mary la Tifoidea y el reguero de enfermos de fiebre tifoidea que dejó en cada una de las casas en las que entró a trabajar como cocinera a principios del siglo XX.
Su historia es muy recurrente en la historia de la ciencia, pues es un claro ejemplo de enferma asintomática. Hay quien todavía cree que este es un término que se inventó durante la pandemia de COVID-19 para hacernos extremar las precauciones y mantenernos encerrados en casa. Pero no. Las personas asintomáticas son aquellas que no manifiestan síntomas de una enfermedad, generalmente infecciosa, y, a pesar de todo, pueden contagiarla.
Mary la Tifoidea no tenía ni el más mínimo síntoma de fiebre tifoidea. Sin embargo, contagió a la mayoría de los habitantes de las casas en las que trabajó durante más de una década. No se sabe exactamente cuántas personas enfermaron por su causa, pero debieron ser decenas. Vamos a conocer un poco más sobre ella, pero empecemos por el principio.
¿Qué es la fiebre tifoidea?
La fiebre tifoidea es una enfermedad causada por la bacteria Salmonella typhi, que se transmite a través del agua y los alimentos contaminados.
Los síntomas son fiebre prolongada, cansancio, cefaleas, náuseas, dolor abdominal y estreñimiento o diarrea. Algunos pacientes también presentan erupciones cutáneas. En los casos graves, la enfermedad se puede complicar y causar la muerte.
Según la Organización Mundial de la Salud, cada año enferman de fiebre tifoidea unos 9 millones de personas, de las que mueren aproximadamente 110.000. En la época de Mary la Tifoidea estaba mucho más extendida por todo el mundo. Actualmente, en cambio, los casos se concentran sobre todo en países en los que las infraestructuras sanitarias, el agua potable y las estrategias de seguridad alimentaria son escasas. Además, estos son países en los que el acceso a los antibióticos es más complicado.
Hoy en día existe una vacuna, cuya administración intenta extenderse a las personas de más riesgo en estos países. Además, se recomienda para personas que vayan a viajar a estas zonas. Esta vacuna ha salvado también muchas vidas. Pero, por supuesto, en la época de Mary la Tifoidea aún no existía.
¿Quién fue Mary la Tifoidea?
Mary Mallon era una cocinera irlandesa que decidió viajar a Estados Unidos para buscarse la vida a principios del siglo xx. Lo que no sabía es que, además de sus dotes para la cocina, también llevaba con ella un regalo envenenado.
Todo empezó en 1900, cuando entró a trabajar en la casa de una familia adinerada de Nueva York. Poco después, varios miembros de la familia comenzaron a enfermar de fiebre tifoidea, por lo que se vio obligada a marcharse, en primer lugar porque las personas que le pagaban estaban enfermando y muriendo y, en segundo lugar, por miedo a contagiarse .
En su siguiente empleo enfermaron todos los miembros de la familia y la lavandera murió. Otra vez por fiebre tifoidea. Posiblemente, Mary pensó que menuda casualidad, que vaya mala suerte la suya. Pero tampoco era una enfermedad tan rara en aquella época, por lo que, inicialmente, es posible que no fuese consciente de su responsabilidad en lo que estaba ocurriendo.
Con cada brote Mary hacía bomba de humo y se iba sin dejar su nueva dirección. En la nueva familia enfermaron seis de sus siete miembros y en la siguiente diez de once. Había llegado el momento de atar cabos. Pero no los ató, sino que siguió desplazándose de familia en familia, dejando tras de sí un reguero de personas con fiebre tifoidea. Y así siguió hasta que una de las familias afectadas contrató a un experto para identificar el origen de la enfermedad. Como los famosos rastreadores con los que tanto nos familiarizamos también en la pandemia de COVID-19.
Veredicto: culpable
No hubo que tirar mucho del hilo para dar con Mary, que en ese momento se encontraba trabajando en una casa en la que dos sirvientes habían enfermado y la hija pequeña había muerto. De fiebre tifoidea, por supuesto. Tras hacerle las pruebas pertinentes, se comprobó que estaba infectada por Salmonella typhi, a pesar de no manifestar ningún síntoma. Era la primera vez que se describía un caso como el suyo.
Tras conocer su diagnóstico se negó a aislarse, alegando que se encontraba perfectamente. Por eso, fue necesario recurrir a medidas más drásticas. En 1907 fue detenida y obligada a mantener una cuarentena, en la que permaneció bajo vigilancia hasta 1910. Ese año se la dejó en libertad, bajo la promesa de no volver a trabajar como cocinera. Ya hemos visto que la enfermedad se transmite a través de alimentos contaminados, por lo que una cocinera infectada era un peligro. Ahora bien, ¿hizo Mary la Tifoidea caso? La respuesta os sorprenderá. O quizás no.
Inicialmente se ofreció como lavandera, pero el sueldo era mucho más bajo, por lo que se cambió el apellido y volvió a ofrecerse como cocinera. Así estuvo 5 años, dejando de nuevo a decenas de enfermos en las casas en las que trabajó. Tras este tiempo fue detenida de nuevo y sometida a otra cuarentena, que en este caso duró hasta su muerte, que tuvo lugar en 1938 por una neumonía.
En definitiva, Mary la Tifoidea fue un buen ejemplo de personas asintomática de una enfermedad, que se empeña en negar su responsabilidad por el simple hecho de no tener síntomas. Desgraciadamente, esto ha pasado, pasa y seguirá pasando. Porque la ciencia avanza a pasos de gigante, pero el egoísmo de los seres humanos no le va a la zaga. Eso, desde luego.
Biotecnóloga, redactora en Hipertextual y metida en todos los ‘fregaos’ de la Plataforma Almería ConCiencia.
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