Reseñas HdC: Cómo crear un ser humano


Cómo crear un ser humano
Autor: Philip Ball
Editorial: TURNER
Colección: Noema
Año: 2020
Páginas: 376
ISBN: 9788417866068
Precio: 24,90 €
SINOPSIS

A todos nos han contado esa historia de que “papá pone una semillita en mamá…” y todos sabemos cómo termina: con un bebé. Sin embargo, ¿sabríamos decir realmente cómo un óvulo fecundado se convierte en un ser humano? La respuesta de la ciencia resulta incluso más asombrosa que el famoso relato.

Philip Ball explica de una manera fascinante cómo se crea, efectivamente, la vida. Y, además, cómo la ciencia es hoy capaz de reproducirla en un laboratorio. Nos introduce en los últimos avances científicos que ya evitan ciertas enfermedades congénitas, ofrecen múltiples opciones de reproducción asistida, revelan nuestro linaje genético… y tantas cosas más.

Tan irresistible es escudriñar la realidad a la escala microscópica del ADN como abstraernos en reflexiones filosóficas. Cómo crear un ser humano no es una mera discusión científica, sino que adquiere implicaciones morales y sociales, y nos lleva incluso a cuestionar nuestro sentido de la identidad: ¿qué significa ser humano?


RESEÑA

Se dice que el siglo XXI será el siglo del avance científico y tecnológico de nuestra sociedad. Y dentro de ese avance, la biología jugará un papel fundamental. De hecho, ya estamos cerca de una revolución en nuestra visión de lo que pueden hacer las células. Una revolución que hace apenas una década parecía muy lejana. Sin embargo, en estos últimos diez años se han realizado numerosos descubrimientos que han transformado la biología celular, planteando todo tipo de posibilidades médicas para la regeneración de órganos y tejidos, así como abriendo nuevas vías de investigación básica en embriología, desarrollo y concepción.

Nadie mejor que Philip Ball para explicarnos en su último libro todos estos descubrimientos y aplicaciones. Ball es un científico de prestigio, con una larga trayectoria investigadora y divulgadora a sus espaldas; sus libros son una garantía de rigor científico. Pero en esta ocasión la experiencia ha ido más allá de lo puramente científico. Las implicaciones sociales, culturales y hasta políticas que rodean a la creación de un ser humano son numerosas. Por no hablar de la polémica en torno a conceptos como raza, clase, inteligencia y discapacidad, que por desgracia están a la orden del día. Estos avances en biología está trayendo consigo nuevas cuestiones éticas y morales sobre dónde trazamos los límites y por qué. Como dice el autor en el prefacio

Sé por experiencia que existe un tipo de lector que piensa: «Eso no me importa, ¡dime solo lo que dice la ciencia!». Si eres uno de esos lectores, esta es mi humilde respuesta: «No puedo darte ‘solo ciencia’, porque esta ya viene acompañada de una historia. En este campo -que considero impresionante, perplejo, a veces inquietante- nunca se puede hablar exclusivamente de ciencia».

En efecto, es muy difícil que «cómo crear un ser humano» sea una pregunta meramente científica. Eso es precisamente lo que la hace tan interesante y nos puede llevar a revisar nuestras ideas de lo que creemos que somos.

Philip Ball (1962) es químico y doctor en Física por la Universidad de Bristol, miembro del departamento de Química del University College de Londres y miembro de la Royal Society of Chemistry desde 2011. Durante más de veinte años ejerció de editor en la revista Nature. En la actualidad es columnista de la revista Chemistry World y colabora con New Scientist y otras publicaciones científicas. Como autor de divulgación científica tiene una prolífica trayectoria. En Turner ha publicado, entre otros, libros como Masa Crítica (ganador del Aventis Prize de 2005), Al servicio del Reich, Curiosidad, Cuántica (ganador del Physics World Book of the Year 2018), H2O: Biografía del agua y El peligroso encanto de lo invisible. A título individual, Ball ha sido el ganador del Science Commentator of the Year 2015 y 2017.

El libro empieza con un breve Prefacio de apenas cuatro páginas para pasar luego a la introducción y los ocho capítulos en los que está dividido el libro. Luego se incluye unos Agradecimientos, el listado de Notas y la Bibliografía, muy completa.

La introducción, Mi cerebro en una placa, plantea el hilo conductor del libro: un experimento en el que participó el propio autor, y en el cual un trocito de su brazo se acabó convirtiendo en un rudimentario cerebro en miniatura. Este tipo de estructuras celulares cultivadas en laboratorio se conocen como organoides, y ya están revolucionando la medicina al permitir estudiar ciertas enfermedades antes de realizar ensayos clínicos con pacientes.

La doble hélice de ADN | Fuente

El primer capítulo, Pedazos de vida, es una clase magistral de historia de la biología celular. Por ella desfilan grandes científicos como Robert Hooke, Louis Pasteur o Gregor Mendel. Hasta comienzos del siglo XIX no se planteó la idea de que las células eran un componente general de la materia viva. A finales de ese mismo siglo, los biólogos se convencieron de que la reproducción celular se producía por división y empezaron a entender el papel que jugaban los genes. Ya en 1953, Watson y Crick mostraron cómo la información genética podía estar codificada en la molécula del ADN. Hoy sabemos que el genoma está lejos de ser un sencillo manual de instrucciones, entre otras cosas porque un solo gen suele está implicado en una multitud de rasgos.

