Esa biosfera oscura que desconocemos

Natalia Ruiz Zelmanovitch

Ricardo Amils, microbiólogo experto en extremófilos del CBM y el CAB, fue el encargado de cerrar la "Astrochemistry's Cool".

Ricardo Amils, microbiólogo experto en extremófilos del CBM y el CAB, fue el encargado de cerrar la «Astrochemistry’s Cool» celebrada los días 14 al 18 de septiembre de 2014.

ENTREVISTA CON RICARDO AMILS

Hace ya un año que le hice esta entrevista a Ricardo Amils. Fue con motivo de una fantástica escuela de astroquímica en la que, siendo tan solo la comunicadora, os aseguro que aprendí muchísimo. Ricardo Amils es experto en microbiología y biología molecular de extremófilos y desarrolla su trabajo de investigación en el Centro de Biología Molecular (CSIC-UAM) y en el Centro de Astrobiología (CSIC-INTA). Licenciado en Químicas por la Universidad de Barcelona y Doctor en Ciencias por la Universidad Autónoma de Barcelona, fue invitado para dar una charla en esta escuela con el fin de tender puentes entre disciplinas. Porque, si algo es la astroquímica, es transdisciplinar.

¿Qué hace un astrobiólogo o un experto en extremófilos en una escuela de astroquímica?

Eso habría que preguntárselo a Pepe Cernicharo, que es el culpable (se ríe). En realidad a la astrobiología le interesa todo, y la astroquímica es una parte fundamental. Es decir, los astroquímicos están detectando señales y tenemos que entender esas señales, saber cómo funcionan, porque muchas moléculas tienen relación con la vida.

¿Ha trabajado alguna vez con expertos en astroquímica o expertos en técnicas de laboratorio relacionados con química o con astrofísicos que trabajen en astroquímica?

No, y me gustaría. En realidad, ya a mi edad, lo que me gusta es aprender cosas distintas, pero como estamos metidos en un proyecto muy complejo no he tenido la oportunidad. Pero mi idea original cuando Pepe Cernicharo vino al Centro de Astrobiología era meterme en su grupo y aprender lo que hace*. Yo soy químico de origen, o sea que los rudimentos los tengo. Pero siempre me he dedicado a la microbiología.

¿Cuáles son los últimos trabajos en los que está implicado (si puede hablar de ellos)?

Sí que puedo hablar de ellos porque acabo de contarlos en mi charla (se ríe). Fundamentalmente el gran reto en este momento en biología, sobre todo en microbiología, es entender cómo es la vida en el subsuelo, porque hay una biosfera oscura que desconocemos, una biosfera que Darwin había predicho (pero no le hicimos caso al abuelo). Ahora, 150 años después, estamos descubriendo que, realmente, su intuición era increíble, y que ahí hay cosas que aún no tenemos ni idea de cuál es su dimensión ni de qué papel juegan en la dinámica de la vida en el planeta Tierra y, obviamente, por extensión, en cualquier otro sitio.

Eso le iba a preguntar: puesto que estamos descubriendo que hay una rica vida en el subsuelo de la Tierra, ¿por qué no en otros lugares del Sistema Solar?

Yo veo que precisamente el interés mayor, la parte del fundamental, es que abre la ventana a posibilidades de vida en lugares en los que decíamos que era imposible. Ese es el interés astrobiológico que tiene ese tipo de trabajo.

¿Ahora mismo trabaja sólo con extremófilos en Río Tinto o trabaja también en otras zonas?

Hemos hecho alguna cosa fuera. Me he interesado en ambientes parecidos a Río Tinto para saber cómo de global era el sistema pero, últimamente, como ya me quedan pocos añitos, ya me concentro sólo en la faja pirítica ibérica porque el proyecto europeo que tenemos es muy grande y nos obliga a eso. Pero mis hijos, científicos, están en Islandia, en Perú, en la Antártida… y, bueno, me cuentan lo que hacen y me parece muy interesante. Pero yo ya no me quiero abrir más, creo que sería criminal.

¿Cuál es su enfoque ahora mismo ante la jubilación?

