El decrecimiento y otras formas de relacionarse con el mundo

Si miramos en la conocida web enciclopédica wikipedia, veremos que definen al decrecimiento como corriente de pensamiento político, económico y social favorable a la disminución regular controlada de la producción económica con el objetivo de establecer una nueva relación de equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, pero también entre los propios seres humanos.

La definición no es que sea buena, es buenísima, y si encima la envolvemos con la frase que Serge Latouche, economista francés experto en el tema, dice sobre este movimiento queda más que definido el concepto en dos párrafos de artículo. La consigna del decrecimiento tiene como meta, sobre todo, insistir fuertemente en abandonar el objetivo del crecimiento por el crecimiento, […] En todo rigor, convendría más hablar de «acrecimiento», tal como hablamos de «ateísmo.

En mi primer artículo para hablando de ciencia, en el que comentaba las diferentes posturas frente al desarrollo sostenible, ya salían aires similares a los que plantea Serge. En éste dije que algunos especialistas en medio ambiente no ven con buenos ojos el concepto de desarrollo sostenible, porque piensan que es una contradicción en sí mismo. Plantean que la palabra desarrollo implica crecimiento, y que las políticas de crecimiento y agotamiento de recursos no pueden ser sostenibles, pues los recursos tienen una capacidad de carga finita.

Hay otras posturas que no creen que sea así, que el crecimiento es posible, y que es compatible con la conservación de la naturaleza. Dependerá de lo que entendamos por crecimiento y que implicaciones le demos a ese término. Crecer implica gastar más recursos, pero si esos recursos son renovables, reciclables o reutilizables ¿podremos seguir creciendo? ¿Es suficiente con eso? Los del acrecimiento te dirán que no, que debemos ir reduciendo cada vez más nuestras formas de consumo y producción, que no es necesario tener dos televisiones por casa cuando hay personas que no tienen ni para comer.

Otros te dirán que ni una cosa ni la otra, que es posible seguir desarrollándose y mejorando el planeta tierra. Mejorándolo, has leído bien. Michael Braungart y William McDonough, autores del libro Cradle to Cradle (De la cuna a la cuna) dicen que no es necesario parar nuestro desarrollo actual, sino modificar su sistema para que, en el computo global del proceso, se deje mejor de lo que ya estaba el medio: más limpias las aguas, mas depurados los aires, mayor diversidad, etc.

Está claro que todos estos pensamientos, tendencias o ideales de vida tienen buenos argumentos para funcionar. Además crean profundos debates sociales, políticos y ambientales por su carácter provocador, innovador y cercano.

Para finalizar el artículo, me gustaría contar una moraleja que le oí a Carlos Taibo, profesor de economía en la Universidad Autónoma de Madrid y defensor del decrecimiento:

«Un barco se acerca peligrosamente a un acantilado a 50 nudos de velocidad. Con las propuestas de Kyoto este barco ha reducido su velocidad a 25 nudos. El pronóstico inicial era que se chocaría en 50 días, pero con esta disminución será en 75 cuando choque. Tal vez lo aconsejable, visto lo visto, es que cambiemos el rumbo de ese barco»

Enrique Estrela

Hablando de Ciencia