De zorros y hombres

Luis Hernández Marín

Todos sabemos que la agricultura y la ganadería fueron vitales para la trasformación de nuestros antepasados de una sociedad de cazadores-recolectores a la sedentarización , y el proceso que subyace de esos dos grandes hitos de la historia de la humanidad es la domesticación  de plantas y animales.  Este gran paso ha contribuido de forma notable a que el hombre haya alcanzado un crecimiento exponencial siendo en la actualidad más de 7 mil millones de personas en el mundo, pero a día de hoy poco sabemos sobre la domesticación y como funciona, hay muchos interrogantes aun sin responder, por ejemplo ¿Cómo el perro puede tener tantas razas tan diferentes entre sí siendo todas la misma subespecie? ¿Por qué la cebra nunca ha podido ser domesticada mientras que el caballo un pariente próximo suyo fue domesticado hace 5500 años?

La domesticación también es un concepto difícil de definir, sabemos que podemos criar un cachorro de león con biberón y cuando sea adulto nos tratara como si fuéramos su madre, pero la descendencia de este león será tan salvaje como sus abuelos, por lo tanto la domesticación no es una cualidad adquirida por un individuo sino una serie de rasgos desarrollados en una población a través de generaciones y generaciones en contacto con el ser humano, es decir, la clave de la domesticación es genética.

Para demostrar esta hipótesis en 1959 Dmitri Beliáyev, un genetista ruso, realizo un peculiar experimento: su propósito era recrear la evolución que convirtió a los lobos en perros, una transformación que comenzó hace más de 15.000 años. Para ello no utilizó al lobo (Canis lupus) sino una especie próxima a el que nunca había sido domesticada: el zorro (Vulpes vulpes). Esperaba poder resolver durante el proceso  cuales son las claves de la domesticación a nivel genético.

Belyaev con sus zorros

El equipo de Beliáyev reunió 130 zorros de varias granjas peleteras e iniciaron un programa de cría mediante selección artificial. Cada nueva generación los investigadores observaban la reacción de los nuevos zorros al contacto humano y seleccionaban a los más mansos para producir la siguiente camada. En las sucesivas generaciones, los zorros iban experimentando cada vez más y más cambios, no solo en el comportamiento sino también morfológicos, la rapidez con que se iban produciendo los cambios sorprendió a los científicos ya que esperaban que el proceso fuera mucho más lento.

 Los primeros rasgos que cambiaron fueron los comportamentales, los nuevos zorros de la tercera generación empezaban a mover el rabo como los perros y se acercaban por propia voluntad a los humanos, se dejaban acariciar y alrededor de la sexta generación permitían cogerlos en brazos y lamían la cara a los científicos.

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 Los cambios morfológicos tardaron más en manifestarse, ocurrió en la novena generación cuando los zorros adultos mantenían las orejas caídas de cachorros y cambiaron su fenotipo salvaje por tonos grisáceos o manchados de blanco y negro, los últimos cambios se producían durante la 13ª generación cuando los zorros mantenían la cola erguida hacia arriba al ver a una persona y en la 17ª generación nacían con colas mas cortas, con menos vertebras.

Este conjunto de características como las orejas caídas, el color manchado o la cola erguida se conoce como fenotipo doméstico y es común a otras muchas especies domesticadas como perros, vacas, cerdos, etc. Este fenotipo plantea una interesante cuestión: ¿Nuestros antepasados seleccionaban a los animales por su comportamiento o por sus nuevas características morfológicas? Puede que los primitivos ganaderos seleccionaran deliberadamente a cerdos con un color novedoso, es decir, sus motivaciones podían ser la preferencia por lo exótico o también para diferenciar mejor a unos individuos de otros. A ciencia cierta no se sabe con exactitud lo que paso pero mi opinión personal es que hubo un poco de las dos.

De forma paralela también se crió otro grupo de «zorros agresivos» que se seleccionaban según la hostilidad de su conducta frente al ser humano, los científicos necesitan también crear este grupo de animales que destacaran por ser ariscos para conocer la biología de la mansedumbre. De este modo podían extraer sangre de zorros dóciles y zorros agresivos y comparar sus genes para encontrar diferencias.

Posteriormente también intercambiaron camadas de zorros dóciles para que fueran criados por madres agresivas y viceversa, de esta forma pretendían comprobar si había un efecto de la crianza sobre el desarrrollo en los zorros jóvenes, sin embargo los zorros que pertenecían a una linea dócil seguían siendo dóciles aun habiendo sido criados por madres agresivas, y también ocurrió lo mismo con los zorros agresivos. Esto aporta mayor solidez a la idea de que el proceso de domesticación está regulado mayoritariamente por genes.

Este experimento aun no ha acabado y aunque Dmitri Beliáyev murió en 1985 sus sucesores siguen investigando sobre las causas genéticas de la domesticación. Tras más de 50 años y de 40 generaciones, estos zorros son dóciles, compiten por la atención humana y están totalmente domesticados. De hecho cuentan ya con un numeroso grupo de zorros domésticos que supone un gran esfuerzo económico para los investigadores por lo que están vendiendo algunos como mascotas para disminuir gastos y auto-financiarse, aunque… ¿quién querría tener a un zorro como mascota?

 Luis Hernández Marín

Bibliografía:

Lyudmila N. Trut. Early canid domestication: The farm-fox experiment.  American Scientist 1999 87,2: 160-169

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