Monos sudorosos (2/5): ¡Corre que te pillan!

En el artículo anterior, el primero de esta serie de cinco, afirmé que nosotros los seres humanos somos cazadores de la sabana, especializados en la carrera de resistencia. Eso nos diferencia de nuestros primos, los otros simios que viven en la selva y cuya alimentación incluye mayor proporción de frutas y otros elementos vegetales. ¿Cómo fue ese cambio evolutivo y por qué tuvo lugar? ¿Y fue rápido o tuvo lugar en varias fases? Empecemos por hablar de la alimentación. Aunque a la dieta dedicaré otro artículo, aquí debo recordar que la alimentación herbívora requiere un aparato digestivo especializado, con intestinos mucho más largos y espacios para favorecer la fermentación de la celulosa. El intestino de los simios no es tan largo como el de los herbívoros, y es por eso que la mayoría de los simios centra su alimentación en las frutas, semillas y tubérculos y en pequeños animales, como insectos. Es decir, alimentos ricos en nutrientes, fáciles de digerir.

Si nuestros antepasados se vieron forzados a abandonar la selva para vivir en la sabana, se encontraron en la disyuntiva de alimentarse de hierba y hojas, para lo cual carecían del equipo digestivo idóneo, o bien comer la carne de los herbívoros. Claro que estos herbívoros son animales grandes y rápidos, imposibles de alcanzar. Pero tarde o temprano, los herbívoros mueren y su carne puede ser aprovechable.

Dicho de otra forma, lo más probable es que nuestros antepasados fueran carroñeros. Para aprovechar la carroña hace falta buena vista y rapidez para llegar al cadáver antes que otros carroñeros, como hienas o buitres. Y luego, dado que los simios carecen de colmillos afilados para desgarrar la carne, instrumentos tales como trozos de piedra para cortar y desprender la carne de los huesos y piel.

Acerca del uso de instrumentos no cabe la menor duda, puesto que se ha observado a otros antropoides usar piedras y palos como ayuda para alimentarse. Aunque se establece que fue el uso de piedras ligeramente talladas lo que definió la aparición de los primeros humanos (género Homo), es casi seguro que ya antes se usaron, aunque sin modificar la forma original.

¿Y por qué necesita correr un carroñero? Dicho de otra forma, ¿por qué nuestros antepasados se adaptaron a la carrera?

Una de las razones ya quedó expuesta: ser los primeros en llegar. La carne de un animal recién muerto es la mejor, más fresca, y se pueden elegir los trozos más suculentos, más blandos, mejor digeribles. Si se llega tarde, solo quedarán trozos pegados a los huesos, aparte de los propios huesos, es decir, carne poco aprovechable. Lo mismo si se trata de los despojos que haya dejado un cazador, como por ejemplo un león.

Pero hay otra razón de peso: los otros cazadores. Un simio puede convertirse en presa de los leones o de las hienas, así que debe estar presto a huir tan rápido como pueda, si no está en condiciones de enfrentarse. Me pregunto cuántas veces una tribu de homininos se habrá atrevido a enfrentarse a leones, leopardos o hienas, confiando en sus palos y piedras, pero sospecho que eso no ocurriría muy a menudo; la opción evidente es huir, y si se puede trepar a un árbol, mejor. Pero hay pocos árboles en la sabana, no lo olvidemos.

Dicho de otra forma, la carrera no fue para cazar animales, fue para huir de los depredadores y para llegar pronto a los cadáveres. Puede que, más tarde, al perfeccionar los instrumentos de piedra, se empezara a cazar de una forma más sistemática; y aquí la capacidad de correr largos trechos resultó muy útil.

Hablamos de la capacidad para correr, pero no de la postura bípeda. Parece evidente que el bipedismo favoreció la carrera pero ¿qué fue antes, la postura bípeda o la capacidad para correr? Lo entenderemos mejor si analizamos el bipedismo.

La diferenciación de la tribu Hominini en las subtribus Hominina y Pan tuvo lugar en el Mioceno superior, hará cosa de unos 7 millones de años. Si aceptamos la simplificación grosera, la diferencia entre ambas subtribus inicialmente fue solo la postura bípeda de los Hominina. Dicho de otra forma nuestros antepasados más remotos pueden describirse como similares a chimpancés bípedos.
Sin embargo, el bipedismo no es exclusivo de nuestra subtribu. La postura bípeda no se limita a la locomoción en el suelo, pues existe también la trepa vertical. Se han observado rasgos asociados a la trepa vertical en los primeros homininos, incluso en los australopitecos más antiguos.

Se puede considerar que el bipedismo apareció en dos fases, dando lugar a los géneros Australopithecus y Homo. En los australopitecos, la postura bípeda se corresponde con una morfología que parece adecuada para el forrajeo en el bosque tropical, con las opciones de recorrer pequeñas distancias en la sabana y la trepa arbórea. Se trataría, por tanto, de un bipedismo «lento». La otra forma de bipedismo, propia del género Homo, es más adecuada para la carrera, por lo que podemos definirla como bipedismo «veloz»; aunque algunos de los primeros humanos, como Homo habilis, podría conservar algunos rasgos de bipedismo lento.

¿Qué ventajas ofrece el bipedismo? Ya que no se trata de correr, como hemos visto, en principio el bipedismo podría ser útil en cualquiera de los siguientes casos:

  • Facilita el transporte, al dejar libres las extremidades superiores; transporte de utensilios y armas, o alimentos y las crías.
  • Permite el desplazamiento entre árboles separados una cierta distancia. Al abrirse claros entre los árboles, no bastaba con braquiar para saltar de un árbol a otro, era necesario desplazarse por el suelo, algo más fácil si solo se usan las extremidades inferiores.
  • Alimentarse de los árboles. Estando en el suelo, es más fácil llegar a los frutos de los árboles si se adopta una postura bípeda; de hecho, muchos herbívoros hacen eso mismo, al encaramarse sobre sus patas traseras.
  • Levantarse por encima de los pastos. En una terreno cubierto de vegetales hasta cierta altura, es muy útil poder mirar por encima de la vegetación, a fin de detectar cualquier peligro lo antes posible.
  • Transportar alimentos a la familia. En una tribu, no todos los miembros pueden participar en la recolección de alimentos: las crías, las madres que deben atenderlas y algunos individuos heridos o ancianos pueden quedarse en un sitio más o menos seguro, y los demás han de acarrear comida para ellos. Existen indicios suficientes de este comportamiento, digamos que solidario con los más débiles. Este acarreo exige tener las extremidades superiores libres.
  • Termorregulación. Una postura bípeda ofrece menos superficie expuesta directamente al sol en los trópicos, donde incide verticalmente. En un cuadrúpedo, toda la superficie del lomo recibe la luz solar, mientras que en un bípedo es solo la parte superior del cráneo la que sufre el mayor efecto de la radiación del sol.

En el próximo artículo veremos los cambios climáticos que condujeron a estos cambios evolutivos.

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