¿Cocodrilos en el desierto?

Es difícil de asimilar, desde luego no se nos ha enseñado así, el Sahara no es un sitio para cocodrilos, sus condiciones no pueden albergar a este tipo de animales. Pero en efecto, la vida vuelve a demostrar que se abre camino, que rompe moldes y está dispuesta a demostrar que no podemos englobarla en compartimentos estancos bajo un par de etiquetas, no todo se puede resumir a  tal especie habita tal sitio y se alimenta de tal comida. La vida se empeña en ir mucho más allá de eso, las especies( aunque no todas) tienen cierta flexibilidad en sus requerimientos y por supuesto mayor adaptabilidad de la que muchos presuponen, mostrando una fuerza por persistir que no siempre valoramos.

 

Aceptémoslo, en nuestro cerebro, al pensar en un determinado hábitat,  vamos a rellenar la fotografía  mental con las especies que desde la infancia nos han contado que viven allí, pero no todo es tan fácil, de hecho la distribución actual no ha de obedecer a la que históricamente ha ocupado esa especie, e igual se encuentra en mayor variedad de lugares incluso presentando diversas adaptaciones  a las peculiaridades de  cada sitio.

El Sahara es el desierto más grande del mundo, es el paradigma de desierto, sus dunas y temperaturas  lo convierten en un  lugar difícil, no apto para toda forma de vida. Pero no siempre fue así, a lo largo de su historia ha tenido ciclos secos alternados con ciclos de mayor humedad, provocando expansión y  retroceso de las zonas desérticas. En uno de estos momentos húmedos, hará  7000 años, las dunas de arena dieron lugar a lagunas, praderas y  algunas formaciones boscosas, permitiendo estas mismas condiciones que poblaciones de  elefantes, jirafas o hipopótamos vivieran en sitios que hoy es difícil imaginar. Pero de nuevo volvió  la aridez y estas especies vieron desplazadas sus poblaciones a lugares periféricos. La pregunta ahora es… ¿todas las especies?

Algunas permanecieron. Quedaron poblaciones relictas de especies subsaharianas o mediterráneas en enclaves concretos como las montañas al sur del Sahara, donde pese a estar rodeadas de hostilidades, han llegado a nuestros días en un estado de conservación al filo de lo imposible. Y aquí entra por fin el protagonista de esta entrada: el cocodrilo del Nilo (Crocodylus niloticus).

Se sabe que esta especie bien conocida por el público general habitó el Sahara desde las fechas de verdor mencionadas arriba hasta la época romana, como atestiguan pinturas rupestres y diversos testimonios. Aún en el siglo XIX aparecen para bien o para mal mencionados en escritos de expediciones de diversa índole, hablándose de hecho de la extinción de algunas de estas poblaciones relictas que hemos perdido para siempre. Durante el siglo XX siguieron perdiéndose sus débiles poblaciones en varios lugares por acción directa del hombre, hasta el punto de que al avanzar de los años las diferentes expediciones daban por virtualmente extinta a la especie en más y más puntos.

 El ejemplo más claro es Mauritania donde se ha redescubierto en la última década, con gran alboroto, la existencia en condiciones muy llamativas de varias poblaciones de cocodrilo del Nilo. El hallazgo habla de tres sistemas montañosos con la presencia de estos reptiles, siendo la población más conocida la de la cuenca del Gabbou en las montañas Tagant. El hábitat concreto que ocupan son unas  “piscinas naturales” llamadas guelta por los oriundos de la zona (son las 4  imágenes de arriba), lugares que permanecen buena parte del año secos, llenándose tan solo por las lluvias. También ocupan unas llanuras inundables de escasa profundidad en las cabeceras de las montañas llamadas tâmoûrt (las 4 fotos del siguiente párrafo), igualmente secas buena parte del año, por lo que estos animales permanecen ocultos en agujeros hasta quince metros bajo el suelo.

Estas poblaciones están aisladas y fragmentadas, las forman además pocos ejemplares, por lo que  su estado de conservación es precario. Se ha informado que se alimentan  en su mayoría de peces, aves, langostas, ranas,  cabritos y ovejas domésticas. El monitor del Nilo (Varanus niloticus) puede ser un depredador de  huevos de cocodrilo  y una presa de cocodrilos adultos a su vez. Al parecer  tienen el período de alimentación, el crecimiento y la reproducción  en un tiempo de 10 semanas al año (o incluso menos en algunas localidades) y es que durante la temporada de lluvias y las semanas siguientes, la disponibilidad de presas puede aumentar de manera espectacular y es cuando deben aprovechar. Como se puede observar en la primera de las imágenes que concluyen esta entrada, durante la estación seca los individuos se ven obligados a estivar, de manera que  en los gueltas encuentran refugio entre los bloques de roca de las laderas rocosas, mientras que en los  tâmoûrts   se entierran debajo de la superficie en el  barro o emigran a las rocas cercanas. La actividad se concentra en el período en que se dispone de agua y se observan más cocodrilos luego de la temporada de lluvias que durante la estación seca.

