Hablemos de sexo

Cabezon

El sexo es el mejor invento, después de la propia vida.

Dicho así, siendo nosotros criaturas sexuales, puede parecer lógico. Pero no lo digo porque me guste el acto sexual, sino porque gracias al sexo la vida es muy diversas, mucho más de lo que podría ser si no se hubiera inventado.

Tanto es así, que incluso seres sin sexo como las bacterias, han inventado una especie de relación sexual en la que intercambian material genético. Bueno, a todo esto, ¿qué es el sexo? No me refiero al chiste de lo que hacen los chicos y las chicas, sino al concepto biológico del sexo y sus implicaciones genéticas.

Como ya sabrán, nosotros, seres sexuales, tenemos dos pares de genes codificados como ADN en nuestras células. Todas las características genéticas, desde si tenemos ojos azules o marrones a si somos más listos o menos inteligentes, o si tenemos una determinada enfermedad, están marcadas en el ADN. Cada par de genes determina alguna de esas características. Uno de los genes procede del padre y otro de la madre, pues en todos los seres sexuales se produce la reproducción siguiendo un esquema similar: el llamado macho aporta su parte de genes en forma de esporas, polen, espermatozoides o lo que sea, mientras que la hembra lo recibe en su óvulo (o similar) para conseguir así una célula viable que dará lugar al nuevo ser. Como las células de la reproducción tienen la mitad de los genes, la resultante de la unión tiene todos los genes que hacen falta.

Bien, ¿dónde está la ventaja de esta forma tan complicada de reproducirse? Observemos que hacen falta dos células, de seres distintos, para que se unan; y que estas células deben producirse a través de un mecanismo especial donde se quedan con la mitad de los genes. ¿No sería más sencillo producir células de un nuevo ser a través de la partición de las células del ser original?

Sí, más sencillo, pero así salen copias del organismo padre, no hay diferencias genéticas más allá de alguna mutación casual. Si ese fuera el mecanismo principal de reproducción, nunca existiría la enorme variedad biológica de nuestro planeta. No es raro que, desde que el sexo fuera descubierto, se disparara la variedad de seres vivos en la Tierra.

¿Por qué? Pues porque al formarse las células reproductoras, los gametos, se escoge sólo la mitad de los genes del padre y de la madre. La mitad al azar, lo que toque. Y esa mitad paterna se mezcla con la mitad materna en un verdadero barajeo de los genes. Los genes se revuelven y se barajan hasta tener una nueva combinación: un individuo único con una determinada dotación genética.

Si hacemos cálculos, resulta que la probabilidad de que exista un ser cualquier que sea idéntico a uno de nosotros, en cualquier lugar del mundo, es infinitesimal, casi nula. Todos somos únicos, no somos clones de nadie. Bueno, está el caso de los gemelos idénticos, pero ellos se forman a partir de la misma combinación de gametos, en una sola célula embrionaria, así que no cuentan para lo que aquí se expone.

¿Quieres saber más cosas acerca del sexo? Pues asiste a la primera sesión de Desgranando Ciencia el viernes 15 de abril de 2016, y verás qué es el sexo, qué es la genética y qué tiene que ver todo ese lio con la diversidad de seres vivos.

Sesión 1: Sexo, Genética y Biodiversidad

  1. José Cervera. Universidad Rey Juan Carlos.
  2. José Manuel Vidal. Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC).
  3. Leticia Puerta. Universidad de Granada. Hablando de Ciencia.
  4. Carlos Romá Mateo. Universidad Europea de Valencia.

También puedes consultar mi artículo La Revolución del Sexo.

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