En el segundo capítulo, La construcción del cuerpo, el autor aborda la tarea de crear seres humanos al unir un óvulo y un espermatozoide, los dos células reproductoras llamadas gametos. Se trata de un objetivo alrededor del cual gira gran parte de nuestra cultura. Según los biólogos evolutivos (y no seré yo quien les lleve la contraria), el sexo es una estrategia evolutiva de éxito, a pesar de que, dentro del reino animal, los humanos somos extremadamente ineficientes. En cualquier caso, es maravillosa la evolución del embrión durante el embarazo, un proceso que el autor explica con todo lujo de detalles.

El tercer capítulo, Carne inmortal, narra los primeros intentos de cultivar tejidos humanos fuera del cuerpo. Uno de esos pioneros fue el cirujano francés Alexis Carrel, quien en 1911 pudo conservar el tejido de un corazón de pollo latiendo durante semanas. Aunque el caso más famoso sea seguramente el de Henrietta Lacks, muerta en 1951, y cuyas células siguen vivas hoy en el laboratorio. Estas células HeLa han permitido realizar miles de experimentos sobre cáncer, sida y otras enfermedades. En la actualidad, el tejido humano se trata en los laboratorios como si fuera un tipo de material, como un polímero o una cerámica.

Micrografía de una célula madre | Fuente

El cuarto capítulo, Giros del destino, se centra en la fabulosa tarea de reprogramar el cerebro, algo que hace poco más de una década muchos biólogos habrían considerado imposible. En ello juegan un papel fundamental las células madres, capaces de formar cualquier tejido del cuerpo humano. Diversos experimentos han confirmado que las células, una vez especializadas, conservan la capacidad genética de las células madres. Es decir, pueden reprogramarse. Así fue cómo las células cutáneas del propio autor se convirtieron en neuronas. El desafío es reprogramar las células para crear neuronas directamente en el cuerpo, in vivo. Esta revolución está todavía por llegar, pero ya está en camino.

En el quinto capítulo, La fábrica de piezas de repuesto, explica la manera de producir órganos y tejidos a partir de células reprogramadas. El principal obstáculo es que todavía no comprendemos del todo la programación de las células ni sabemos cómo controlarlas. Otra técnica prometedora es la descelularización, que consiste en conservar un andamio del tejido original con el fin de evitar una respuesta inmune adversa. De esta manera se pueden lograr cosas dignas de la ciencia la ficción, como cultivar órganos humanos dentro de otros animales. Surgen así las llamadas quimeras, organismos que contienen células de más de un genotipo. Hasta ahora se ha hecho con roedores (ratas y ratones), pero cuestiones éticas impiden de momento avanzar más.

El sexto capítulo, Carne de mi carne, narra el desarrollo de la fecundación in vitro (FIV). Esta técnica no solo cambió nuestra forma de procrear, sino que convirtió el sexo en opcional. La FIV suele producir «embriones de repuesto» que pueden usarse para la investigación científica. Esta idea provoca el rechazo de algunos. Otros consideran que es mejor usarlos en beneficio de la ciencia en lugar de desecharlos sin más. En cualquier caso la FIV solo resuelve algunos problemas de infertilidad. La solución definitiva sería crear gametos artificiales, tanto masculinos como femeninos. Por extraño que parezca, los científicos ya han sido capaces de esto con ratones, dando como resultado crías aparentemente sanas. El debate sobre el futuro del sexo y la reproducción está abierto.

He Jiankui | Fuente

En el séptimo capítulo, ¿Progenie abominable?, el autor explora nuestra reciente capacidad de crear y transformar células y tejidos. Esa «ciencia frankensteiniana», como la llama algunos, es capaz de crear un embrión sintético o embrioide, proporcionando un medio de estudio del desarrollo humano, algo que no está permitido con embriones reales. También existen terapias de reemplazo mitocondrial cuyo objetivo es evitar la herencia de las llamadas enfermedades mitocondriales. Los nacidos así se llaman bebés de tres padres, pues una pequeña parte de su material genético procede de la donante del óvulo. Y luego está la edición genética, cuya técnica más conocida es CRISPR/Cas9. Hay consenso en limitar el uso de la edición genética en embriones humanos a casos en los que no haya otra terapia médica disponible. Esto no ha evitado el polémico caso de los gemelos de He Jiankui, con la consiguiente mala prensa.

El octavo y último capítulo del libro, El retorno de la carne, pretende reconciliarnos con nuestras identidades. Casi todas las filosofías tradicionales del ser se basan en la singularidad e integridad del individuo. Pero ahora nos enfrentamos a la posibilidad de que un trocito del brazo se convierta en un un cerebro o, incluso, en un embrión. Esto plantea dilemas éticos. ¿Cómo definimos a un individuo? ¿Somos simplemente nuestro genoma? ¿Qué pasa entonces con las bacterias que viven en simbiosis con nosotros? Me quedo con la definición del autor: «somos una colaboración de células, algunas de ellas humanas y otras no, que ha desarrollado esta maravillosa y misteriosa tendencia a considerarse una entidad única.»

En conclusión, estamos ante una obra fascinante -divulgación científica de calidad con tintes filosóficos-, necesaria para entender la revolución que está por llegar. Muy recomendable para amantes de la biología o mentes curiosas que quieran conocer la respuesta al título del libro.

Daniel Martín Reina

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