Charles Darwin antes del viaje del Beagle. La formación de un naturalista

Charles Darwin es mundialmente conocido por ser el padre de la teoría de la evolución por selección natural, un logro que comparte con el no tan conocido biólogo Alfred Russel Wallace. Esta teoría fue expuesta en su Magnum opusEl Origen de las Especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida” y sentó las bases del pensamiento evolutivo actual. En dicho libro propuso que la diversidad de especies que observamos hoy día se ha producido por una descendencia con modificación a partir de un ancestro común. Esta modificación, o cambio, es moldeada por la selección natural, un término no descrito formalmente hasta entonces. Casi todo el mundo conoce esta obra y las enormes implicaciones que tuvo y tiene sobre la biología, pero pocos conocen la vida y personalidad del autor. Hoy es 12 de febrero, día en el que nació Darwin, y con esta excusa me gustaría contaros cómo fue su vida, tanto académica como personal, antes de que se embarcara en el famoso viaje del Beagle (el nombre del barco en el que realizó su larga travesía como naturalista).

Comencemos por el principio. Charles Robert Darwin nació un 12 de febrero de 1809 en una casa llamada The Mount en la ciudad condado de Shrewsbury, Inglaterra. Fue el quinto hijo del matrimonio Robert Waring Darwin, un prestigioso y rico doctor en medicina, y Susannah Wedgwood, descendiente de la reconocida familia inglesa Wedgwood. El nombre completo de Darwin proviene de su padre (Robert) y su tío (Charles), muerto unos años antes a su nacimiento, quedando así su nombre: Charles Robert Darwin. Poco se sabe de los primeros años de Darwin. En noviembre de ese mismo año fue bautizado en la Iglesia Chad y en 1817, con ocho años, ingresó en una escuela anglicana de gramática, dirigida por el reverendo George Case.

La parroquia que también dirigía Case solía ser frecuentada por la madre de Darwin, que era unitarista (una corriente del cristianismo protestante). Es en esta época cuando Darwin tiene sus primeros recuerdos. Era un chico de aprendizaje lento, sencillo, curioso y dado a inventar mentiras para impresionar a sus compañeros. Por aquel entonces era también un coleccionista nato de cualquier material, afición que llevó consigo hasta su muerte. Su entretenimiento lo basaba en la pesca y en la experimentación; en ocasiones maltrataba perros y otros animales con tal de ver su reacción, hecho del que se arrepentiría más tarde en su juventud. Pero no todo fueron recuerdos gratos. Durante el verano de 1817 murió su madre por graves problemas gastrointestinales (a día de hoy no se sabe si pudo ser una úlcera o un cáncer de estómago) y asistió al funeral de un oficial de caballería de la orden Inniskilling dragons. Ambos hechos le impresionaron enormemente y le marcaron de por vida.

En 1818, Darwin y su hermano Erasmus ingresaron en la escuela de Shrewsbury del doctor Samuel Butler en régimen de internado. Durante su estancia, que duró hasta 1825, Darwin conoció la soledad y la ineficacia de un sistema educativo basado en la memoria (un método no muy alejado del de la actualidad): largas caminatas en soledad hacia la escuela se mezclaban con versos repetidos de Homero y Virgilio. De maltratar perros pasó a quererlos; de hecho, el joven Darwin se hacía con el cariño de todas las mascotas de su hermana. A su afición por la experimentación y coleccionismo, que ahora completaba con insectos, se unió la caza y la ornitología. Darwin se evadía de la soporífera vida académica experimentando con la química en un laboratorio casero que montó con su hermano Erasmus, observando y tomando notas de aves salvajes y cazando diferentes especies en Maer (1), la casa de campo de su familia. Por aquel entonces, llegó a ser tal su obsesión con estas aficiones que llegó a considerarlas pasiones: Darwin veía la caza como una «práctica trascendental para la adquisición de experiencia» (él mismo recuerda cómo le temblaban las manos cuando cazó su primera agachadiza) y se preguntaba «por qué no todos los caballeros se hacían ornitólogos». Esto, obviamente, disgustaba a su padre quien en una ocasión le recriminó: «No te importa otra cosa que no sea la caza, los perros y matar ratas, y vas a ser una desgracia para ti y para toda tu familia». Aun comprendiendo el enfado del momento, es una verdadera lástima que Robert W. Darwin no pudiera llegar a ver la repercusión que tuvo la obra de su hijo.