Un hecho interesante es saber si hay cruzamientos entre unos u otros o sufren endogamia desde tiempo inmemorial, por lo que parte de los esfuerzos científicos intentan desentrañar esto. Se sabe que durante la temporada de lluvias hay  conexiones  entre estas masas de agua donde viven lo  que podría permitir la dispersión entre las poblaciones a través de corredores adecuados. No está demostrado que esto se produzca, aunque sí se constata al menos el intento de colonización, al aparecer cocodrilos muertos en lo que se presupone a medio camino entre unas charcas y otras. Siendo prudentes, la pérdida de diversidad genética puede ser la realidad de estas poblaciones pero estudios con ADN podrían resolver el enigma ayudando al conocimiento y conservación de estas poblaciones al límite.

Aún queda un mundo por hacer en cuanto a conocimiento de nuevos emplazamientos, número de ejemplares, posibles conexiones de las poblaciones, mejorar el estado de conservación y todo lo que un buen estudio de naturaleza requiere. Seguramente pasen años hasta que este tema dé todo lo que puede, si es que alguna vez se puede afirmar eso en ciencia. Como siempre se dice el compromiso de las gentes del lugar se antoja clave, y es que en este caso, tenemos una buena noticia y una mala, porque mientras que las creencias locales del grupo étnico Moor protegen a las montañas con cocodrilos al darles un sentido mágico (protector de las aguas), otros grupos étnicos  recurren a la caza de la piel, los órganos y la carne.

 

 

Álvaro Luna Fernández

 

Referencias:

Brito JC, Martínez-Freiría F, Sierra P, Sillero N, Tarroso P (2011) Crocodiles in the Sahara Desert: An Update of Distribution, Habitats and Population Status for Conservation Planning in Mauritania. PLoS ONE 6(2): e14734. doi:10.1371/journal.pone.0014734

Schuster M, Duringer P, Ghienne J-F, Vignaud P, Mackaye HT, et al. (2006) The age of the Sahara desert. Science 316: 821.

Brito JC, Martínez-Freiría F, Sierra P, Sillero N, & Tarroso P (2011). Crocodiles in the Sahara desert: an update of distribution, habitats and population status for conservation planning in Mauritania. PloS one, 6 (2) PMID: 21364897
Schuster, M. (2006). The Age of the Sahara Desert Science, 311 (5762), 821-821 DOI: 10.1126/science.1120161

5 Comentarios
  • Jesús Cebrino
    Publicado el 13:32h, 02 febrero Responder

    ¡Enhorabuena Álvaro!. Tema muy interesante que rompe los esquemas mentales que tenemos. Gran frase la de: «en nuestro cerebro, al pensar en un determinado hábitat, vamos a rellenar la fotografía mental con las especies que desde la infancia nos han contado que viven allí». Muy, muy bien. 🙂

  • Bitacoras.com
    Publicado el 14:44h, 02 febrero Responder

    Información Bitacoras.com…
    Valora en Bitacoras.com: Es difícil de asimilar, desde luego no se nos ha enseñado así, el Sahara no es un sitio para cocodrilos, sus condiciones no pueden albergar a este tipo de animales. Pero en efecto, la vida vuelve a demostrar que se abre camin…..

  • inma
    Publicado el 21:29h, 02 febrero Responder

    Enhorabuena Alvaro, te superas a ti mismo.
    Un fuerte abrazo

  • victortagua
    Publicado el 09:49h, 03 febrero Responder

    Pues me gusta mucho el tema de las poblaciones relícticas que de vez en cuando se van encontrando, como la de lagartos gigantes en Canarias, el celacanto del Indico del que hablaba Jesús en su blog o este de los cocodrilos, que personalmente no conocía.
    No deja de ser curioso que todavía sobrevivan, pero creo que son poblaciones abocadas a la extinción si no cambian mucho las condiciones ambientales y las poblaciones se pueden mezclar. Si no, se alcanzará un cuello de botella genético y la endogamia acabará mermando las poblaciones.
    Entonces la pregunta es, ¿debe el hombre intervenir e introducir nuevos individuos para aumentar el acervo genético o dejarlas aisladas hasta que se extingan o evolucionen en otra especie?
    Enhorabuena por el post y bienvenido, compañero de facultad (aunque de distintas promociones)!!

  • MaRy
    Publicado el 09:58h, 03 febrero Responder

    Cada día me sorprendes más!! Enhorabuena es fantástico!!

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