La dieta del estrés

Malas noticias chic@s.o/aO buenas, ya sabemos que todo depende (Pau Donés lo dijo con música antes de que todas sus canciones empezaran a sonar igual). Es el momento de empezar a preocuparse por la PRUEBA DEL BIKINI/BAÑADOR/TANGA/FARDAHUEVOS (no se me vaya a sentir nadie ofendido o no incluido) y por eso, si alguno de vosotros está pensando en ponerse a dieta aquí va la mala noticia (por si aún no lo sabíais). Las dietas NO funcionan.
 
Ya no hablo de esas dietas relámpago que prometen una cintura de avispa en 0.3 días, sin esfuerzo (¡ja!) y comiendo 3 veces al día en Mr. McDonalds. Me refiero en general a lo que se llama restricción calórica, o sea a reducir la cantidad/contenido energético de la comida que una persona ingiere para perder peso. Existen multitud de razones por las que puede decirse que una dieta no funciona desde culpar a la falta de fuerza de voluntad para mantenerla como el llamado efecto yo-yó o rebote por el que no mucho tiempo después de una dieta se recupera no sólo lo perdido sino incluso hasta el doble. Pero la ciencia intenta buscar respuestas más allá de lo obvio. Somos el resultado de la interacción entre nuestros genes/biología y el medio/entorno, y por supuesto esto se extiende a nuestro cerebro. Estar a dieta cambia nuestro cerebro, cambia el modo en que nos enfrentamos al estrés y dado que uno de los modos de lidiar con el estrés es mimando nuestros centros del placer, no es tan sorprendente que acabemos dándonos al chocolate y volviendo al punto de partida.
 
Pero veamos qué nos enseñan nuestros parientes ratoniles sobre la dieta. En un artículo recién publicado en Journal of Neuroscience, los investigadores pusieron un grupo de ratones «en plan» (restricción calórica) mientras otro grupo podía comer ad libitum osea tanto como quisieran durante 3 semanas, al cabo de las cuales los ratones a dieta habían perdido un 10% de su peso inicial que viene a ser la media de lo que la gente pierde cuando se pone a dieta (una persona de 80 kilos perderá una media de 8 kilos…) y entonces midieron una serie de cosas. La primera: niveles de estrés. Para eso tomaron muestras de sangre de ambos grupos de ratones sometidos a una situación ligeramente estresante, al menos para un ratón (el estar metidos en un tubo con movilidad reducida es similar a la sensación de estar metido en un escáner de RMF que también resulta desagradable para algunos), y midieron los niveles de corticosterona, que es una hormona relacionada con el estrés -en humanos este papel de «hormona del estrés» lo representa el cortisol– y encontraron que aunque ambos grupos incrementaban su producción de corticoesterona en respuesta al estrés de estar «atrapados» (en realidad aún pueden moverse un poco) los ratones a dieta respondían de forma mucho más intensa frente al estrés. Otra forma de medir el estrés, y el modo de reacción frente a este, es la prueba de suspensión de cola (horrible traducción literal pero ¡ea! al menos deja poco lugar a dudas). Normalmente este test se emplea para probar la eficiacia de nuevas drogas antidepresivas (aunque luego la traslación a humanos no suele ser demasiado eficiente) de tal modo que una reacción pasiva se asocia con síntomas pro-depresivos y viceversa. Y este tipo de respuesta fue la que se encontró de forma mayoritaria en los ratones a dieta, así que parecería que estar a dieta (al menos en ratones) no sólo te hace más susceptible al estrés sino también más vulnerable a la depresión.

Los ratones a dieta muestran mayores niveles de estrés. (A) Niveles de corticoesterona (B) Inmobilidad en el test de suspensión. Adlib (comida a placer) Rstr(restringida o sea a dieta Fuente: Pankevich et al.,2010)
 
Para poder explicar el origen de los cambios en la respuesta a estrés los autores buscaron cambios en la expresión del factor liberador de corticotropina (FLC) que regula la expresión de corticosterona en diferentes regiones cerebrales y hallaron diferencias entre los ratones control y aquellos puestos a dieta durante y después de permitirles volver a alimentarse normalmente. El grupo a dieta presentaba niveles más bajos de FLC que el grupo control y esta diferencia se mantenía incluso después de volver a la dieta «normal».
 