Cansando de los malos hábitos y el bajo rendimiento académico de su hijo, Robert W. Darwin lo sacó de la escuela en 1825. Ese mismo verano insistió en que Darwin debía seguir sus pasos para convertirse en médico, por lo que Darwin asistió a la gente pobre de Shrewsbury como médico de cabecera en la sala de su padre. Al ver cierta habilidad y aptitud en las labores médicas, Robert W. Darwin decidió mandar a su hijo a la Universidad de Edimburgo para estudiar medicina. La estancia de Darwin en Edimburgo duró solamente dos años (1825-1827), ya que no llegó a terminar los estudios. Fue durante el primer año en Edimburgo cuando Darwin se dio cuenta de que la medicina no era lo suyo: las lecciones magistrales le aburrían enormemente y las cirugías en el hospital le repugnaban (presenció varias operaciones, una de ellas en un niño, «antes de la llegada del bendito cloroformo»). Es en el segundo año cuando Darwin sacó verdadero provecho académico: dejó la medicina para adentrarse en las ciencias naturales. Este año, 1827, es una fecha crucial en la biografía de Darwin, y veamos por qué. En aquel año Darwin se juntó con varios naturalistas (Coldstream, Hardie), pero solo uno de ellos le influyó enormemente: el doctor Robert Edmond Grant.

Robert Edmond Grant, mentor de Charles Darwin durante su estancia en Edimburgo (1825-1827)

El doctor Grant le hablaba reiteradamente de su asombro por la evolución biológica propuesta por Lamarck, de sus estudios de zoología marina o de las disertaciones sobre historia natural. Darwin se aficionó tanto a este campo que llegó a publicar dos artículos científicos sobre zoología marina (2). El doctor Grant le invitaba además a que acudiera a las reuniones de la Wernerian Society, una sociedad científica interesada en la historia natural. Darwin acudía encantado. A raíz de todos estos estímulos, Darwin tuvo la oportunidad de conocer a numerosos naturalistas, al conservador del museo quien le regaló varias conchas para sus colecciones y a John Edmonstone, un taxidermista con el que entabló una gran amistad y del que aprendió el arte de la taxidermia (3). A estas alturas os podréis imaginar por qué fue tan importante este año para Darwin: fue su primera toma de contacto con las ciencias naturales, con el método científico y con los naturalistas más influyentes de la época. Durante su estancia en Edimburgo, Darwin no olvidó la caza: pasaba todos los veranos en Maer cazando con su tío y sus colegas. En esta época también se envició al rapé (un preparado a partir de hojas de tabaco secadas, molidas y aromatizadas para el consumo vía nasal), costumbre que mantendría hasta su vejez.

En verano de 1827, cuando Darwin volvió de Edimburgo tras abandonar sus estudios de medicina, su padre le propuso convertirse en clérigo anglicano. Por aquel entonces Darwin era un joven algo inseguro y sin las ideas claras (las ciencias naturales las tenía como afición más que como pasión), por lo que aceptó la propuesta y ese mismo verano comenzó a leer varios libros sobre teología. Era tal su extravío que llegó a «convencerse inmediatamente de que tenía que aceptar el credo sin reservas». De hecho, Darwin ingresó en enero de 1828 en el Christ’s College de Cambridge, unos meses después de que comenzara el curso, para obtener un bachiller en artes (4). Como veremos, su estancia de tres años en Cambridge no difirió mucho de la de Edimburgo: siguió interesándose por las ciencias naturales gracias a la influencia de varios profesores y se alejó del estudio académico; pero también conoció la juerga y el amor. Durante los tres años que Darwin estuvo en Cambridge, llevó su afición por la caza y el tiro a lo más alto. Se reunía además con sus compañeros de clase a charlar, cantar, jugar a las cartas, beber (a veces en exceso) y tomar rapé. Por influencia de estos mismos compañeros, Darwin comenzó a interesarse por la pintura y la música. A menudo visitaba galerías de arte y asistía a conciertos, aun cuando no comprendía en su totalidad ninguno de los dos campos; su nula habilidad para dibujar la echaría en falta posteriormente en su viaje en el Beagle.

