Animales que se automedican


Mono capuchino (Cebus capucinus), una de las especies de las que tenemos constancia de que se automedican. Fotografía de Steven G. Johnson (Fuente: Wikimedia Commons).

El uso de fármacos para curar enfermedades es una capacidad compleja y muy beneficiosa que muchos atribuirían exclusivamente al ser humano, ya que requiere la capacidad consciente de detectar un problema de salud, saber identificar un posible tratamiento para ese problema, y administrarlo en la dosis apropiada (ya que si es demasiado pequeña no surtirá efecto, y si es demasiado alta podría incluso resultar letal).

Por extraño que nos resulte, esta capacidad de automedicarse la presentan bastantes animales, que emplean remedios naturales (como plantas u otros animales tóxicos) para tratar o prevenir sus enfermedades.

Si hacemos un poco de memoria, seguramente todos hemos observado comportamientos en animales que nos han resultado llamativos, como ese de los perros cuando comen hierbas, algo que en principio no esperaríamos que formase parte de su dieta, pero sin embargo se sabe que les limpia los intestinos (lo cual no es un caso de automedicación, pero ilustra la idea).

El concepto de automedicación en animales se denomina zoofarmacognosia (del griego «animal», «droga» y «conocimiento», es decir, el conocimiento animal de las drogas terapéuticas o fármacos). Determinar si un caso en el que un animal consume un recurso que le aporta beneficios se trata o no de zoofarmacognosia puede ser complicado, ya que a menudo puede resultar borrosa la línea que separa la automedicación de un consumo habitual en la dieta con propiedades casualmente beneficiosas. Para determinar si un caso es o no zoofarmacognosia, por convenio se establecen los siguientes criterios que deben cumplirse:

1.- La sustancia debe adquirirse de manera deliberada

Esto significa que el animal debe buscar y consumir el tratamiento activamente de forma selectiva, no valdría que por ejemplo lo consuma accidentalmente porque se encuentre mezclado con su comida habitual.

2.- La sustancia debe ser perjudicial para los patógenos

El tratamiento debe afectar negativamente a los patógenos; esto descartaría por ejemplo los casos de dietas compensatorias, en los que una patología disminuye un recurso de la dieta (como un parásito que se apropia de parte de una sustancia, por ejemplo de carotenos), y el animal simplemente incrementa el consumo de dicha sustancia para compensar la pérdida y mantenerla en niveles aceptables. Eso no sería automedicación.

3.- La sustancia debe ser perjudicial para el individuo en ausencia de patógenos

Esto quiere decir que el recurso (por ejemplo la planta medicinal) debe producir un perjuicio por sí misma al animal, de manera que el animal no la consuma a la ligera como parte de la dieta habitual sin necesidad de obtener un beneficio que compense el perjuicio que le provoca su consumo.

4.- El perjuicio ocasionado a los patógenos debe mejorar al animal enfermo

Siguiendo con lo explicado en el punto anterior, es necesario que además de ser nociva para el animal, lo sea más para el patógeno, y el beneficio de eliminar a los patógenos compense y supere el perjuicio de consumir la sustancia (en la dosis apropiada), suponiendo una mejoría para el animal. Esto quiere decir que si la sustancia es tan tóxica que además de eliminar al patógeno provoca que el animal empeore (o incluso muera), no sería automedicación, sería incluso un suicidio.

Ejemplos de zoofarmacognosia

Estos criterios los cumplen por ejemplo los antibióticos que nosotros tomamos, que son sustancias tóxicas que nos causan un perjuicio a nosotros mismos, pero dañan mucho más a nuestros patógenos, librándonos de ellos y ayudando a curarnos de infecciones.

