¿Pint+ Science = Cerveza + Ciencia? Una visita al primer Pint of Science de Valencia
Pint of Science es un festival internacional que se ha celebrado por primera vez en 8 ciudades de España, y desde Hablando de Ciencia queríamos hacer una panorámica tipo mosaico de las impresiones de los que asistieron. Aquí os dejamos la crónica de Guillermo Muñoz, autor en Piratas de la Ciencia:
-¿Pint of Science?, me gusta más “cerveza de la ciencia” – me decía un amigo, tomándonos, precisamente, unas cervezas en un bar. – Bueno, sí, parece que es una iniciativa internacional. Es como los Bares de la Ciencia, ¿te acuerdas? – Le contestaba, sabiendo perfectamente que tenía razón, cerveza de la ciencia suena mejor. Me enteré de la existencia de este evento, Pint of Science, por mis compañeros de trabajo. Yo mismo estuve difundiendo el evento a mis conocidos durante una semana. Había mucha expectación por asistir a esta actividad divulgativa, que iba a juntar cervezas y debate científico. Al final, solo podría asistir a la primera de las tres jornadas. Pero esperaba que, aunque solo asistiese a un tercio de todo lo que se ofrecía en esta primera convocatoria del Pint of Science en Valencia, pudiese llevarme una idea general de la actividad.
Hoy en día asistimos a una autentica primavera por la divulgación de la ciencia. En una década hemos pasado de divulgar a través de web esquemáticas con contenidos manidos, a tener congresos específicos como el Campus Gutenberg en Barcelona o el Ciencia en Redes en Madrid, ferias de éxito como Experimenta o Expociencia en Valencia o promover unidades de cultura científica en universidades y centros de investigación. Han surgido multitud de asociaciones y colectivos que divulgan la ciencia en España de forma más ágil y más cercana, hasta el punto de que algunos programas de televisión de difusión científica han sido ejemplo de éxito, como Redes, Tres14 o, actualmente, Órbita Laika. Incluso centros de investigación tan prestigiosos como el ICFO dedican buena parte de recursos a sus actividades de difusión y comunicación de la ciencia. Hoy en día ser divulgador científico en un centro de investigación es una de las salidas laborales que un científico puede contemplar. Hace 10 años, todas estas nuevas versiones y propuestas de divulgación de la ciencia estaban construyéndose. Eran propuestas innovadoras para tejer una cultura científica más social y comprometida con el ciudadano, como describe el estupendo relato de PhilippeChomaz publicado en el número 41 de la revista Mètode en la primavera de 2004. Precisamente en ese año, la Cátedra de Divulgación de la Ciencia de la Universidad de Valencia empezó a coordinar los Bares de la Ciencia en nuestra ciudad. Una actividad de difusión de la investigación que también mezclaba, y sigue mezclando, cervezas y tertulia científica. Hoy todas estas propuestas que enriquecen las formas de divulgar son ya una realidad consolidada. Acercándome al Birra&Blues de la Av. María Cristina, local premiado con ser la sede de este primer Pint of Science Valenciano, resonaba una duda en mi cabeza ¿qué tendrá entonces un Pint of Science que no tenga un Bar de la Ciencia?
