Todo lo que debes saber acerca de la lactosa


La intolerancia a la lactosa parece una condición cada vez más presente en la sociedad. Todos tenemos claro que lactosa y leche son dos elementos que van unidos, pero ¿hasta qué punto sabemos realmente lo qué es?

En primer lugar, debemos tener claro qué es la leche. Los mamíferos son un grupo de animales vertebrados que se caracterizan por ser vivíparos (a excepción de los monotremas, como el ornitorrinco), porque sus embriones se desarrollan dentro del vientre de la madre, y presentar unas glándulas mamarias productoras de leche con la que alimentan a sus crías. Por lo tanto, la leche es una sustancia nutritiva producida por las glándulas mamarias de las hembras de los mamíferos que sirve como único alimento de sus crías hasta que pueden comenzar a digerir otros alimentos. Su composición química incluye agua, grasas, azúcares, proteínas (principalmente caseína), vitaminas y minerales (principalmente calcio).

Los seres humanos hemos ampliado el consumo de leche a toda nuestra vida gracias a la domesticación de diferentes animales para tal fin (vaca, oveja, cabra, yegua, búfala, etc.). Además de en su formato “natural”, la leche forma parte de la dieta de muchas culturas a través de otros productos derivados, como quesos, yogures o mantequilla, entre muchos otros.

Estructura química de la lactosa

Estructura química de la lactosa

La lactosa representa el único azúcar presente en la leche, siendo específico de este alimento. Es un disacárido formado por la unión de una glucosa y una galactosa (que se transforma en glucosa en el hígado), representando una buena fuente de energía para nuestro cuerpo. Una vez hemos ingerido la lactosa, es necesaria la acción de una enzima en nuestro intestino, denominada lactasa, que rompe la unión entre la glucosa y la galactosa, permitiendo que sean absorbidas por las paredes intestinales. Es en este proceso donde surgen los problemas de intolerancia en la población.

Evolutivamente, los seres humanos teníamos la capacidad de producir lactasa en nuestro intestino únicamente durante nuestros primeros años de vida, cuando debíamos alimentarnos de la leche materna. Según íbamos creciendo, esa capacidad se perdía, hasta que desaparecía. Con el surgimiento de las primeras poblaciones humanas que se dedican al pastoreo surge una mutación en nuestro genoma que permite que algunos individuos produzcan lactasa durante toda su vida. Esta mutación repercute en una importante ventaja para ellos, pues, a diferencia de sus compañeros, ellos pueden alimentarse de la leche de su ganado. Una fuente de alimento contínua, como la leche, supuso una ventaja para estas personas, lo que hizo que aumentasen sus posibilidades de supervivencia y de transmitirle a las siguientes generaciones dicha ventaja. El origen de esta capacidad de producir lactasa en adultos se sitúa en lugares con una gran tradición de producción y consumo de leche fresca, como son el norte de Europa, parte de África, la Península Arábiga o Asia Central.

Prevalencia mundial de intolerancia a la lactosa

Prevalencia mundial de intolerancia a la lactosa

Por lo tanto, la intolerancia a la lactosa se basa en la incapacidad de nuestros intestinos para producir lactasa y poder romper el disacárido. Esto provoca que la lactosa alcance el colon, donde diferentes bacterias la fermentan, produciendo diferentes gases. En realidad, la sintomatología de intolerancia es consecuencia de la acumulación de estos gases, sin producir realmente daños intestinales. Síntomas como dolor e hinchazón abdominal, diarrea, estreñimiento o vómitos son derivados de la excesiva acumulación de estos gases. Realmente, las personas con intolerancia a la lactosa pueden consumir algo de leche en su dieta, pues parte de nuestra flora intestinal es capaz por sí misma de romper la lactosa y permitir la absorción, pero cuando la cantidad de lactosa en el colon alcanza los niveles necesarios para su fermentación, comenzarán los síntomas. Además, los productos derivados, como el queso o los yogures, presentan menor cantidad de lactosa, pues durante su proceso de elaboración diferentes bacterias la van rompiendo. Por otro lado, en la actualidad podemos encontrar en el mercado una amplia diversidad de alimentos “sin lactosa” que presentan cantidades entre el 0 y el 30% en comparación con su producto análogo normal. Esto se consigue en la industria alimentaria mediante la adición de enzima lactasa de forma artificial, que rompa la lactosa.

Antes de finalizar, me gustaría dejar claro un concepto que puede ser confundido con la intolerancia, la alergia a la leche. Son enfermedades totalmente diferentes. La intolerancia, como hemos visto, se basa en la presencia de lactosa en la leche (un azúcar), mientras que la alergia se desarrolla en respuesta a sus proteínas (la caseína). Un intolerante puede consumir una pequeña cantidad de leche sin sufrir ningún síntoma, mientras que un alérgico no puede consumir absolutamente nada. En este sentido, hay personas que pueden consumir leche de cabra, por ejemplo, pero no de vaca. Seguramente hablemos de una alergia a las proteínas de un tipo determinado de leche, puesto que la lactosa está igualmente presente en ambas leches.

La ciencia que no es divulgada hacia la sociedad es como si no existiera

Referencias bibliográficas y más información:

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