Antes de seguir explicando más teoría sobre el tema, vamos a ver un par de ejemplos de zoofarmacognosia. En primer lugar, podríamos mencionar el caso del mono capuchino (Cebus capucinus), que utiliza partes de tres plantas (tallos de Clematis dioica, hojas de Piper marginatum y vainas de semillas de Sloanea terniflorastems), las cuales mezcla con saliva y se las aplica para combatir infecciones de la piel y repeler insectos, especialmente en la estación húmeda en que las infecciones son más frecuentes (Biser, 1998). Otro ejemplo lo encontramos en los chimpacés (Pan troglodytes), que son parasitados por gusanos nemátodos, y esta parasitosis estimula el consumo de la planta Vernonia amygdalina, que permite a los chimpancés controlar a los nemátodos y curarse (Huffman, 1997).

Hormigas de la especie Megaponera analis atacando a una termita del género Macrotermes (Fuente: Wikimedia Commons).

Aunque hablemos de «automedicación», también existen tipos de zoofarmacognosia que consisten en medicar a otros animales. Tal es el caso de aquellos animales que medican a sus crías, o por ejemplo se ha observado que las hormigas de la especie Megaponera analis se ayudan unas a otras a curar las heridas cuando alguna resulta herida tras un ataque a un termitero (algunas incluso pierden patas); cuando las hormigas heridas aún pueden ser útiles a la colonia (si solo pierden una o dos patas), otras hormigas las llevan de vuelta a su hormiguero, y les chupan las heridas, lo cual ayuda a evitar infecciones y aumenta significativamente las probabilidades de supervivencia de las heridas (Frank et al., 2018).

Tipos de consumos de sustancias

También hay una distinción entre si el consumo de la sustancia medicinal lo hacen animales sanos o enfermos. Los animales sanos utilizarían la sustancia para prevenir enfermedades (profilaxis medicinal), perjudicando a los patógenos antes de que estos lleguen a enfermarles, mientras que los animales enfermos obviamente lo que hacen es tratar su enfermedad para recuperarse (terapéutica medicinal). Los tipos de comportamientos que incluyen el consumo de sustancias beneficiosas para combatir infecciones y enfermedades podrían clasificarse como se muestra en la siguiente tabla:

TIPOS DE CONSUMOS DE SUSTANCIAS Momento de ingestión de la sustancia
Antes de enfermar Después de enfermar
Efectos secundarios de la sustancia No tóxica Profilaxis dietética Dieta compensatoria
Tóxica Profilaxis medicinal Terapéutica medicinal

Cuando las sustancias no sean tóxicas, no se trataría de automedicación, sino de otro tipo de comportamiento que también aportaría ventajas (como se comentó al principio sobre las dietas compensatorias en caso de déficit de nutrientes por parasitosis, o con el consumo de sustancias que forman parte de la dieta y ayudan a prevenir enfermedades, en el caso de la profilaxis dietética, lo cual puede ser un beneficio inconsciente). Solo cuando las sustancias son tóxicas para el animal hablamos de automedicación, de acuerdo con los criterios explicados al principio.

También puede suceder que una especie animal comience a consumir una sustancia tóxica de manera terapéutica, y con el paso del tiempo las generaciones evolucionen hasta adaptarse a tolerar esa toxicidad, pasando de ser automedicación a formar parte de su dieta. Otro fenómeno es el del desarrollo de tolerancia con la edad, por el cual los animales van ganando resistencia a la toxicidad a medida que van consumiendo la sustancia, y los individuos de mayor edad tienen mayor tolerancia y pueden consumir dosis mayores (esto sucede por ejemplo en la avutarda, como explicaré después).

Un fenómeno opuesto es el de la nutracéutica, según el cual una sustancia consumida de forma dietética genera un caso de automedicación. Esto pasa por ejemplo cuando el animal en vez de tomarse la sustancia en una dosis alta para medicarse, distribuye la ingesta a lo largo del tiempo en dosis más pequeñas, que disminuyen los efectos adversos de la sustancia sobre su organismo, pero mantienen su eficacia contra los patógenos o parásitos.

Avutarda macho (Otis tarda). Fotografía de Francesco Veronesi (Fuente: Wikimedia Commons).

