La relatividad tras la relatividad – La vida de Mileva Marić

El 19 de diciembre debería ser una fecha memorable. En un día como este, en el año 1875 nació en Serbia Mileva Marić, una mujer excepcional de la cual muy pocas personas conocen, pues estuvo opacada por el muy famoso Albert Einstein, quien es considerado el más célebre científico del siglo pasado.

La familia de Albert nunca estuvo de acuerdo con la relación entre los dos, y frecuentemente juzgaban a Mileva por no ser alemana ni judía. La despreciaban por tener una pierna más corta que la otra, cojeando al caminar a causa de una cadera permanentemente dislocada, y por ser demasiado intelectual. De ella, la madre de Einstein dijo: “no puede entrar en una familia respetable” y “¡Cuando tengas 30 años, ya ella será una vieja bruja!

Empecemos desde el principio: Mileva nació en el seno de una familia intelectual, de buena posición económica en Nobi Sad, una ciudad situada en el norte de Serbia, a orillas del río Danubio. Gracias al apoyo de su padre, Mileva pudo asistir a la escuela secundaria en Serbia, y nuevamente gracias una petición de su padre, obtuvo la autorización del Ministerio de Educación para asistir a conferencias de física reservadas al sexo masculino, realizando así su sueño de aprender acerca de esta ciencia. De todas maneras no fue hasta 1894 cuando terminó de estudiar la secundaria en Zúrich. Con grandes honores Mileva termino su educación inicial y ahora apuntaba en grande. Inicialmente decidió estudiar medicina, pero después de un semestre definitivamente decantó por la física que según sus propias palabras “ayudaba a entender la majestuosidad del mundo”. Así, después de pasar duros exámenes fue admitida en la sección de física y matemáticas del Instituto Politécnico de Zúrich, junto a cuatro estudiantes más. Uno de ellos era Albert Einstein, los otros tres Louis Kollros, Jakob Ehrat y Marcel Grossmann, este último responsable (su padre en realidad) de ayudar a Einstein a encontrar un trabajo en la oficina de patentes cuando nadie quería contratarlo.

De esta manera Mileva conoció a Einstein, en ese momento un joven, también entusiasmado por la física, quien tras una disputa con su padre había decidido dejar sus estudios en ingeniería para dedicarse de lleno a esta ciencia. Einstein y Mileva serían almas gemelas social e intelectualmente, conformaron una pareja intelectual sin par; juntos miraban los problemas físicos que planteaban sus profesores y pasaban horas extasiados, analizándolos y comprendiendo las maravillas de la ciencia. Sin embargo, mientras Einstein apenas asistía a clases – uno de sus profesores de matemáticas incluso lo llamo “perro vago”-  Mileva era una persona completamente metódica y reflexiva, tomando nota de todo cuanto podía y haciendo preguntas que en algunos casos inspiraban admiración de sus profesores, pero en otros causaban incomodidad en el aula.

Mileva resultó ser la primera mujer con la que Einstein podía discutir sus preocupaciones más íntimas. Cuando iniciaba una conversación de física, ella estaba completamente a su altura como para hacer alguna sugerencia. Einstein también admiraba la independencia de Mileva, una cualidad inusual entre las mujeres de la época. Por esos días ella notaba que la presencia de Einstein cada vez la perturbaba más, y la distraía de sus estudios, animada además por el hecho que uno de sus profesores no estuviera de acuerdo con sus ideas, decidió mudarse a estudiar en la Universidad de Heidelberg, Alemania, en donde se instruyó básicamente en matemáticas, teoría del calor y electrodinámica. Einstein entre tanto, ya enamorado, intercambiaba cartas con ella mezclando cortejo y ciencia.

Terminado un semestre en Alemania, Mileva regresó a Zurich, reencontrándose con Einstein quien logró conquistarla y hacerla su amante. Al tiempo, entre escarceos amorosos e intelectuales llegó el momento de los exámenes de graduación. Einstein logró superarlos medianamente. Entre tanto, Mileva quedó embarazada, esto aunado a que su profesor le puso solo un 5 en el examen oral, mientras que sus compañeros varones sacaron 11 sobre 12 puntos totales, la llevó a abandonar definitivamente sus estudios.

Einstein, con 21 años, apenas pudo conseguir un trabajo de profesor tutor que duró muy poco tiempo. Las duras condiciones económicas obligaron a que Mileva se refugie nuevamente en su familia, regresando a Novi Sad, donde dio a luz a una niña, a la cual Albert y Mileva conocían como «Lieserl» (pequeña Lisa). A comienzos de 1902 Einstein viajó a Berna donde había una vacante en la Oficina de Patentes; a pesar de aborrecer el trabajo, Einstein soportaba estoicamente pues le daba tiempo para pensar.

