Recreo de curiosidades: Apocalipsis Zombi
Esta semana nos hemos jugado la vida intentando escapar de un Apocalipsis Zombi: una horda de ellos nos esperaban para comerse nuestros sesos.
Chocolate y dopamina para un Apocalipsis Zombi
Siempre he pensado que un contexto, aunque sea muy estrambótico, favorece recordar algunos conceptos, así que mis recreistas se han encontrado de viaje en Washasha.
Sabían que iba a haber zombis, pero les he puesto en una situación lo suficientemente bucólica para distraerles.
“Nos encontramos en la fábrica de chocolate más grande de Estados Unidos, que se encuentra en la pequeña ciudad de Washasha. Estamos recorriendo la fábrica y nuestro guía es Bill. Ese día no se trabaja. No nos han permitido llevar móvil porque la receta que usan es ultrasecreta.
Bill nos acaba de contar que el chocolate tiene una sustancia, la feniletilamina, que nuestro cerebro también fabrica y que nos encanta. Hace que se libere dopamina, lo que nos activa y nos sentimos mejor. Cuando estamos un poco tristes (bajo nivel de dopamina), o tenemos cansancio, solemos consumir chocolate para que el nivel de dopamina suba y encontrarnos mejor.”
Una onza no es lo que crees
“Bill que es muy majo y sabe muchas cosas, nos cuenta además que cuando hablamos de onzas de chocolate, en realidad estamos hablando de una medida de peso. Con una risa profunda nos ha dicho que nos timan. Nos ha explicado que lo que ahora llamamos una onza no lo es. Las onzas en su origen tenían unos 28,349 gramos, pero las que nos venden tienen unos 6,25 gramos.
Al acabar la visita nos hemos dirigido hacia la puerta (la única que hay), pero nos hemos parado en seco.”
Zombis en la puerta y sesos, ¡Apocalipsis Zombi!
Se relamían pensando en una fábrica de chocolate, alguien ha preguntado por los Oompa Loompa. Era momento de hacer saltar la situación por los aires y darles la oportunidad de escapar usando el ingenio.
“En la salida nos esperaba una cuadrilla de zombis con ganas de zamparse nuestros sesos. Bill se ha puesto en la puerta para evitar que entraran y nos ha gritado: “id al Norte”. Los zombis se han abalanzado sobre él y se han comido sus sesos. Hemos conseguido cerrar la puerta y tenemos que buscar una forma de salir. Vemos que la horda de zombis se ha quedado a esperarnos y zamparse nuestros sesos.”
He mencionado la palabra sesos en varias ocasiones para que intentaran establecer la relación entre las sustancias del cerebro y el chocolate del que disponíamos.
Apocalipsis Zombi: arréglate con lo que tengas a mano
“Nos refugiamos en un despacho que tiene un panel metálico lleno de imanes con forma de tableta de chocolate, un corcho con tarjetas clavadas con alfileres y un bidón de agua. No hay teléfono y nuestros móviles están en el hotel”
Tenemos dos objetivos, deshacernos de los zombis y encontrar el norte. ¿Cómo los distraemos? Me imagino que os hacéis idea de lo que se les ha ocurrido: lanzar a alguien del grupo para que se entretengan (no hemos llegado a un acuerdo para decidir a quién lanzábamos), pero no nos garantizaba una buena distracción. Ofrecerles dinero, que no teníamos muy claro con qué objetivo. Tirarles el bidón de agua, aunque hemos pensado que no era demasiado efectivo.
Después de unas cuantas ideas, que no nos iban a librar de ellos, alguien ha atado cabos: “si les gustan los sesos y el chocolate tiene algo parecido, les vamos lanzando tabletas para que se alejen de la puerta”. Podía funcionar, si los zombis caminan como lo hacen es posible que les falte dopamina y comen sesos para encontrar un poco de chispa. De momento yo voy a meter una tableta de chocolate en el bolso, ¡nunca se sabe!
¿Buscamos el norte?
Solucionado el problema de distraer a los zombis, nos quedaba localizar el norte. Les he recordado que no teníamos ni móvil, ni brújula y que el día era muy oscuro, por lo que no podíamos ver dónde estaba el Sol.
¿Qué hacemos? Creo que mis recreistas sabían por dónde iban los tiros, pero uno de ellos ha preguntado: “¿se ven árboles?”. Buscaba musgo1, por supuesto. Claro que si estamos en una fábrica lo más lógico es que alrededor haya un aparcamiento y que, seguramente, no podamos ver árboles.
