Reseñas HdC: Las mujeres de la Luna

Las mujeres de la Luna

Autores: Daniel Roberto Altschuler y Fernando J. Ballesteros

Editorial: Next Door Publishers

Año: 2016

Páginas: 376

ISBN: 9788494443541

Idioma: Castellano

PVP: 18.50 €

SINOPSIS

En la superficie de la Luna contemplamos nuestra historia. Los accidentes selenográficos constituyen un registro intacto de la formación de la zona del Sistema Solar más cercana a la Tierra. Su nomenclatura es el reflejo de los claroscuros de nuestra sociedad. De las 1586 personas honradas con un nombre de cráter, únicamente 28 son mujeres y en su mayoría pertenecen a Europa y EE.UU. Datos que evidencian que quienes han contribuido al avance de la ciencia han recibido un reconocimiento muy desigual.

A través de las páginas de este libro, los astrónomos y divulgadores científicos Daniel Roberto Altschuler y Fernando J. Ballesteros nos invitan a reflexionar sobre este hecho y, por encima de todo, nos brindan la oportunidad de conocer mejor la vida de estas 28 mujeres.

<<Las mujeres de la Luna nos cuentan historias de amor, dolor y valor, de triunfos insólitos alcanzados por la perseverancia, y de tragedias inducidas por las circunstancias. Nos dan la oportunidad de contar historias olvidadas>>.

RESEÑA

No son pocos los proyectos que intentan sacar a la luz el trabajo y la biografía de mujeres que han contribuido en diferentes campos de manera excepcional y que la sociedad ha olvidado. Y es que, por mucho que las circunstancias socioculturales hiciesen que una mujer tuviese grandes dificultades para el desarrollo de su disciplina, no explica que sus nombres hayan quedado profundamente ocultos en la historia.

Hay que recalcar que en 1935 la UAI (Unión Astronómica Internacional) aprobó 567 cráteres con nombre propio en la Luna, y de estos, solo 10 pertenecen a mujeres. Se puede entender que a principios del siglo XX el machismo fuese aún profundo y que se ignorasen a tantas científicas, lo que no es concebible es que la lista haya aumentado en 1019 nombres y de estos haya 18 dedicados a mujeres, y menos aún que 504 se diesen a partir de 1970. ¿De verdad que la UAI no se ha podido poner al día?

De los 28 nombres, dos de ellos están dedicados a mujeres de la antigüedad, Hipatia de Alejandría y Catalina de Alejandría, y es muy probable que Catalina fuese una invención de la Iglesia Católica y estuviese basada en Hipatia, así que habría dos cráteres dedicados a esta matemática, filósofa y astrónoma griega. Otros dos de los nombres están dedicados a filántropas de la ciencia, cinco a astronautas (a excepción de una de ella que falleció en su primer vuelo en el Challender) y el resto a científicas.

Como divulgador, una de las historias que más me ha gustado es la dedicada a Mary E. Proctor (1865 – 1957), una divulgadora científica de tal calibre que a sus 45 años ya había impartido unas 1000 conferencias. Un periodista escribió lo siguiente sobre una de las múltiples conferencias que dio en 1913 en Nueva Zelanda:

La conferencia de la señorita Proctor apenas necesita descripción, aunque fuéramos capaces de hacerla. Fue similar a otras que había dado antes, con aquel inimitable encanto y frescura, porque es capaz de hacer de la astronomía, la más antigua de las ciencias, algo tan interesante como un maravilloso y moderno cuento de hadas. Anoche, incluso el oyente con menos conocimientos no pudo sino sentirse absorbido por las referencias de la señorita Proctor a la inmensidad del espacio, y por la sencilla historia que contó sobre el desarrollo de nuestro planeta, la Tierra. Habló de la larga, casi infinita, época en la que la Tierra estaba en tal estado que no era posible ningún tipo de vida, y del periodo de muerte que llegará finalmente cuando la vida no pueda volver a existir en ella; habló de la era en la que el mundo era informe y estaba vacío y sin vida, de cuando unos restos de agua eran lo único que había en la superficie, y los océanos habían bajado de nivel y la tierra estaba cubierta de vegetación tropical; de la Edad de Hielo, en la que los casquetes polares se desprendieron y helaron por completo el planeta; y de la siguiente época, la primavera de la Tierra, la era del génesis y la del tiempo.

Me uno, como cabía esperar, a la envidia que expresan Daniel Roberto Altschuler y Fernando J. Ballesteros por Mary E. Proctor. Y es que, esta mujer llegó a la máxima excelencia en divulgación. Y, como no, la sensación de amargor al ver cómo nos hemos olvidado de su nombre a pesar de haber llegado a cotas tan altas.

Este libro no solo contiene biografías, sino que pone en contexto los descubrimientos científicos y los autores de los mismos. Algunos científicos lucharon para que se valorase el trabajo científico independientemente del sexo, otros se aprovecharon de la situación de precariedad laboral pagando miserias a mujeres muy cualificadas para la realización de trabajos mecánicos (las llamadas computadoras) y otros se aprovecharon de los descubrimientos de sus colegas sin referenciar sus trabajos o solicitando compartir el premio.

Este libro da un buen tirón de orejas a la UAI para que hagan justicia. Así como el resto de la comunidad científica que sigue sin dar el prestigio y los honores que se merecen a grandes científicas por el hecho de ser mujer.

Víctor Pascual

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