Botánica navideña: musgos

Uno de los protagonistas vegetales de muchas tradiciones navideñas es eso que suele llamarse simplemente “el musgo”, y que se emplea para decorar el belén. Normalmente se aprovecha su textura y consistencia para recrear distintos tipos de vegetación: praderas, arbustos o árboles a pequeña escala y recrear un paisaje que, aunque poco tenga que ver con la Palestina del siglo I, sin duda contribuye a hacer mucho más artístico el montaje. Respecto al uso concreto de “el musgo” y el posible impacto negativo que pueda tener su recolección, hay que hacer varias consideraciones.

En primer lugar, referirse a “el musgo”, como si sólo existiese uno o como si fuese más una sustancia verdosa que un ser vivo es una inexactitud que refleja el grado de desconocimiento que se tiene de estas plantas. No existe “el musgo”, sino “los musgos”. En la actualidad hay descritas más de 12.000 especies de musgos (casi el triple que de mamíferos, por ejemplo), cada una de ellas con sus características, sus afinidades ecológicas, sus formas de vida, etc. Si a esta cifra añadimos las especies de plantas afines (hepáticas, y antocerotas, dos linajes vegetales cercanos y similares pero independientes de los musgos) hablaríamos de cerca de 17.000 especies de briófitos conocidos para la ciencia. Los musgos en particular y los briófitos en general son descendientes de las primeras plantas terrestres: aquellas que hace millones de años fueron capaces de abandonar el agua y comenzar a vivir en tierra firme. Todo lo que las plantas terrestres han sido después, fue posible gracias a las innovaciones de los briófitos. Sin ellos, el mundo que hoy conocemos sería completamente distinto: sin fruta, sin cereales, sin madera, sin flores,… los descendientes de aquellos primeros briófitos dieron forma a los paisajes emergidos del mundo.

Hedwigia ciliata, un musgo común en la Península Ibérica

Hablar de “el musgo” es, por lo tanto, tan inespecífico como hablar de “el árbol”: no es lo mismo un pino piñonero que un haya, ni un ciprés que un olmo. Entre los musgos hay especies muy comunes, especies invasoras, especies escasas y raras, especies en peligro de extinción y especies con un especial valor ecológico. La razón por la que se engloba a todas estas plantas en un único término es porque son muy pequeñas para nuestra escala y posiblemente nunca nos hemos detenido a examinarlas con suficiente detalle. Una lupa o cuentahílos es suficiente para empezar a percatarse de la gran diversidad que hay presente en el suelo del bosque, o sobre una roca o un tronco. A una escala en miniatura, constituye un auténtico bosque con derecho propio.

Las comunidades de musgos constituyen el hogar y hábitat de innumerables invertebrados, que encuentran en ellas protección y humedad suficientes para vivir. Los briófitos en sentido amplio constituyen además un reservorio de nutrientes y agua, además de actuar como “guardería” de semillas antes de su germinación. Muchos de ellos cumplen un rol importante como colonizadores del terreno desnudo (por ejemplo, después de un incendio) iniciando el proceso de colonización y de formación y retención de suelo. Recolectar musgos indiscriminadamente de la naturaleza puede, por lo tanto, alterar las condiciones del medio alterando los procesos ecológicos y perjudicando su conservación (especialmente si se considera que su recuperación suele ser bastante lenta).

Ptilium crista-castrensis. Un musgo boreal con aspecto plumoso que en España sólo se encuentra en los Pirineos

En muchos países andinos, llevan años realizando campañas para evitar la recolección de musgos en estas fechas, especialmente en las turberas, hábitats especialmente delicados. En España, muchas comunidades autónomas prohíben la recolección de estas plantas. Las mencionadas normativas autonómicas rara vez incluyen una relación completa sobre qué especies son más vulnerables y merecen una protección especial, e incluso aquí se puede ver empleado el término genérico para referirse de forma difusa a todas las especies de briófitos. Recientemente se ha completado el Atlas y Libro Rojo de los Briófitos Amenazados de España, que incluye información más concreta sobre qué especies se encuentran en distinto grado de amenaza en dicho país y puede consultarse online.

Es razonable pensar que una recogida selectiva y controlada de especies comunes en lugares no especialmente sensibles podría realizarse de forma sostenible, sin embargo, la mayoría de las veces esto no ocurre así. Los puestos navideños venden tapetes de musgos recolectados directamente de  la naturaleza sin ningún tipo de control ni conocimiento, y muchos particulares también realizan esta práctica todos los años de forma indiscriminada. Por todo ello, la posición más prudente es no recolectar musgos ni comprarlos si se han recolectado de la naturaleza, pues allí es donde mejor están.

Las turberas son hábitats delicados que merecen una especial protección. En ellas viven distintas especies de musgo del género Sphagnum

Rafael Medina

3 Comentarios
  • Ununcuadio
    Publicado el 09:45h, 03 enero Responder

    Muy interesante, gracias!
    Yo hice un trabajo sobre si los briófitos servían para monitorizar la concentración de metales pesados (solo búsqueda bibliográfica), el profesor nos aconsejó que mejor briófitos porque son más resistentes que los líquenes.
    Estaría bien hacer un artículo sobre el acebo. Mi hermana me dijo que solo está en peligro en Navidades (y no el resto del año), y es porque al coger el de las bolitas que son las hembras (aunque pueden tener los dos sexos) se evita que se reproduzcan.

  • Pingback:Botánica navideña: musgos
    Publicado el 16:31h, 03 enero Responder

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  • Bitacoras.com
    Publicado el 02:42h, 04 enero Responder

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