Bueno, pues es una buena pregunta, empiezo ya a barruntar esas cosas porque, precisamente en el centro donde yo trabajo, hace poco hubo una revisión científica y los referees me preguntaban quién iba a continuar la línea. Hay gente que lo puede hacer, lo que pasa es que no están en el Centro de Biología Molecular, por lo que hay que empezar a pensar en la continuidad porque sería una pena que ese tipo de cosas se frenen, sobre todo porque hay una cantidad de información y de muestras que llevará años procesar.

¿Han notado la crisis?

Sí, sobre todo en el Centro de Astrobiología. En el Centro de Biología Molecular me cuesta más evaluarlo porque en mi grupo, gracias a tener un proyecto europeo, nos hemos salvado.

Pero en el Centro de Astrobiología, donde se había hecho una apuesta muy fuerte por contratar a gente joven, no se han podido mantener algunos contratos y esa gente se está yendo y no volverán.

¿Cuál cree que puede ser la gran revelación o el gran descubrimiento dentro de su campo en los próximos diez, quince años?

Encontrar vida en Marte. (La entrevistadora se ríe, sorprendida). Sí, seguro. Estoy convencido. Todo el mundo me lo pregunta (se ríe), “¿pero está usted convencido?”. No tengo ninguna duda, lo que pasa es que el método científico requiere demostración.

Imagino que cuando habla de vida se refiere a fósiles… ¿o habla de microorganismos vivos?

Yo creo que debe haber vida actual. La fósil no nos vendría mal, eso querría decir que ha habido una extinción. Pero yo creo que las condiciones del planeta permitirían que la vida que empezamos a conocer en el subsuelo esté ahí, feliz y contenta, y pueda explicar algunas anomalías que no podemos explicar, por ejemplo, el metano en la atmósfera, etc.

Estamos en pañales.

Pues sí. De eso no hay ninguna duda. Pero bueno, si comparamos lo que sabemos hoy con lo que sabíamos hace 40 años, el salto ha sido increíble. Pero aún nos falta mucho más.

Y, ¿aparte de descubrir vida en Marte?

¿Te parece poco para quince años?

Es verdad que hay mucha gente que piensa en ello como en algo seguro y que solo es cuestión de tiempo confirmarlo…

Sí, pero demostrarlo llevará su tiempo. Y mucho esfuerzo. Pero yo creo que si hay vida en Marte se abre un futuro enorme en ese campo. Desde luego habrá que ir a otros lugares, pero, en mi campo, ahora mismo, eso es lo más importante. En el planeta Tierra: pues continuar averiguando cosas que no sabemos. Seguro que la microbiología del subsuelo, dentro de veinte años será mucho más rica de lo que empezamos a conocer ahora. Pero yo creo que el reto más grande será encontrar vida en el planeta cercano.

Le he visto, después de dar su charla, respondiendo a preguntas de los alumnos y después hablando con la gente en el café. ¿Qué preguntas le han hecho que le hayan llamado la atención?

Una pregunta recurrente para los astrobiólogos es si hay algún solvente alternativo al agua. Esa es muy recurrente. Y mi respuesta ha sido que, como los astrofísicos y astroquímicos han demostrado que hay agua en el universo, y el agua es tan buena para la vida, el interés en esas alternativas ha decrecido. Además de que aún no las tenemos, se han buscado pero no han fructificado.

Y luego hablábamos de COSMOS, el nuevo programa COSMOS. Con la chica con la que conversaba le preguntaba si le gustaba y era de la misma opinión que yo, que es una pena pero que no tiene el nivel… que tenían que haber cambiado el nombre, porque al utilizar el mismo nombre la gente tiene expectativas y no hay otro Carl Sagan hoy por hoy. Y eso es una pena. Me ha alegrado que esta chica tuviera la misma opinión que yo.

Ciertamente, hoy en día, yo creo que lo que nos faltan son verdaderas figuras en la frontera de la divulgación. ¿Cómo podríamos solucionar eso, hacer que la gente se sienta más cercana a la ciencia y no la vea como algo tan alejado?

Hombre, yo creo que ya el cambio se ha empezado a hacer. Hace 15 o 20 años, en el Centro de Biología Molecular, si te dedicabas a dar charlas de divulgación es que no eras un buen científico. Hoy en día ya en los currículos se empieza a poner porque se valora. Pero nos falta aún el salto grande y es que divulgar es un arte, no es fácil, y muchas cosas de ciencia no son fáciles de divulgar.