El boca a boca funcionó. Media hora antes de la hora de comienzo el local empezaba a saturarse. El cartel de lleno completo quedaba colgado. Al entrar tuve una refrescante alegría, la cerveza era estupenda. Sin embargo, quedaba acompañada por una pequeña decepción. Las sillas del bar habían quedado dispuestas en una serie de filas, ordenadas como si hubiesen querido camuflar un bar como un salón de actos. Una pena, mientras discutiésemos sobre ciencia nadie sorbería cerveza buscando confluir con ojos ajenos.Tengo que ser sincero, es un error muy grave. De las múltiples miradas posibles, esa disposición de las sillas solo permitía una: todo el público mira a un único conferenciante, y no hace falta ser muy avispado para saber que no es lo que suele suceder en un bar. Leo en el móvil el díptico del evento, titulado “Mesa redonda: de los quarks a la materia oscura”. Podríamos pues traducirlo como “discusión sobre lo más pequeño hasta lo más grande”. Para tal tarea tuvimos el honor de escuchar las voces de cuatro investigadores del IFIC de la Universidad de Valencia, José Valle, Susana Cabrera, Francesc Monrabal y Gabriela Barenboim, junto a la investigadora del Centro de Tecnología Nanofotónica de la Universidad Politécnica de Valencia, Elena Pinilla. Quizá, para mi gusto, una participación en exceso del IFIC. Un tema tan amplio podría haber sido completado con investigadores de otros departamentos y otras áreas científicas. ¿Un astrónomo?, ¿un matemático?, ¿un ingeniero de materiales?, ¿un físico de superficies?, … Como bien nos señalaba Miguel Ángel Sanchis, investigador del IFIC y conductor del evento, la ciencia habla en muchas lenguas, refiriéndose a los propios acentos lingüísticos de los invitados. A los conceptos les pasa igual. Un solo tema converge en miles de especialidades.
La primera diferencia advertida respecto a un Bar de la Ciencia fue que en estos últimos eventos el papel principal lo abordan las preguntas. En los Bares de la Ciencia la actividad se centra en preguntar a los especialistas invitados. El público toma la palabra. El Pint of Science quedó sin embargo constituido por charlas más o menos breves, aunque sin acercarse a otros formatos más modernos como los Pecha Kucha.Se eligió un formato muy convencional, constituido por charlas apoyadas por powerpoints. ¿Powerpoints en un bar? Bueno, esto también lo sabemos, un bar no es el mejor lugar para proyectar diapositivas. Cuando tienes un público que no puede interaccionar, y cuando las cualidades espaciales han sido totalmente desaprovechadas, solo queda la capacidad de oír. El público oíamos atentamente a los primeros invitados, José Valle y Susana Cabrera. Nos hablaron de los misterios del modelo estándar, de los neutrinos, de su escasísima masa y sus interesantes propiedades para estudiar el universo. Nos hablaron de tecnología, de los sofisticados detectores construidos en el CERN para descubrir nuevas partículas. Tecnologías de semiconductores y superconductores necesarias para poder trasportar corrientes de hasta 11.000 amperios en las instalaciones subterráneas del CERN. La multidisciplinariedad aparecía otra vez. ¿Cuántas partículas subatómicas y conceptos teóricos fundamentales deben su descubrimiento al desarrollo tecnológico?, O preguntando especularmente, ¿qué hay más aplicado y comercial que construir un enorme acelerador de partículas, donde los intereses científicos se mezclan con los políticos, los tecnológicos e incluso los empresariales? Escuchando a los invitados consolidaba mi opinión: no existe ciencia más fundamental que otra, de la misma forma que no existe ciencia más aplicada que otra. Los intereses sociales, políticos y tecnológicos, como con los fundamentos científicos, o los acentos de los invitados, son manifestaciones diversas de un mismo escenario: las múltiples ciencias que todos habitamos.
Las charlas fueron caldeándose y, gracias a Elena Pinilla, conocimos una mirada alternativa hacia las escalas espaciales. A través de su didáctica aplicación informática viajamos en modo zoom desde las escalas más cotidianas (digamos, metros), hasta las escalas típicas en las que se trabaja en nanotecnología. Usando sus palabras: la escala de la vida. Escala de la vida porque las piezas fundamentales que ensamblan los seres vivos tienen estos tamaños nanométricos. Hoy en día podemos manipular y controlar la materia, ensamblarla, con precisión nanométrica, por lo que se esperan miles de nuevas aplicaciones que auguran una nueva revolución tecnológica. Francesc Monrabal, investigador del IFIC, nos deleitó sobre la artesanía minuciosa de la construcción de detectores y esa tribu urbana de físico, los “físicos underground” (este tipo de detectores suelen alojarse debajo de grandes montañas, en cuevas subterráneas o en las profundidades de los mares). Una artesanía tecnológica, que, como vimos, se vinculaba con la historia, ya que el plomo necesario para el ensamblaje de sus detectores debe ser tan puro y poco contaminado que han de recurrir a piezas históricas protegidas de la contaminación ambiental, como anclas rescatadas de los naufragios de barcos romanos. ¿Quién diría que la física de partículas necesita de una mediación política con la historia y la arqueología?, no hay concepto que no resista a la colaboración. Hacer ciencia significa colaborar, y las humanidades son parte importante de esta colaboración.
