Reseñas HdC: Tierra Larga

TIERRA LARGA

Autores: Terry Pratchett y Stephen Baxter

Editorial: FANTASCY

Páginas: 464 páginas

Encuadernación: Tapa blanda

Lengua: CASTELLANO

ISBN: 9788415831112

SINOPSIS

Otros mundos nos esperan. Basta con dar un pequeño paso…

1916. El soldado Percy Blakeney recibe el impacto de un obús en una trinchera francesa. Despertará envuelto por el canto de los pájaros en un entorno pacífico, donde han desaparecido el barro y la metralla de la guerra.

2015: la ciudad de Madison, Virginia, en Estados Unidos. La agente de policía Monica Jansson investiga el incendio en la casa de un extravagante científico que ha desparecido sin dejar rastro. Algunos lo tildan de loco, otros lo consideran muy peligroso. Entre los escombros, Monica descubre un curioso mecanismo compuesto de una caja, una serie de cables… y una patata. Se trata del prototipo de un invento que cambiará para siempre nuestra manera de ver el mundo.

RESEÑA

Hacía tiempo que quería reseñar un libro de Terry Pratchett pero era difícil elegir uno porque gran parte de sus novelas son de fantasía que incluían algún atisbo de ciencia y de ciencia ficción en algún caso. Pratchett usaba su fantasía como excusa para sacar a relucir nuestro mundo, tanto virtudes como defectos. Imaginar formas de vida y sociedades distintas para compararlas con nuestra sociedad era una máxima de sus libros.

Stephen Baxter es una autor casi desconocido en España, pocas de sus novelas han sido traducidas y no ha sido por su calidad literaria, es más, recibió el premio John W. Campbell Memorial en 1996 y fue nominado para los Nébula y los Hugo. Es autor de ciencia ficción dura y ha escrito Luz de otros días con Arthur C. Clarke.

Copiando lo que dijo la revista SFX, esto es pura alquimia literaria. Dos autores con temáticas tan diferentes podían dar un engendro ininteligible o una brillantez. Y, por lo que a mi respecta, esta novela es muy recomendable.

Inteligencias artificiales, aeronaves con la última tecnología, reencarnación de un mecánico de motos tibetano en un ordenador, trols, elfos, aventureros y vagabundos, héroes que no quieren serlo, incomprendidos, política, odio a lo desconocido, religión, evolución de mil formas y un largo etcétera.

La patata y Lobsang, son pratchianos a más no poder, es más, Lobsang es el tibetano reencarnado en terabytes de código que aparecieron de golpe y porrazo en el mismo momento en el que murió su cuerpo humano, tiene el mismo nombre que el protagonista de la novela «Ladrón del Tiempo» de la saga Mundodisco donde Lobsang es algo parecido a un monje tibetano. Durante la novela se menciona varias veces el Test de Turing y como Lobsang lo pasa con cualquiera, pero que adquiriese el reconocimiento jurídico de ser humano así como deberes y derechos no se debió a que demostrase que era una inteligencia artificial, sino que era una reencarnación de un ser humano, y como la reencarnación es un concepto muy extendido entre las religiones, negar por parte un juez o un jurado que no era una reencarnación solo era admisible negando la posibilidad de la misma, lo que negaría una parte de su propia religión lo cuál, dependiendo del país, era algo completamente inadmisible.

¿Qué pasaría si hubiese una infinidad de Tierras que solo se diferenciasen unas de otras un poquito en contiguas pero que la diferencia entre las más alejadas fuese abismal? Por un lado tenemos la evolución, el ser humano como tal solo evolucionó en la Tierra Datum (la nuestra) pero otros seres evolucionaron de forma convergente y desarrollaron civilizaciones. Y así con el resto de seres vivos, desde planetas donde la megafauna nunca desapareció, o donde las aves siguen arriba de la cadena alimenticia, planetas cubiertos de agua donde solo existen peces y planetas con un solo continente desierto. Las explicaciones de qué pudo ocurrir en cada planeta y de cómo evolucionó la vida son minuciosas y pertenecen a la ciencia ficción dura.

Los problemas sociales y económicos que plantea la Tierra Larga son muy interesantes, ya que la humanidad pasa de una época de escasez a una de absoluta abundancia. Ya no es necesario cultivar, la subsistencia como cazadores-recolectores vuelve a ser posible. Las ciudades ya no son necesarias, la humanidad se puede repartir por un sin fin de Tierras. Una gran parte de la población se desplaza y las ciudades se quedan vacías, los gobiernos no saben cómo actuar porque no pueden prohibir cruzar ni son capaces de perseguir aquellos que se niegan a seguir pagando impuestos a miles de cruces de su Tierra natal.

Y, ¿qué es lo que pasa con los que no cruzan? Independientemente de la razón, aquellos que se quedan sienten odio hacia aquellos que se marchan. Muchos se sienten abandonados por sus familias, sus negocios se han ido a la quiebra y todo su mundo se desvanece. Igual que en la conquista del Viejo Oeste, son las familias de clase media quienes cruzan a mejores destinos, ya que como en todos los viajes, es necesario ir bien provistos y hacer acopio de material antes de marchar. Las clases bajas hacen sus intentos pero al no ir bien equipados terminan mal parados. Y las clases altas no tienen necesidad de buscar un futuro mejor porque ya viven en él y sus viajes son de ocio.

Las referencias literarias son continuas, ya sea comparando a los elfos de Tierra Larga con los de Rivendel de Tolkien, el «Marte Rojo» de Kim Stanley Robinson, «Las crónicas de Narnia» de C. S. Lewis, autores de ciencia ficción como Asimov y Clarke, «Star Trek», «Alicia en el País de las Maravillas» de Lewis Carrol y una larga lista de películas de ciencia ficción antiguas.

Como es típico en las novelas de Pratchett, la novela está formada por la historia de diferentes personajes que dan contexto al hilo principal o simplemente añaden una nota de humor. Muy al estilo de las primeras historietas de ciencia ficción, el recorrido por las diferentes Tierras tiene el objetivo de maravillar al lector y contrapone al punto de los viajeros que no tienen tiempo de parar y disfrutar.

Una novela ciertamente sorprendente donde se une la ciencia ficción dura con la fantasía. ¡Muy recomendable!

 Víctor Pascual

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