Prueba Q.U.I.M.E.R.A.

La Noche de los investigadores se organiza desde la Comisión Europea desde hace ya unos cuantos años, y tiene lugar en más de 300 ciudades europeas simultáneamente. Su objetivo es fomentar el interés por la investigación y la ciencia de una manera amena y al alcance de todos. La actividad de la que os voy a hablar aquí tuvo lugar en Madrid el viernes 27 de septiembre en el Círculo de Bellas Artes, organizada por ANQUE: la prueba QUIMERA.

Los participantes, al apuntarse, recibían un misterioso correo electrónico explicándoles que el malvado Doc Sinistro buscaba al esbirro más pérfido para su organización de genios científicos, y tendrían que demostrar ser los mejores en una serie de pruebas, donde la ciencia tendría un papel principal. La prueba estaba dirigida a jóvenes de entre 18 y 25 años, aunque finalmente tuvimos desde pequeños futuros investigadores de «casi ocho» años, hasta gente con más años de experiencia a sus espaldas, e incluso docentes de física y química en busca de nuevas ideas que llevar a las aulas.

Ya a su llegada eran recibidos por el Doctor Rarón y un becario cuyo brazo había sido poseído por Clorofilo, demostrando que el no usar guantes puede ser perjudicial para la salud. Entre pruebas o antes de las pruebas, la espera era amenizada por una servidora, que demostraba a los asistentes cómo realizar sencillos experimentos con material que puedes encontrar en la cocina de tu casa.

Los participantes se inscribían en cuatro equipos, cuyos líderes eran los doctores Antimonio, Tecnecio, Estroncio y Wolframio, interpretados por animadores que daban vida a tan particulares personajes que se encargaban además de los cuatro talleres donde tenían lugar las pruebas principales.

El Doctor Antimonio se encargaban del Laboratorio Alquímico, un oscuro pasado de la química, en el cual aparentemente tenían lugar misteriosas transmutaciones, explicables mediante sencillas reacciones químicas que formaban precipitados de colores.

El Doctor Estroncio se encontraba en el Pozo Sinistro, al cual había que acceder bajando unas siniestras escaleras, envuelto en oscuridad. Tenía un mensaje escrito para los futuros malvados becarios de QUIMERA, pero antes éstos tenían que conseguir encender una luz ultravioleta para poder leerlos, fabricando una pila casera. Quien resolviera el enigma, se llevaría la gloria y el favor de Sinistro.

El Doctor Wolframio (alias Tungsteno) se encargaba de cuidar la Jaula de Monstruos. Aquí los participantes podían jugar y crear su propia forma de vida, que les ayudaría en las pruebas futuras. Tan sencillo como amasar un poco de pan y la ayuda del hierro, para dar impresión de una falsa vida. Durante un momento, nuestros investigadores «jugaron» a ser investigadores de nuevos materiales, en búsqueda de nuevos tejidos útiles.

Los ganadores de las pruebas se llevaban unas chapas de Oro, Plata y Radio, según quedaran primeros, segundos o terceros, además de la chapa de identificación de su equipo. También podían firmar gracias a la electrolisis en una chapa de metal para dejarnos una señal de su estancia, y por supuesto, llevarse el buen recuerdo de la Prueba QUIMERA, que de 6 de la tarde a 12 de la noche (aunque se alargó hasta la 1 de la mañana) hizo que tanto animadores como investigadores acabáramos agotados. Pero valió la pena al comprobar que los participantes salían satisfechos.

 Puedes ver un vídeo-resumen de lo que fue QUIMERA:

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María Diz

Hablando de Ciencia