Finalmente, otro fenómeno muy interesantes es cómo la zoofarmacognosia influye en la selección sexual, hasta el punto de que la capacidad de los machos para automedicarse o proveer al nido con sustancias medicinales puede ser un rasgo que las hembras evalúen a la hora de seleccionar con qué macho aparearse. Este parece ser el caso de la avutarda (Otis tarda), tal como sugieren investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) en un estudio publicado en 2014 (Bravo et al., 2014). Las avutardas consumen escarabajos tóxicos (como Berberomeloe majalis y Physomeloe corallifer), que contienen cantaridina, una sustancia que puede llegar a resultar letal incluso a dosis moderadas. Pero a las avutardas esta sustancia podría servirles para eliminar parásitos como la tenia Otiditaenia conoides, así como otros patógenos intestinales.

Escarabajo meloido Berberomeloe majalis (Fuente: Wikimedia Commons).

De hecho, en la época de apareamiento, se observa que los machos incrementan su consumo de esos escarabajos, y parte del ritual de cortejo consiste en que los machos enseñan a las hembras su cloaca (que para quien no lo sepa es algo así como el ano de las aves), de manera que las hembras pueden observar si el macho está en buenas condiciones, libre de tenias o de enfermedades intestinales. Así, las hembras estarían seleccionando machos que o bien por su genética tengan una mayor resistencia propia a enfermar, o bien tengan mayor tolerancia a la cantaridina y puedan medicarse lo suficiente como para estar sanos, o ambas cosas.

Además, tal como comentaba antes, en las avutardas podría darse el fenómeno de desarrollo de tolerancia a la cantaridina con la edad, de manera que los machos se vuelven más tolerantes con el paso del tiempo, pueden medicarse más, y así su atractivo aumenta. Esto podría explicar por qué en esta especie el éxito reproductivo de los machos se incrementa con el tiempo sin observarse un decrecimiento en los machos más ancianos.

Conclusiones

Hay que descartar esa anticuada y antropocentrista idea de que solo los seres humanos nos medicamos, aceptando que muchos otros animales también tienen la capacidad de buscar activamente tratamientos para curarse o curar a sus congéneres, así como utilizar estos tratamientos para funciones más complejas como la selección sexual.

También debemos entender la importancia de investigar en zoofarmacognosia, la cual nos puede ayudar a comprender mejor la complejidad de muchos animales, su capacidad o vulnerabilidad para hacer frente a enfermedades; por ejemplo desde el punto de vista de la conservación de especies, por su dependencia de tratamientos ocasionales que típicamente no se consideran importantes al no formar parte de su dieta habitual.

Y además el estudio de estos fenómenos puede ayudarnos a descubrir remedios que usan los animales y que nos pueden dar pistas para encontrar remedios útiles para nosotros mismos.

Omar Flores

Agradecimientos

Gran parte de los contenidos aquí explicados, así como la inspiración para escribir esta entrada, provienen de una ponencia titulada ¿Se medican los animales?, realizada por el Dr. Luis Miguel Bautista (del Museo Nacional de Ciencias Naturales) el 2 de marzo de 2018 en el Instituto de Ciencias Agracias del CSIC (Madrid), quien es uno de los autores del citado artículo sobre zoofarmacognosia en avutardas.

Referencias

Biser J. A. 1998. Really wild remedies–medicinal plant use by animals. Zoogoer 27: 1.

Bravo C., Bautista L.M., García-París M., Blanco G., Alonso J.C. 2014. Males of a Strongly Polygynous Species Consume More Poisonous Food than Females. PLoS ONE 9(10): e111057. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0111057

Frank E. T., Wehrhahn M., Linsenmair K. E. 2018. Wound treatment and selective help in a termite-hunting ant. In Proceedings of the Royal Society B (Vol. 285, No. 1872, p. 20172457). The Royal Society.

Huffman M. A. 1997. Current evidence for self‐medication in primates: A multidisciplinary perspective. American Journal of Physical Anthropology 104: 171-200.

Os recordamos que los días 13, 14 y 15 diciembre de 2018 tendremos nuestra quinta edición de Desgranando Ciencia. Para más información, seguid leyendo el blog.

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