Les sonaba lo de fabricar una brújula con un corcho, algo metálico y ponerla en el agua. Sin embargo, no tenían muy claro cómo hacerlo. Hablaban de lanzar uno de los imanes a un vaso de agua con un alfiler encima, de un corcho con un imán y alguna que otra cosilla.
¡Una aguja que flota!
Era momento de construir una brújula. Tenía preparado un vaso con agua, una aguja y un imán. Les he contado que iba a imantar la punta de la aguja y que la iba a dejar flotando en el agua. La mayoría ha dicho que no iba a flotar. ¡Sorpresa! Flotaba. ¿Por qué? Ha habido dos respuestas: por el peso y por la densidad. Mis recreistas saben cosas. Sin embargo, la respuesta es la tensión superficial. He explicado que el agua en su superficie forma una especie de malla que sujeta la aguja.
¿Señala el norte? Sí, lo hacía, pero lo que quería era que se lo cuestionaran. Tenía una brújula preparada y sí, mi aguja marcaba el norte. He propuesto que lo intenten y que me manden fotos. Aprovechando que teníamos a la aguja flotando y que alguien había mencionado la densidad, les he comentado que si no consiguen que flote a la primera, que la froten con los dedos, que la grasa que tenemos en la piel se pegará a la aguja y hará que flote más fácilmente.
Nos quedaba romper la tensión superficial del agua y que, sin tocarla, lo podíamos hacer. ¿Dudas? Una gota de jabón ha sido suficiente y hemos hablado de los anuncios de detergentes para platos que suelen poner una imagen de grasa flotando y con una gota de jabón se mueve.
Se han ido comentando que seguro que en casa tenían alfileres para probar a hacerlos flotar. Yo me he quedado tranquila sabiendo que ahora son capaces de encontrar el norte de una forma sencilla y que, ante un Apocalipsis Zombi, algo se les ocurrirá para escapar.
Hasta aquí el recreo de curiosidades de esta semana, la próxima semana: “salvo por alguna cosilla, eres igual que una morsa”
1 En la zona en la que vivimos el musgo crece en algunos lugares que no están orientados al norte. Por si acaso he consultado a mi botánico de cabecera, Eduardo Bazo Coronilla, que me ha explicado lo siguiente: “los musgos acostumbran a crecer en las zonas más húmedas, donde da menos el sol, por lo que se desarrollan más en el lado norte de árboles y rocas. No obstante, esto es una generalización porque los musgos sólo crecen en zonas húmedas y sombrías, con independencia de la orientación”
Os recomiendo:
“Huele bien, mejor sabrá” de @darthscience666
Un experimento para entretenerse con la tensión superficial
¿Qué es el recreo de curiosidades?
Se trata de una actividad donde estudiantes y docentes nos reunimos para charlar, jugar o hacer algún experimento relacionado con la ciencia, la cultura, el arte o cualquier cosa que nos interese. La idea es fomentar la curiosidad y que esté alejado de la rigidez del aula.
La intención es dar pinceladas sobre temas diversos y poder explicar cosas que no se explican en clase, que motiven y que fomenten las ganas de aprender, pensar y tener un espíritu crítico.
No se trata de apabullarles con grandes conocimientos y conceptos complejos, no. Son pinceladas que les guíen para buscar más, preguntar, interesarse por diferentes áreas y curiosear.
El recreo de curiosidades se realiza en el colegio El Carmen Indautxu (Bilbao) con la colaboración del Hablando de Ciencia.
En recreos anteriores
Asociaciones de ideas, pareidolia y sinestesia
Venom, microbiota y trasplante fecal
Socióloga, Master en Cultura Científica, profesora de Cultura Científica y apoyo a estudiantes con dificultades de aprendizaje.
Aquí podéis ver lo que escribo y conocerme un poco mejor.
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En Twitter, Instagram y BluSky me podéis encontrar como @darthscience666
Me encanta aprender y enseñar. Soy muy fan del futuro y de lo que está por llegar. Me encanta leer. Lo mismo leo un ensayo de matemáticas que una novela de vampiros. Creo que se puede aprender de todo lo que nos rodea y que todas las personas tienen algo que enseñar. Procuro hacer las cosas con humor porque aprender y enseñar no deben ser una tortura, nunca
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