Bajo las nuevas circunstancias la vida cambió totalmente. Lieserl era una niña enfermiza, y la propia Mileva tampoco estaba bien física e intelectualmente, lo que obligó a sus padres a dar a la pequeña niña en adopción. Otra versión cuenta que la infante murió enferma sin remedio, debido probablemente a la escasa atención por parte de su madre. Este aspecto de sus vidas todavía no está del todo claro. Hacia diciembre de 1902, menos de un año después del nacimiento de su hija, Mileva viajó con destino a  Suiza, aquejada por una profunda tristeza; debido a una mezcla de sentimientos de cariño, compasión y sentido del deber, Einstein decidió casarse con ella después de la bendición de su padre, quien ya se encontraba en su lecho de muerte. Era el 6 de enero de 1903.

En su nueva vida Mileva debió asumir las tareas domésticas mientras Albert trabajaba ocho horas diarias de lunes a sábado en la Oficina de Patentes. Sin embargo, en la noche los dos trabajaban juntos hasta altas horas de la noche, el sueño era prácticamente un lujo. Bajo este trajín transcurrieron sus vidas hasta que a mediados de 1904, nació su hijo Hans-Albert. En 1905, hoy conocido como el “año milagroso” Einstein publicó cinco artículos de gran relevancia a nivel científico, de tal manera que amplió notablemente el rango de estudio de la física y cambió completamente la percepción del espacio, del tiempo y de la gravedad. Está muy bien documentado que en al menos en tres de los cinco artículos existió una estrecha colaboración entre Einstein y su esposa. En el artículo acerca de la relatividad especial por ejemplo, Mileva lo revisó hasta el cansancio e incluso lo envió para su posterior publicación. Las ideas del efecto fotoeléctrico, artículo por el cual Einstein recibió el premio Nobel, se cree que salieron del cerebro de Mileva a través de deducciones originales realizadas a partir de lo aprendido en su semestre en Alemania.

Es conocido que las matemáticas de Mileva eran superiores a las de su esposo y por lo tanto buena parte de los cálculos eran realizados por Mileva y revisados por otro colega de Einstein. Los conceptos del movimiento browniano son fruto del pensamiento de Einstein, pero Mileva contribuyó con el tratamiento matemático, describiendo el movimiento desordenado de las moléculas.

Efecto Fotoeléctrico.

Al poco tiempo, el reconocimiento llegó y Einstein logró obtener su primera posición académica en Zúrich en 1909. El segundo hijo de la pareja, Eduard, nació en 1910 y fue una nueva carga para Mileva, pues lastimosamente el niño sufría de problemas mentales que finalmente cayeron en esquizofrenia. A pesar de todo, hasta 1911, Albert todavía enamorado, enviaba postales de cariño a Mileva, quien ya se sentía desplazada por el poco tiempo que le dedicaba a ella y a sus hijos. Pero en 1912 todo cambio para mal, Einstein inició un romance con su prima Elsa mientras visitaba a su familia que se había mudado a Berlín. Esta relación estuvo en secreto durante dos años hasta que Mileva se enteró de lo que sucedía y su esposo no lo oculto más. La relación cayó en picado hasta que Mileva accedió al divorcio en 1919, añadiendo una cláusula en la que se estipulaba que si Albert recibía el Premio Nobel (lo ganó en 1922), el dinero obtenido sería para ella y sus hijos. Albert aceptó sin remedio para poder unirse con Elsa.

Pero las cosas para Mileva no mejoraron, Eduard fue internado en 1932 en una institución para tratamiento de enfermedades mentales en Zúrich y finalmente falleció en un centro psiquiátrico; su grandiosa madre gastó todo el dinero en medicinas y médicos muriendo en la pobreza en agosto de 1948 en un hospital en Zúrich.

El por qué Mileva nunca colocó sus aportes en las publicaciones conjuntas no podremos jamás saberlo con certeza; de las cartas y documentos que se conocen se puede intuir que ella siempre pretendió que su marido fuera famoso a nivel científico (tal vez para que obtenga un mejor trabajo en épocas de vacas flacas), e incluir el nombre de una mujer reducía notablemente las posibilidades de aceptación de las publicaciones en una época machista y en medio de guerras. Por otro lado se dice que cuando le preguntaron acerca de esto, Mileva contestó: “Los dos somos solo una piedra”, es decir, ella consideraba la pareja Mileva-Einstein como una sola entidad. Esto finalmente la dejó fuera de todo reconocimiento.

Alexis Hidrobo P.

Para saber más:

2 Comentarios
  • Marcelo Di Cocco
    Publicado el 19:30h, 19 diciembre Responder

    Mileva contestó: “Los dos somos solo una piedra”, es decir, ella consideraba la pareja Mileva-Einstein como una sola entidad.
    (En alemán, «una piedra» es «Ein stein»).

  • Alexis Hidrobo
    Publicado el 01:36h, 01 enero Responder

    No hablo alemán, pero me parece una coincidencia muy oportuna. gracias por leerme.

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