Creo que el reto es crear una generación de gente que esté en la interfase y que sepa de ciencia para poder opinar de la ciencia y eso obviamente tampoco es fácil. Un periodista sabe mucho de periodismo, del interés que tiene una novedad, pero la evaluación científica se tiene que fiar del científico y realmente los científicos tenemos un lenguaje críptico y cuando nos ponemos a divulgar, pues hay gente que lo hace razonablemente bien pero hay otros que aburren a las moscas.

¿Tiene que haber más científicos en la sociedad (en divulgación, en política, en los medios…)?

La sociedad debe forzar a sus políticos a que se invierta, es todo inversión. En cuanto a los medios, lo que vemos es que han desaparecido la mayoría de periodistas divulgadores porque no los pueden mantener, hay que cortar y eso es lo más fácil. Si la sociedad lo demanda, quien corresponda hará lo que tenga que hacer.

Yo creo que la sociedad responderá a eso porque la sociedad quiere la información, ese paso ya se ha dado. Tú hablas con la gente y la gente sabe, no los detalles, pero le interesa lo que pasa, por ejemplo en las misiones espaciales. Eso ha sido un salto importante debido a una generación de gente que se ha metido en ello. Ahora lo que falta es volverlo a promocionar porque nos lo hemos cargado.

Una reflexión final (positiva) ante el marasmo de problemas que tiene la ciencia ahora mismo.

Yo me eduqué en una época muy dura. Hice mi tesis en Buenos Aires (yo no quería ser científico, yo quería ver mundo. –Se ríe- Se dio la oportunidad y me fui…).

Yo creo que un problema que tenemos hoy es que si no tenemos gran cantidad de medios para garantizar que hacemos lo más “in”, parece que no estamos haciendo ciencia. La mejor ciencia es la que se hace con poco dinero, con buenas ideas, con mucha meditación y eso, hoy por hoy, falta sobre todo por una razón: porque ese tipo de ciencia no paga ¿y por qué no paga? Porque eso lleva tiempo y hoy en día lo que paga es publicar mucho. Por eso la gente hoy prefiere una maquinita de producir papeles como churros, pero yo creo que estamos sacrificando la originalidad. La originalidad se tiene que pagar, la originalidad quiere decir que a lo mejor estas años sin publicar. Eso no quiere decir que no estés trabajando, sino que lo que has sacado, que tu hipótesis, era equivocada. Y los datos negativos son importantes.

Todo eso es una cultura que tenemos que evaluar de alguna manera porque, mirándome a mí (no ya a la sociedad), en mi laboratorio no hemos producido mejor ciencia cuando hemos tenido más dinero. Lo que se necesita es ganas, obviamente gente que le guste lo que está haciendo, que se obsesione, y luego medios para poderlo desarrollar (pero no obsesionarnos tanto con los medios).

Si he entendido bien lo que ha dicho, habla de que no es necesario buscar aplicaciones inmediatas ni ajustarnos al sistema hasta el punto de que producir papers sea lo más importante…

Bien resumido. El sistema de promoción hoy en día es completamente absurdo, va por número de páginas, no entiendo que una persona pueda publicar 20 o 30 papeles en su tesis doctoral. Eso quiere decir que realmente no hay originalidad, o si no es que es un genio. No puede haber tanto genio caminando sobre la superficie del planeta…

Y bueno, la economía. Yo creo que la ciencia tiene una parte importante de negocio, sobre todo en biomedicina, que es lo que conozco. En ciencia se necesita gente que se construya sus instrumentos, como en los buenos tiempos. En ese diseño es donde entran la originalidad y el avance.

Tenemos que sentarnos y pensarlo. Dedicar muchos millones si continuamos invirtiendo mal no nos llevará a ninguna parte.

Un mensaje para los jóvenes, para los que se están formando ahora, para lo que están fuera y para los que quieren volver.

La ciencia es una pasión, si te gusta la harás donde te toque o te dejen y estamos viviendo un momento increíble a nivel de conocimiento. Hay que aprovecharlo. Sería absurdo no hacerlo.

*Acualmente, el grupo de investigación de Astrofísica Molecular se encuentra en el Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (CSIC)

Enlaces: Entrevista con Ricardo Amils en #Naukas14

Natalia Ruiz Zelmanovitch

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