Ojeras: los surcos que oscurecen la mirada

¿Quién no se ha levantado por la mañana, sobre todo en época de exámenes, y cuando se ha mirado al espejo le ha dado la sensación de que está más muerto que vivo?

El ritmo de vida que llevamos, el estrés, son algunos de los responsables de que aparezcan las famosas ojeras. Ahora bien, ¿qué son las ojeras? La Real Academia Española (RAE) nos define el término de ojera como: “Mancha más o menos lívida, perenne o accidental, alrededor de la base del párpado inferior”.

¿Cómo se producen? La aparición de las ojeras se asocia con varios orígenes, como infecciones, inflamación, alergias, o factores de vida. La piel que rodea nuestros ojos es la más fina de todo nuestro cuerpo. Por término medio, el grosor de la epidermis es de 0,1 mm pero, en los párpados y en el contorno de los ojos, el espesor es cinco veces menos que en el resto de la cara (0,004 mm). A medida que la piel envejece, la capa de lípidos se hunde y extiende, creando sombras que hacen que el área sea más oscura. Se pueden producir por causas genéticas, como por ejemplo una producción elevada de melanina que produce una hiperpigmentación de la zona. Pueden aparecer esporádicamente, como cuando estamos cansados, ya que en esta situación las venas se hinchan y resaltan, por mala alimentación, estrés, o uso prolongado de ordenadores, en definitiva, por malos hábitos que tenemos.

Pero no todo es bueno ya que otra de las razones por las cuales aparecen ojeras es por las alergias, normalmente respiratorias, ya que producen congestión de los vasos alrededor de los ojos. Un ejemplo es el asma, el eczema o la conjuntivitis. Estas patologías causan picor en los ojos, los irrita, con lo que las venas se dilatan, acumulándose una mayor cantidad de sangre en la zona, que hace que aparezcan estos surcos oscuros. Lo mismo cabría decir de enfermedades como el hipertiroidismo (patología que se caracteriza, entre otras cosas, por el aumento de la actividad funcional de la glándula tiroides y el exceso de secreción de hormonas), problemas cardíacos, circulatorios, renales e inmunológicos. Por otro lado, suceden cuando hay una alteración hormonal, como ocurre, por ejemplo, durante el embarazo, la menstruación o tras la menopausia, porque se produce una mayor acumulación de líquidos.

Se han intentado clasificar los tipos de ojeras pero no es tarea sencilla ya que, como estamos viendo, las causas por las que se producen son muchas. Sin embargo se propuso organizarlas de la siguiente manera:

VASCULARES O CIRCULATORIAS: son de color azul violáceo. Se deben a una mayor vascularización y dilatación de los capilares cercanos a la superficie. Este tipo de ojeras se acentúan por el estrés, el cansancio, el consumo de sustancias como alcohol, tabaco o por un efecto adverso de los medicamentos.

MARRONES O PIGMENTARIAS: son de color marrón, como bien indica su nombre. Se intensifican con la exposición al sol y se deben a un exceso de melanina. Se asocian a cambios hormonales o a la acción de la radiación ultravioleta solar.

En definitiva, si tienes ojeras, salvo que padezcas alguna de las enfermedades que hemos citado o bien has adquirido las características hereditarias, más vale que dejes todo lo que estés haciendo y te vayas a dormir; tu cuerpo, y sobre todo, tus ojos te lo agradecerán. Además te ahorrarás mucho dinero en cosméticos para taparlas y muchos sustos al mirarte al espejo.

María Martínez Luna

 

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