Los vasos iban vaciándose, y las tandas de cervezas multiplicándose. ¿Cómo que los eventos científicos no son rentables?, se estaría preguntando el dueño del Birra&Blues. Llegábamos a la última de las presentaciones. Gabriela Barenboim, investigadora del IFIC, entendió algo fundamental. En un espacio constreñido y poco adaptado, un lugar donde las imágenes no llegaban de forma eficiente a la gente, y donde la gente solo podía oir, había que animar el ambiente haciendo precisamente lo que sí que se podía hacer bien: hablar y narrar. Y para narrar el humor es uno de los mejores hilos conductores. Conceptos alojados por palabras, y palabras adornadas con inteligencia y humor. Humor que nos ayudó al público a ser cómplice, a pasar del oír al escuchar atentamente, para participar de sus palabras con nuestras propias carcajadas, tentados continuamente por brindar por una ciencia que sabe divertirse y divertir. De esta forma fuimos participes y entendimos que la materia oscura no interacciona como la materia ordinaria, o que la fuerza oscura es algo tan difuso y poco entendido que llamarla de esta forma es un simple juego de etiquetas.
Las charlas coparon la mayor parte del tiempo, abriendo, sin embargo, un turno para ruegos y preguntas. Mi impresión general es que la mayor parte del público no andábamos demasiado alejados del mundo de la investigación científica. ¿Tiene acaso sentido hacer divulgación científica para los científicos? Yo creo que sí, pero cuidado con las justificaciones. Si nuestros discursos van dirigidos hacia la difusión popular de la investigación científica no deberíamos sorprendernos de que nos hagan las preguntas más extrañas o confusas que nos podamos imaginar. Es más, nos deberíamos alegrar. Es una oportunidad para explicar conceptos a gente que pide entenderlos. Y si alguien pregunta sobre el centro del universo, lo que mejor podríamos hacer es eso, alegrarnos. Es una pregunta estupenda para hablar sobre Aristóteles, Galileo, Newton, Einstein y sobre otros muchos.
Después de dos pintas de cerveza, y cinco interesantes charlas, salimos del primer Pint of Science de Valencia con la agradable sensación de haber escuchado el trabajo de cinco investigadores, a través de su esfuerzo por comunicar. Faraday, en 1825, inauguró la serie de conferencias de navidad de la Royal Institution, quizá una de las más prestigiosas citas de la divulgación de la ciencia que continúa actualmente. Hoy en día las actividades por la difusión de la ciencia, llámense Bares de la Ciencia, Pint of Science o cualquiera de sus múltiples y variadas manifestaciones están ahí para que las disfrutemos y las compartamos. Quizá la divulgación de la ciencia sea otra más de esas manifestaciones de la propia ciencia. Una ciencia, divulgativa e interdisciplinar, múltiple en sus intereses y manifestaciones. Pero sobre todo una ciencia que no puede perder la oportunidad de participar y colaborar en este tipo de eventos. Sigo sin entender qué hay de nuevo en un Pint of Science respecto a un Bar de la Ciencia, aunque creo que sí que podría elaborar una lista de elementos, tangibles e intangibles, que un Bar de la Ciencia contiene y un Pint of Science no. En cualquier caso, me alegro de que existan más eventos del mismo estilo. Siempre brindaremos por ellos.
Guillermo Muñoz Matutano. Piratas de la Ciencia, @piratas_ciencia
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