A manifestarnos vamos, pero… ¿cuántos somos?

Post escrito por Enrique Sedano

Si hay algo que no cambia de una manifestación a otra, independiente del organizador o el motivo de la misma, es el baile de cifras. Estamos más que acostumbrados ya a que los convocantes hablen de millones de asistentes mientras que la policía reduce el número a unos pocos miles. O que un periódico hable de afluencias masivas y el del montón de al lado en la estantería del quiosco cuente que fueron solo varios centenares los que salieron a la calle. Pero ¿qué hay de cierto en todos estos datos? ¿Podemos fiarnos de alguno de ellos? ¿Existe algún método fiable para hacer estos recuentos? 

Dejando de lado las dos primeras preguntas que, en general, responden más a cuestiones ideológicas o al interés de quien publica esas cifras, nosotros nos centraremos en la tercera, que es a la que puede responderse en términos objetivos. En efecto, hay mecanismos que nos permiten tener una idea aproximada de cuán exitosa ha sido la convocatoria. En concreto, a la hora de contar manifestantes hay dos métodos oficialmente reconocidos como válidos. Lo más habitual es llevar a cabo una aproximación estática basada en el área que ocupa la manifestación y la densidad de la concentración o cantidad de gente que puede haber, de media, por cada metro cuadrado. Para este tipo de recuento se utilizan fotografías aéreas de la manifestación. Con ellas se observa hasta dónde llegaban los manifestantes y se mide el área que ocupaban. A continuación multiplicamos ese dato por la cantidad de gente que se estima por metro cuadrado y conseguimos nuestro índice de asistencia aproximado. Cuando la manifestación está muy concurrida se suelen promediar cuatro personas por metro cuadrado, valor que baja hasta uno o dos cuando hay bastante espacio entre manifestantes y uno podría andar tranquilamente de un lado para otro. ¿Y qué sucede si la manifestación se lleva a cabo en un día de lluvia? En tal caso se suele utilizar el valor de una persona bajo cada paraguas para echar las cuentas.

Pongamos el ejemplo de las manifestaciones que se han estado celebrando en la Plaza de Neptuno, en Madrid. Con una de las muchas herramientas gratuitas para medir áreas que hay por la red podemos calcular el espacio aproximado que se ocupó (en la imagen de la izquierda). El resultado son prácticamente 9600 m2. Por supuesto, hay que tener en cuenta que hay zonas en las que no va a haber manifestantes, como la propia fuente o subidos por encima de los coches. Si quitamos eso, podríamos estar hablando de unos 8500 m2. A continuación ya solo tenemos que decidir qué densidad de manifestantes fijar, y el cálculo estará completo. Si suponemos 2 personas/m2, estaríamos hablando de  17 000 manifestantes.

El inconveniente de este sistema es que obviamente la densidad de manifestantes no es igual en todos los puntos ocupados, por lo que escoger una buena media resulta difícil y puede hacer que el resultado se aleje del valor real. Para paliar este problema se suele hacer una división del espacio total en cuadrantes más pequeños sobre los que la densidad de ocupación se estima de manera independiente para cada uno. Así, aunque el problema anteriormente mencionado sigue estando ahí, las mediciones serán considerablemente más aproximadas al valor real.

El otro sistema es un cálculo dinámico, más utilizado en marchas que en concentraciones. Consiste en ir contando la gente que pasa por un punto determinado. Así, podría colocarse una cámara a mitad de camino en el recorrido previsto de la manifestación y, a través de un sistema automático (podría hacerse a mano, pero el operario encargado de ello debería estar realmente bien pagado, porque tiene que ser un trabajo aburridísimo) ir contando la gente que vaya pasando por allí. Aunque a primera vista puede parecer un método mucho más preciso que el anterior, tiene el inconveniente de que todas aquellas personas que se marchen antes de llegar al punto de medición o las que se incorporen posteriormente no quedarán reflejadas en el recuento.

Durante un tiempo estuvo en boca de muchos medios de comunicación un tercer método de recuento creado por una empresa española que, a través de una aplicación informática y utilizando como entrada tantas imágenes aéreas como fuese posible, decía ser capaz de identificar individualmente a cada manifestante y así poder hacer la cuenta exacta de afluencia. La empresa, sin embargo, según he descubierto según escribía este post, echó el cierre a principios de este mismo año.

Fuente: http://tercerainformacion.es

Lo más interesante de todo esto es que estos mismos métodos pueden aplicarse (y de hecho se aplican) para hacer recuentos que, de otra forma, nos resultarían imposibles. Por ejemplo, podríamos contar cuántos granos de arena tiene aproximadamente una playa a través de la combinación de las dos técnicas que acabamos de ver. Para ello necesitaríamos saber no solo la extensión sino el volumen de la arena (es decir, también necesitamos la profundidad de la playa). Rellenando un recipiente de un metro cúbico, tendríamos un promedio de los granos de arena por unidad de volumen. Con esto ya podríamos aplicar el método estático para calcular nuestra aproximación. Pero incluso contar los granos de arena en un metro cúbico es un castigo demasiado cruel para el delito de ser curioso. Así que, en vez de ello, podemos usar algún dispositivo (como un reloj de arena) donde podamos saber cuántos granos por unidad de tiempo caen desde la parte superior a la inferior. Echamos nuestro metro cúbico de arena, contamos el tiempo que tarda todo en caer y, con este método dinámico de recuento ya tenemos nuestro dato y podemos dar nuestro resultado final.

Por supuesto, en todas estas mediciones siempre tenemos que tener en cuenta que hablamos de aproximaciones, y nunca de datos exactos. Pero desde luego siempre será mucho mejor tener una aproximación más o menos precisa que tener que contar uno a uno todos los granos de arena de una playa, ¿no?

Enrique Sedano

Nota: El artículo tal y como lo estáis leyendo ahora mismo habría sido imposible sin las valiosas ideas y aportaciones de Víctor Tagua, Jorge J. Frías y Gerardo Costea. Gracias a todos por vuestros comentarios y sugerencias.

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