Fanny Owen, la novia de Charles Darwin mientras estudiaba en Cambridge (1828-1830)

Por otra parte, su afición por el coleccionismo se acentuó enormemente. Gracias a su primo segundo William Darwin Fox, que también se encontraba estudiando en el Christ’s College, y el entomólogo Frederick Hope, Darwin se inició en la entomología y en el coleccionismo de coleópteros. Tal fue su entusiasmo por hacerse con escarabajos extraños que una vez, encontrando tres enormes coleópteros en la corteza de un árbol, capturó a dos con las manos y a un tercero con la boca, «expulsando éste último un líquido acre que le quemó la lengua y le obligó a escupirlo y perderlo». Durante su estancia en Cambridge, Darwin también vivió su primer amor. Se carteaba con su novia Fanny Owen, hermana de uno de sus viejos conocidos del colegio y amiga de sus hermanas. Darwin conocía a Fanny desde el colegio, pero solo unos años atrás fue cuando se interesó en ella. En Edimburgo, las hermanas de Darwin le insistían repetidamente que se le propusiera, y en Cambridge iniciaron su relación. Pasaron muchas temporadas en Woodhouse (la casa de la familia Owen), donde montaban a caballo y cazaban faisanes, y se carteaban cuando Darwin se encontraba estudiando en Cambridge. Sin embargo, a mitad de curso (a mediados de 1830), la relación comenzó a desvanecerse hasta terminar en el verano de 1831, antes de que Darwin zarpara en el Beagle (5).

Durante toda su estancia en Cambridge, Darwin entabló amistad con varios profesores relacionados con las ciencias naturales, pero ninguna fue tan fuerte como la que estableció con el profesor de botánica John Stevens Henslow, un erudito de varias ramas científicas que solía invitar a sus alumnos a su casa a cenar para debatir temas científicos.

John Stevens Henslow, mentor de Charles Darwin durante sus estudios en Cambridge (1828-1831). Dibujado por T. H. Maguire

Darwin solía pasear y conversar con Henslow, y fue él quien le convenció para estudiar geología. Durante el último curso en el Christ’s College, Darwin leyó tres obras del teólogo William Paley que le marcaron profundamente (6). Tras una minuciosa lectura, Darwin quedó convencido por su argumentación y aceptó las premisas y la lógica de Paley. Este hecho, que ahora en su juventud aceptó con sosiego, lo criticaría y desecharía años más tarde (de hecho, él mismo desbancó la idea de diseño inteligente con su concepto de selección natural décadas más tarde). También durante este último año (1831), y tras pasar los exámenes finales con buena nota, el profesor Henslow le convenció para que iniciara sus estudios en geología. Darwin aceptó, y Henslow convenció al profesor de geología de Cambridge, Adam Sedgwick, para que Darwin lo acompañara en su viaje al norte de Gales para realizar diversos estudios geológicos. En dicho viaje, que duró una semana, Darwin tuvo la oportunidad de recibir un curso intensivo sobre geología de campo y obtuvo bastante experiencia en el campo. De hecho, quedó encantado con esta ciencia. Al regresar de Gales, Darwin volvió a Shrewsbury. En su casa encontró una carta de Henslow que decía:

«Espero que aceptes con entusiasmo la oferta que te ofrezco para viajar a la Tierra del Fuego y las Indias Orientales. Mi compañero Peacock me pidió que le recomendase un naturalista para que sea compañero del capitán Fitzroy en su viaje. Le dije que eras la persona mejor cualificada para recolectar, observar y anotar cualquier cosa relacionada con la Historia Natural. El capitán Fitzroy busca un compañero más que un simple coleccionista para su viaje. Del sueldo no sé nada, y el viaje es de dos años. El barco zarpa el 25 de septiembre. Ve a hablar con Peacock para conocer más detalles. Te aseguro que eres el hombre que están buscando».

