Centrales Nucleares: ¿Cómo se gestionan los residuos? [1/3]

El combustible gastado de las centrales nucleares requiere de un almacenamiento temporal, por dos motivos fundamentales: la alta radiactividad de los productos de la fisión nuclear, y las cantidades de calor que generan. Por ello, existen instalaciones de almacenamiento temporal en las que se dispone de sistemas de refrigeración de los residuos, y del aislamiento adecuado para poder proporcionar la protección radiológica (protección contra las dosis de radiación ionizante) pertinente.

Con respecto a la gestión de residuos en España, prima la idea reflejada en el Principio 7 de los Principios fundamentales de seguridad del Organismo Internacional de Energía Atómica, que expresa lo siguiente: 

Deben protegerse contra los riesgos asociados a las radiaciones las personas y el medio ambiente del presente y del futuro.

En ese sentido, se hace fundamental gestionar los residuos radiactivos de nuestras centrales nucleares, garantizando que en ningún caso supongan una carga para las generaciones futuras. Los riesgos radiológicos deben ser paliados con soluciones seguras, económicas y viables, para garantizar este fin.

Se denomina combustible nuclear al necesario para poner en funcionamiento al reactor, y poder crear la energía térmica que necesita cualquier central eléctrica que utilice turbinas como elemento motor. Y, por otra parte, se llama combustible irradiado a aquel que ya ha sido utilizado. De cara a la gestión de este combustible irradiado, hay que determinar si considerarlo residuo radiactivo, o si considerarlo de nuevo como combustible nuclear. Esto ocurre debido a que tal combustible irradiado suele contener más combustible nuclear útil en coexistencia con una cantidad determinada de productos radiactivos inservibles.

Corresponde al sistema de gestión de residuos de cada lugar determinar si considerarlo directamente como residuo radiactivo, y renunciar al aprovechamiento energético al que puede dar lugar, o considerarlo de nuevo como combustible nuclear útil, en cuyo caso se debería proceder a la separación de los elementos transuránicos.

En este sentido, en España se decidió en el año 1983 que el combustible irradiado debía ser considerado directamente como residuo radiactivo, y ser gestionado como tal. Sin embargo, recientemente se ha propuesto la construcción de almacenes seguros temporales, como el Almacén Temporal Centralizado (ATC), con los que se podrá reconsiderar aquél tipo de gestión, y poder proceder a un mejor aprovechamiento en términos energéticos del combustible irradiado. Así mismo, se ha propuesto el Almacén Temporal Individualizado (ATI). Este último sería utilizado para unidades del mismo emplazamiento, o cercanas, mientras que el anterior supondría una centralización de la actividad generada por todo el parque nuclear español. Cuando el combustible utilizado en las centrales nucleares para producir electricidad se ha gastado, se traslada a piscinas para su enfriamiento. Esta circunstancia, origina una gran dispersión geográfica de estos materiales. Una solución integral única, como el ATC español, optimiza la gestión. Estos almacenes serán, por lo anteriormente comentado, bancos energéticos para el futuro.

Rubén Lijó 

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