Aquí FLC aparece con sus siglas en inglés CRH

Hagamos un aparte para una clase avanzada de Biología/Genética Molecular. La célula tiene varias formas de controlar los niveles de una proteína, unos actúan una vez la proteína ya existe y otros actúan regulando su producción, osea a nivel de la expresión de los genes que la codifican. Tanto este nivel como el otro constan de multitud de mecanismos pero el que nos interesa hoy es la metilación del ADN. El patrón de metilación es una de las llamadas modificaciones epigenéticas que últimamente están muy de moda entre los científicos (sí, así de superficiales somos) porque son cambios sobre la expresión de larga duración, modificables por la influencia del medio (sea experiencia, educación o en este caso la dieta), no codificados por la propia secuencia e incluso heredables si ocurren en células germinales (o sea gametos).
 
Ahora que ya sabemos lo que es la metilación no sorprenderá saber que también encontraron que la metilación asociada al gen que codifica FLC también estaba disminuida en los ratones a dieta durante y después, respecto a los control. Para que nos entendamos, esto significa que la dieta cambió de forma duradera la maquinaria celular que controla la manera en que los ratones se enfrentan al estrés. Así que los investigadores decidieron ir un paso más allá y comprobar qué ocurre cuando ratones estresados de verdad (algo así como un yupie de Wall Street en un día de pérdidas en la Bolsa) tienen la posibilidad de pegarse un festín de comida grasa (esta vez evocaré la imagen de una Currywurst mit Pommes, por eso de la integración) y ya podeis imaginar el resultado. Nuestros pobres amigos estresados y post-dieta se pusieron las botas (aunque podría haber sido peor si los niveles de estrés infligidos hubieran sido realmente como los del pobre yupie). Lo que ilustra una de las posibles causas del efecto rebote observado en humanos.
 
Una buena noticia. Bueno, dos. La primera es no somos ratones así que posiblemente algunos de los hallazgos del artículo no son extrapolables (la dieta no deprime per se, puesto que la pérdida de peso se ve como una victoria y existen beneficios sociales añadidos) y la segunda es que hay más formas de perder peso que limitando la ingesta: ¡MUÈVETE!, además tendrás el plus de que reducirá tus niveles de estrés.
 
El estrés forma parte de nuestras vidas así que más vale que nos hagamos a la idea y busquemos la mejor forma de lidiar con él, os sugiero que echeis un vistazo al siguiente artículo para saber más sobre la neurobiología del estrés. Para relajaos después de este largo artículo os sugiero hacer como yo y visitar un rato la sauna/piscina/balneario pero recordad, nada de ESTO:
 
                                                                                                                                                                                                                                                                           Rosa Garcia-Verdugo
 
NOTA: Esta entrada participa en el XIV Carnaval de Biología que alberga el blog BioTay,
 
Referencia:
  

Pankevich DE, Teegarden SL, Hedin AD, Jensen CL, & Bale TL (2010). Caloric restriction experience reprograms stress and orexigenic pathways and promotes binge eating. The Journal of neuroscience : the official journal of the Society for Neuroscience, 30 (48), 16399-407 PMID: 21123586

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2 Comentarios
  • Bitacoras.com
    Publicado el 23:55h, 18 junio Responder

    Información Bitacoras.com…
    Valora en Bitacoras.com: Malas noticias chic@s.o/aO buenas, ya sabemos que todo depende (Pau Donés lo dijo con música antes de que todas sus canciones empezaran a sonar igual). Es el momento de empezar a preocuparse por la PRUEBA DEL BIKINI/BAÑADOR/T…..

  • Pingback:Junio en HdC | Hablando de Ciencia | Artículos
    Publicado el 18:57h, 01 julio Responder

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