El resto ya lo conocéis.

Jorge Garrido

(1) Maer fue la casa de campo de la familia Darwin-Wedgwood. Data del siglo XVII y fue comprada por el tío de Darwin por parte de madre, Josiah Wedgwood, en 1802. Aquí solían pasar los veranos la familia Darwin, invitada por los Wedgwood, y era el sitio preferido de Darwin para cazar. Con la muerte de Josiah en 1843, la casa se vendió.

(2) Los dos estudios de Darwin en Edimburgo fueron publicados en la Plinian Society, una sociedad de estudiantes aficionados a la historia natural fundada en 1823 que publicaba diversos artículos científicos y se reunía repetidamente. En su primer estudio Darwin demostró que los huevos del género Flustra, un briozoo, eran en realidad larvas con movimiento ciliar. En el segundo observó que los primeros estadios de Fucus loreus, un alga parda, eran óvulos de Pontobdella muricata, una sanguijuela.

(3) Poco se sabe acerca de John Edmonstone, y no es de extrañar por el contexto social de la época. Era un esclavo negro liberado de Guyana, Sudamérica, que se ganaba la vida en Edimburgo enseñando taxidermia, un arte que aprendió de Charles Waterton. Ni su fecha de nacimiento ni la de su muerte se conocen. John tuvo una importancia transcendental en la vida Darwin; conversaba con él sobre los bosques tropicales de América del Sur, y esto parece ser la fuente de inspiración para que Darwin unos años más tarde se embarcara en el Beagle a explorar los trópicos. Los conocimientos de taxidermia que le enseñó les fueron imprescindibles en dicho viaje.

(4) Darwin acabó su licenciatura en bellas artes a los tres años, en 1831, por lo que, aunque parezca una contradicción, Darwin es teólogo y no biólogo o naturalista a efectos académicos. Más tarde, a su regreso del viaje del Beagle, se especializaría en geología y ciencias naturales.

(5) La razón de la ruptura con Fanny Owen no está del todo clara, pero atendiendo a la correspondencia que mantuvieron parece ser que Darwin se obsesionó demasiado con los escarabajos y se olvidó de Fanny: Darwin no visitó a Fanny durante la Navidad de 1830, ya que permaneció en Cambridge cazando escarabajos. Tampoco solía responder a las cartas de Fanny. En verano de 1831, tras volver de Cambridge y sabiendo que Darwin se embarcaría en un viaje de varios años en el Beagle, la relación acabó. La última carta de Fanny a Darwin data de marzo de 1832, para comunicarle su casamiento con R. Myddelton Biddulph.

(6) Las tres obras que leyó Darwin fueron «Evidences of Christianity», «Moral Philosophy» y «Natural Theology». El autor, William Paley, fue un teólogo y filósofo inglés conocido por su apología del cristianismo y sus argumentos para demostrar la existencia de Dios a partir del diseño inteligente.

Galería:

En este enlace podrás leer la segunda parte de esta serie. Las frases que aparecen en cursiva son frases literales escritas por Charles Robert Darwin en su autobiografía.
Referencias:
Darwin, Charles (1887). Darwin, Francis, ed. The life and letters of Charles Darwin, including an autobiographical chapter. London: John Murray.
Leff, David. About Charles Darwin. Disponible en: https://www.aboutdarwin.com/index.html
Wahlert, John H. (1998). Charles Darwin. Disponible en: http://faculty.baruch.cuny.edu/naturalscience/biology/darwin/biography/index.html
Darwin Correspondence Project. Cambridge University Library (University of Cambridge). Disponible en: https://www.darwinproject.ac.uk/
El texto traducido de la última carta, que ha sido acortado, se ha extraído de: Darwin Correspondence Project, “Letter no. 105”. Disponible en: https://www.darwinproject.ac.uk/letter/DCP-LETT-105.xml

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